Nadie me quitará lo bailado
La
fiesta continúa: champán, champán no es un ensayo
sobre la tercera edad, al menos no de manera singular. Más que eso, es una
invitación de Cynthia Dávila, María Victoria Santolaria y Hamuy Teatro a
apreciar nuestra vida, sus pasajes y su recuerdo a través de un sentido
monólogo que resalta, como muchos otros grandes monólogos, a un ser humano del
cual nos vamos volviendo amigos.
El monólogo de Santolaria se lee como una
conversación y un relato de una mujer con mil historias para contar. Sea como
el de una amiga, una hermana, una madre o una abuela, genera desde muy temprano
un sentimiento de cercanía con nosotros. Pero esto no se queda en una imagen
general y universal, sino que Santolaria la salpica de particularidades que
convierte a la obra en una puerta, por la que el personaje de Sofía nos invita
a conocerla a ella y a su marido como personas.
Se trata de una hora íntima, casi de
entrevista, pero que mantiene nuestra atención por el encanto de su actriz
principal, su canto, su gusto por imitar voces o sus anécdotas detalladas. Su
amor por el marido resuena en el corazón, a la vez que te alarman al recordarte
que estamos hablando del pasado, y se acerca el desenlace que ya estamos
antecediendo.
El trabajo donde el monólogo se pudo
desarrollar mejor es en la sensación de espera. Los silencios funcionan, pero
las idas al pasado pueden a veces hacernos perder la urgencia por el conflicto
actual. Un trabajo mayor por hilar el pasado y el presente habría conectado más
la obra como dos historias que suceden de manera simultánea. Afinaciones en
dirección y dramaturgia a futuro pueden hacer que la historia del presente se
sienta tan bien construida como la del pasado, y aportaría a la tensión y
urgencia que tenemos por la impuntualidad del famoso marido.
Como conclusión, creo que la figura del
champán es una que, con mayor presencia durante la obra, haría el cierre
todavía más poderoso. Ese proceso de Santolaria en el clímax, muy humano en su
lentitud y en el insoportable silencio que le representa su dolor, es rescatado
por la alegría que caracterizó la vida de su personaje. Felicidad y
celebración, a pesar de la guerra, la dificultad y la eventual ausencia. Júbilo
por saber que la vida no acaba con el brindis de la vejez, sino que se llena de
burbujas del recuerdo y de la antelación por lo que sigue. Salud.
José
Miguel Herrera
22 de setiembre de 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario