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lunes, 18 de abril de 2016

Crítica: AUTO

Falsas banalidades vehiculares   

La aparente superficialidad de la puesta en escena de Auto, escrita por el español Ernesto Caballero y estrenada en el Teatro Ensamble, acaso pudo engañar al espectador menos avispado. Relecturas posteriores al hecho escénico le otorgan a esta puesta múltiples interpretaciones, que van desde el nombre mismo de la obra hasta la escondida complejidad de cuatro personajes en el límite del cliché, que podrán aparentarlo todo, menos ser complejos. Una esposa (Miriam Guevara, de Nosotros los burócratas), el marido (Martin Velásquez, de El Rey de las Azoteas), la cuñada (Mia Michelena) y una guapa jovencita que pidió un “aventón” (Airam Galliani) se reúnen en un juzgado luego de ser parte de un accidente de tránsito, estando todos a bordo de un auto.

Y es que la palabra “auto”, aparte de representar al vehículo en cuestión, también significa “la decisión judicial sobre un asunto que no precisa sentencia” o “la breve composición dramática de un solo acto propia de la literatura castellana”. Y además, el prefijo “auto” quiere decir “por uno mismo, por sí mismo”, que es en lo que finalmente termina esta reunión: el juez nunca aparece y los cuatro personajes reconstruyen la escena, cada uno a su manera, juzgándose a sí mismos. ¿Todos son testigos o culpables? En medio de los incómodos y sarcásticos diálogos, plagados de lugares comunes, las caretas van cayendo y las miserias de sus vidas van aflorando. Caballero acusa con eficacia a la trivialidad contemporánea, utilizando como herramientas a personajes y líneas plenas de puerilidad.

La puesta en escena, resultado del Taller de Actuación a cargo de Alberto Isola y presentada como temporada profesional, desaprovecha el espacio y los niveles que ofrece el Teatro Ensamble. Incluso las butacas pudieron aprovecharse mejor, por ejemplo, de modo circular. Sin embargo, las actuaciones son lo suficientemente solventes como para disculpar esos detalles, especialmente Guevara y Michelena, llevando al límite el estereotipo en sus caracterizaciones. Auto de Ernesto Caballero (autor de Un busto al cuerpo, otra pieza banal en apariencia) funciona como una ácida crítica a la modernidad, con publicidad y consumismo incluidos, así como también demuestra que en su simulada frivolidad radica su particular reflexión y encanto.

Sergio Velarde
18 de abril de 2016

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