De la risa y la ternura
Estos Pantalones No Son Mis Pantalones, dirigido por Sue Morrison e
interpretado por Tomás Carreño, es un unipersonal vivo, genuino, que llena el
espacio con un humor enfocado desde el vínculo con el público y la
vulnerabilidad, y que es capaz de arrancar carcajadas y al mismo tiempo
enternecer a quien lo ve. Desarrolla una historia que no termina de despegar,
pero que no es impedimento para que Carreño haga un despliegue de un gran
dominio de escena.
Desde un inicio
vemos que la interacción con el público se vuelve una parte clave para la obra.
A partir de ello, Carreño aprovecha las circunstancias reales del momento para
establecer una complicidad con nosotros, exponer su carácter dubitativo, no
ocultar lo obvio de las deficiencias de un espacio que no nos permite verlo, y
nos invita a combatir la incomodidad con humor, junto con él. Ya en el
escenario, no deja de mostrar su habilidad para entender al público, aprovecha
nuestra timidez e incluso, por momentos, la comparte.
Así, la obra se va
construyendo a partir de la premisa de un concierto que, a partir de una
premisa rara (que le da el título a la obra) se van sorteando distintos
desafíos, tanto externos como personales, que terminarán por exponer una serie
de interrogantes y dilemas del personaje. La historia ya carga con un viaje que
transforma al personaje, lo malo de ello es que el viaje parece llegar sin
haber pasado por todas las estaciones correspondientes.
Por momentos la
historia se desdibuja por el humor, toma otras vías que favorecen, sí, el
entendimiento con el público, pero que irrumpen en lo que se quiere contar.
Hace falta, en todo caso, un equilibrio. ¿Cómo se llega a distintos estados
emocionales? No hay duda de que Carreño y Morrison lo tienen claro, pero
nosotros nos quedamos un par de estaciones atrás. Darle una pausa a esos
momentos de ternura, de entendimiento, hubiera ayudado a profundizar nuestras
propias risas, y si acaso, hallarnos en lo que le pasa al personaje. Hacer que
la historia tenga un mayor despegue, unificar ambos caminos, el del manejo del
humor y el de la historia.
Al final, uno sale
del teatro con una sonrisa, sin saber exactamente qué es lo que acaba de ver,
pero con la conciencia de que Carreño es genuinamente increíble.
Omar Peralta
2 de febrero de 2024
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