Hace unas semanas, un grupo teatral me mandó un mensaje de
agradecimiento diciéndome que lo más importante en este oficio es la honestidad
en las expresiones. Definitivamente es imposible no estar de acuerdo con esta
sentencia. En esta oportunidad, el colectivo La Maldita Compañía nos presentó
una pieza de teatro musical, con énfasis en el género cumbia y un humor
inteligente.
En primer lugar, me sorprendió gratamente el giro total que
ha dado el Nuevo Teatro Julieta, pues desde ahora se puede ingresar con bebidas
y comidas; en la entrada se tiene un minibar con una serie de productos. Si uno
se pone ortodoxo con muchas convenciones teatrales, se podría estar en
desacuerdo; pero creo que este espacio se está convirtiendo en un lugar de
entretenimiento sano y familiar. Personalmente, creo que es necesario repensar
ciertos formalismos en estos tiempos y al final de este texto presentaré
algunas reflexiones.
El montaje, en general, consistió en una serie de pequeñas historias
muy cómicas en donde se ridiculizaban escenas diarias de amor, amistad, vida
urbana y coyuntura de crisis. Si bien estas no tenían relación una con otra
y sucedían demasiado rápido, debo indicar que el equipo lograba arrancar
grandes carcajadas del público. Adicionalmente, la presentación del grupo El Maldito Trío de la Cumbia Sabrosa fue
sencillamente espectacular y original. Sus integrantes, Andrea Brissolese,
Sebastián Ramos y Brayan Pinto cantaban letras muy histriónicas y disfrutables;
además, sus vestuarios eran muy coloridos. No estoy seguro si era una parodia o
de verdad era una banda con búsqueda a popularizarse en conciertos, pero en
cualquier caso, fue lo mejor de la noche.
El mejor actor de la presentación fue de lejos y con mucha
justicia Pinto (mejor actor de comedia 2022 por Oficio Crítico), ya que la
claridad y organicidad de sus acciones fueron únicas y enérgicas. Por otro
lado, Ramos no se quedó atrás y me gustó que siempre complementara los diálogos
con un toque de humor; él tiene mucho talento en la gesticulación y personalmente
creo que le iría muy bien en el arte del mimo. Brissolese desmostró ampliamente
su talento para el canto; es más que evidente el cuidado que tiene con la voz. Las demás actuaciones fueron igualmente buenas; muy acertado el detalle de
ser los mismos actores quienes cambiaran la utilería y mobiliario.
A veces es necesario que el teatro también sea un espacio
donde se acepten concesiones con el fin de entretener. Durante toda la función
nos recalcaban el terrible panorama de la realidad nacional y buscaban
arrancarle una sonrisa al público de una manera generosa, amable y sincera. Estoy
convencido que los peruanos merecemos una sonrisa, al menos durante unos
minutos y en estos tiempos, es una casi necesidad por temas de salud mental. Finalmente,
opino que la honestidad es la base de todo: un teatro en donde el ser humano
muestre su naturaleza frágil y que el mensaje sea claro desde un inicio es lo
mejor. Además, creo que los montajes sin motor
ni motivo ayudan mucho en estos tiempos de tensión, insomnio, incertidumbre
y un largo etcétera de problemas psicológicos.
Muchas gracias a La Maldita Compañía por Sin motor ni motivo, toneras calientes 2023,
escrita por Augusto Gutierrez S., codirigida por Vanessa Zeuner y Micaela
Valdés, con la producción ejecutiva de Claudia Castro Pedro y Daniela Palma, por
contribuir con la salud mental y entretener de una manera original, concreta y
amable. Creo que por varios años y frente a la coyuntura tan compleja que
tenemos en el país es mejor montajes como estos y aspirar a buscar una excusa
para entretenerse.
Enrique Pacheco
27 de febrero de 2023
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