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jueves, 2 de abril de 2015

Crítica: EL CAMINO DE LOS PASOS PELIGROSOS

Los peligrosos amores fraternales  

Un nuevo caso de actor convertido en director. Fernando Luque, un competente intérprete que viene demostrando su versatilidad desde que lo notamos en Laberinto de monstruos de César De María en el 2012, es ahora el responsable del estreno de El camino de los pasos peligrosos, drama en un acto escrito por el canadiense Michel Marc Bouchard. Al igual que otros colegas debutantes en la dirección, como Urpi Gibbons (con El alma buena de Szechuán) y Diego Lombardi (con Phoenix: volver a empezar), los resultados obtenidos por Luque son auspiciosos. Más cercana a la hábil elección de Lombardi, la puesta en escena de El camino de los pasos peligrosos es sostenida principalmente por un efectivo trabajo actoral. El Auditorio del Centro Cultural El Olivar es presentado en caja negra, con algunas ramas secas en la parrilla y con un juego de luces que suma a la creación de la atmósfera surrealista que la historia reclama.

Tres hermanos sufren un accidente automovilístico en el mismo lugar que murió su padre hace años, cuando viajaban al matrimonio de uno de ellos. Atrapados en esta especie de limbo, los terribles secretos irán saliendo progresivamente a la luz. Las culpas y las verdades nunca dichas son acaso los puntos en común que tienen Víctor (Julián Legaspi), Ambrosio (Omar García) y Carl (Renato Rueda), tres hermanos de caracteres muy distintos entre sí, que se ven forzados a enfrentar sus realidades mientras permanecen en aquel misterioso lugar. Carl estaba a pocas horas de casarse, al sufrir el accidente con sus hermanos, y al reunirse posteriormente con ellos, las caretas filiales van cayendo, desenterrando oscuros secretos, especialmente los que esconde Ambrosio. Cada uno expone su verdad a su manera, reclamando cariño o mostrando su frustración. Una intensa historia que mantiene la fluidez hasta el final.

A destacar el trabajo de Luque, que prefiere sabiamente centrar sus energías en la dirección de sus actores, apoyado principalmente en la destacable interpretación de Rueda, otra joven promesa de la actuación, que llamó la atención en Números reales hace un par de años. Por su parte, García y Legaspi, ambos con ciertas limitaciones histriónicas (especialmente en la dicción), logran secundarlo con bastante eficiencia. El camino de los pasos peligrosos es un entretenido montaje teatral, que genera un genuino interés por los conflictos filiales presentados por la historia y que se convierte en un digno debut en la dirección de Luque, que se revela como un talentoso director de actores.

Sergio Velarde
02 de abril de 2015

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