Crisis política contemporánea
Aquella capacidad que tienen los clásicos para reinventarse y
mantenerse vigentes constituye justamente la cualidad que los vuelve
inmortales. Una de estas piezas capitales, sin duda, es Antígona de Sófocles, extraordinaria obra que representa como
ninguna el eterno enfrentamiento entre la obediencia al orden político y las
libertades que todo pueblo debería contar. Dirigida por Dante Marchino e
interpretada por un joven elenco, esta versión libre contemporánea, a cargo de Alumbra
Producciones y estrenada en el Teatro Barranco, mantiene no solo el respeto
hacia el material original, sino que también arriesga en variar ciertos
aspectos de forma y fondo, que lejos de distorsionar el mensaje primigenio, lo
enriquece y fortalece a través de una mirada distinta.
La trama es ya conocida: la joven Antígona (Lucia Mayorga)
desea darle sepultura a su hermano muerto a pesar de la orden expresa de no
hacerlo, pues es considerado un traidor de la patria. Con vestuarios actuales en
tonos opacos y el uso de megáfonos y walkie-talkies,
la dirección apuesta por convertir la trama en atemporal y sale airosa en sus
resultados. Ayuda en ese sentido además, la elección de una actriz en el papel
de Creonte (Marisol Ramos), quien se nos hace muy (re)conocida como aquella obstinada
y soberbia líder, capaz de todo por seguir con la ley del Estado, en contra de
todo sentido común; asimismo, su enfrentamiento con su hijo Hemón (Jorge Luis
Rioja) adquiere nuevos e interesantes matices.
El desenlace, que perpetúa el círculo vicioso del poder monárquico
al involucrar a la hermana de la protagonista, Ismene (Chrisel Camarena),
también resulta muy significativo. Muy buen trabajo de todos los intérpretes en
general, destacando el actor invitado Jorge Bardales, en una sugerente actuación como el adivino ciego Tiresias. Esta nueva versión de Antígona adaptada a nuestros tiempos,
convertida ahora en un tenso conflicto entre dos fieras y empoderadas mujeres,
mantiene intacta su vigencia como clásico universal y es el inequívoco reflejo
de una sociedad fracturada, con gobiernos que no saben (o no quieren) “interpretar”
la real voluntad de sus pueblos.
Sergio Velarde
21 de febrero de 2023
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