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viernes, 2 de febrero de 2024

Crítica: RELACIÓN TÓXICA


Crisis de pareja

Si algo tienen en común muchas de las obras escritas y dirigidas por Gianfranco Mejía es la total ausencia de sutileza al momento de titularlas: Eutanasia, Anorexia, Manicomio, Quiero ser actor, por citar algunas, que no demoran en presentar sus personajes y entrar de lleno en sus conflictos. Y la razón por la que todas ellas llegan a funcionar, en mayor o menor medida (con un público fiel que llena sus temporadas), sea acaso la cotidianeidad de las situaciones y un lenguaje claro y sencillo en los diálogos, que permiten que el espectador se vea plenamente identificado con las tramas. Es así que llega el reestreno de Relación tóxica, cuya historia ya se nos anticipa justamente desde su título.

Las relaciones de pareja (exploradas en varias de las historias de Mejía para la escena) tienen ahora como eje central uno de los conceptos contemporáneos más frecuentes: la toxicidad. La RAE ya califica a una persona tóxica como aquella “que tiene una influencia nociva o perniciosa sobre alguien”. Y es exactamente lo que vienen sufriendo Stephanie (Francesca Vargas) y Adrián (Mejía), quienes tras escasos cuatro meses de relación, no pueden lidiar con sus temperamentos y se ven enfrascados en absurdas peleas, ante la sorprendida mirada de sus amigos Lucho y Paula (Alexis Arteaga y Gabriela Pérez-León, respectivamente). No se puede negar que Mejía evita convertir a Stephanie en una total villana tóxica, pues comparte este defecto con su propio personaje, uno que resiste estoicamente los numerosos desprecios, síntoma también de toxicidad.

Con una escenografía funcional y rápidos cambios de escena, la historia captura la atención del público, por lo sencilla y reconocible de una trama salpicada por agradecidos toques de humor, y por las muy correctas actuaciones. Pérez-León y Arteaga, habituales en las producciones de Mejía, están muy bien, especialmente Arteaga, quien se luce en los diferentes roles que interpreta. Vargas, por su parte, aporta sobriedad y convicción en un papel que fácilmente pudo haber caído en la caricatura; y junto con Mejía, vuelven creíble esta típica historia de previsible final. Relación tóxica, aún en temporada en el Teatro Auditorio Miraflores, es una simpática historia en la que todos nos podemos ver, de alguna u otra manera, plenamente identificados.

Sergio Velarde

2 de febrero de 2024

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