Adaptación cómica de “Otelo” muy funcional
Martín Abrisqueta, actor y autor de la obra Octubre negro, basada libremente en Otelo, señala al terminar su última función en la AAA, que a pesar de algunas críticas recibidas que atacaban esta nueva versión, actualizada y “peruanizada” de la notable tragedia de Shakespeare, dicha temporada se realizó con mucho respeto hacia este clásico mundial. Hay que reconocer que luego de apreciar el montaje, se le debe dar la razón a Abrisqueta. Se ha escrito mucho acerca de hasta qué punto se pueden adaptar los textos universales, con el propósito de darles una nueva lectura, revisitarlos creativamente o traerlos hacia nuestro propio contexto para “facilitar” su entendimiento en el nuevo espectador. A veces se logran aciertos contundentes, pero también llegaron a escena rotundos disparates: quedarán para el recuerdo las pobres hijas de Bernarda Alba, ya sea interpretadas inexplicablemente por varones o por bellísimas actrices llorando su fealdad; o las comedias de Moliere, destruidas en versiones libres y criollas, amparados en una supuesta variante de la “comedia del arte”. Lo cierto es que, mientras se respete el objetivo del autor en primer lugar, las posibilidades de acertar teatralmente crecen considerablemente.
Octubre negro sigue la misma línea argumental de “Otelo”, pero situando la acción primero en Lima y luego en Cuzco, dentro de un contexto militar en plena lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, en el que el “Negro” (Abrisqueta) vive un romance prohibido con “Desi” (Claudia Burga), hija de un congresista corrupto y racista, mientras que es víctima de las astutas maquinaciones de “Yago” (Nelson Tafur), un envidioso soldado que odia en secreto al “Negro” y busca su aniquilación. La adaptación de los nombres, lugares y situaciones es inteligente, con varios momentos cómicos que no lucen incoherentes ni involuntarios; por el contrario, le dan brío y energía a la puesta en escena y mantienen el interés en la historia. Reconocible la dirección por encargo de Juan Carlos Díaz, quien siempre busca la fluidez y la solvencia en sus montajes.
No hay un desnivel notorio en las actuaciones; Abrisqueta y Burga interpretan con convicción a la trágica pareja protagónica, especialmente en la escena clave, que es el asesinato de “Desi” por el “Negro”. Como en cualquier versión de “Otelo”, ya sea clásica o adaptada, es el personaje de “Yago” en el que recae todo el peso dramático: Tafur está impecable como este hipócrita antagonista, cuidando al detalle cada gesto, pausa y entonación en sus parlamentos. La troupé habitual del grupo Pasión Mystica (Chuquillanqui, Medina, Calvo, Prieto, Quevedo y Moreno) tiene esta vez breves papeles en la obra, que cumplen con bastante soltura. Abrisqueta y Díaz logran una entretenida revisión de este clásico de Shakespeare, convirtiendo a “Octubre negro” en una digna adaptación de una de las tragedias más conocidas del bardo inglés.
Sergio Velarde
Martín Abrisqueta, actor y autor de la obra Octubre negro, basada libremente en Otelo, señala al terminar su última función en la AAA, que a pesar de algunas críticas recibidas que atacaban esta nueva versión, actualizada y “peruanizada” de la notable tragedia de Shakespeare, dicha temporada se realizó con mucho respeto hacia este clásico mundial. Hay que reconocer que luego de apreciar el montaje, se le debe dar la razón a Abrisqueta. Se ha escrito mucho acerca de hasta qué punto se pueden adaptar los textos universales, con el propósito de darles una nueva lectura, revisitarlos creativamente o traerlos hacia nuestro propio contexto para “facilitar” su entendimiento en el nuevo espectador. A veces se logran aciertos contundentes, pero también llegaron a escena rotundos disparates: quedarán para el recuerdo las pobres hijas de Bernarda Alba, ya sea interpretadas inexplicablemente por varones o por bellísimas actrices llorando su fealdad; o las comedias de Moliere, destruidas en versiones libres y criollas, amparados en una supuesta variante de la “comedia del arte”. Lo cierto es que, mientras se respete el objetivo del autor en primer lugar, las posibilidades de acertar teatralmente crecen considerablemente.
Octubre negro sigue la misma línea argumental de “Otelo”, pero situando la acción primero en Lima y luego en Cuzco, dentro de un contexto militar en plena lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, en el que el “Negro” (Abrisqueta) vive un romance prohibido con “Desi” (Claudia Burga), hija de un congresista corrupto y racista, mientras que es víctima de las astutas maquinaciones de “Yago” (Nelson Tafur), un envidioso soldado que odia en secreto al “Negro” y busca su aniquilación. La adaptación de los nombres, lugares y situaciones es inteligente, con varios momentos cómicos que no lucen incoherentes ni involuntarios; por el contrario, le dan brío y energía a la puesta en escena y mantienen el interés en la historia. Reconocible la dirección por encargo de Juan Carlos Díaz, quien siempre busca la fluidez y la solvencia en sus montajes.
No hay un desnivel notorio en las actuaciones; Abrisqueta y Burga interpretan con convicción a la trágica pareja protagónica, especialmente en la escena clave, que es el asesinato de “Desi” por el “Negro”. Como en cualquier versión de “Otelo”, ya sea clásica o adaptada, es el personaje de “Yago” en el que recae todo el peso dramático: Tafur está impecable como este hipócrita antagonista, cuidando al detalle cada gesto, pausa y entonación en sus parlamentos. La troupé habitual del grupo Pasión Mystica (Chuquillanqui, Medina, Calvo, Prieto, Quevedo y Moreno) tiene esta vez breves papeles en la obra, que cumplen con bastante soltura. Abrisqueta y Díaz logran una entretenida revisión de este clásico de Shakespeare, convirtiendo a “Octubre negro” en una digna adaptación de una de las tragedias más conocidas del bardo inglés.
Sergio Velarde
26 de septiembre de 2010