Las mujeres y el psicoanálisis
Luego de dirigir el año pasado dos montajes con resultados
diametralmente opuestos, como lo fueron Jardín de colores de María del Carmen
Sirvas y Cruzar la calle de Daniel Amaru Silva (premio al mejor montaje Drama por
El Oficio Crítico), el experimentado Carlos Tolentino fue el flamante director
del debut de la Municipalidad de San Isidro como productora teatral. La pieza
elegida por Tolentino, estrenada en el Centro Cultural El Olivar, fue Mrs.
Klein del dramaturgo británico Nicholas Wright, en la que la polémica y reconocida
psicoanalista Melanie Klein debe no solo lidiar con el aparente suicidio de su
hijo Hans, sino también con la aparición de su hija Melitta Schmideberg, llena
de odio y rencor hacia su madre. Se trató entonces, de un tenso drama manejado
con buen pulso por parte del director y que consiguió un par de potentes
escenas que retrataron con absoluta sinceridad esta tirante relación entre
madre e hija.
Ambientada en Londres de los años 30, la producción se lució con un
preciso vestuario y un cuidadoso diseño escenográfico. Y por su parte, Tolentino
no perdió la costumbre de imprimir su sello característico, que es el de elevar
(a veces) exponencialmente la simbología en sus montajes, pero lo hizo esta vez
de manera sobria y contenida, por ejemplo, a través de unas sombras
(seguramente producidas por un árbol) que nos impidieron ver a plenitud el
escenario en las primeras escenas. Sin embargo, este detalle resultó muy
pertinente, pues pareciera representar el oscuro secreto acerca del suicidio de
Hans, el cual progresivamente va saliendo a la luz. Por otro lado, aquellos que
no adquirieron el programa de mano, debieron tener un poco de paciencia para
entrar de lleno en este complejo drama, con toda la información que se nos dice
(y sugiere) desde el inicio. Pero una vez reconocidas la situación y el
contexto, Mrs. Klein alcanzó algunos momentos brillantes.
El elenco estuvo a la altura de las circunstancias: la formidable Attilia
Boschetti (musa del director) hizo de su Mrs. Klein un complejo personaje, en
perfecto equilibrio entre la dureza de su profesión y el instinto maternal que
aflora de vez en cuando, bien secundada por Mariajosé Vega como su futura
discípula Paula Heimann y especialmente, por una sobresaliente Alexandra Graña,
quien logró acaso su mejor trabajo interpretativo a la fecha, como su
atribulada hija Melitta. Boschetti y Graña consiguieron las escenas más
sentidas de la puesta, como aquella conversación en el diván entre madre e
hija, que por ratos pareciera un interrogatorio entre doctor y paciente. El
montaje de Mrs. Klein, corrosivo retrato de mujeres en crisis dirigido por Tolentino, fue un estimable estreno a cargo
de la Municipalidad de San Isidro y se inscribe perfectamente dentro de los
mejores trabajos de su director.
Sergio Velarde
25 de abril de 2016