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martes, 25 de octubre de 2022

Colaboración regional: EN LA MITAD DE TODOS LOS CAMINOS


Intruso Teatro

La agrupación “Intruso Teatro” tiene sus orígenes en el 2004, cuando un conjunto de estudiantes de antropología dan inicio a este ser idílico llamado grupo, como todo ser vivo tiene cambios en su vida, también referentes que lo ayudan a crecer, como son los directores y actores cusqueños  Oswaldo Povea, Rodo Rodríguez, Oscar Espinoza y otros nacionales, como Lucho Ramírez, Ana Correa, Alberto Isola, entre otros; maestros y compañeros que nos alimentan en el camino,  y entre idas y venidas, recién en el 2012, llega a consolidarse siendo este un punto de inflexión para  “Intruso Teatro”, pues con la convicción de su director Eduardo Flores, quien persiste en el tiempo para que el oficio dé frutos. Ahora, en el 2022, y con el recuentro escénico con una de las fundadoras del grupo Almendra Vivanco, nace esta nueva flor en el oficio: En la mitad de todos mis caminos, obra inspirada en los poemas de María Emilia Cornejo.

Es tiempo de poesía, en estos tiempos de supervivencia, de demencia política, de automatismos, de capitalismo darwiniano, de guerras, intolerancia, racismo, convulsión social, apatía y encallecimiento de nuestra amígdala más primitiva, esa que nos hace humanos. Digo es tiempo de poesía, no en vano en Cusco diversos colectivos y grupos secuestran en las tablas a Vallejo, Varela, Oquendo, Eielson entre otros, pues como diría nuestra poetisa Magda Portal (1) "Usad palabras como antorchas/ para alumbrar la noche de los pueblos/ como picas y palas o martillos/ o llamas desatadas para incendiar los campos enemigos." Las palabras son instrumentos para actuar que se convierten en la transformación misma. Y en esta ocasión, “Intruso Teatro” nos trae a María Emilia Cornejo para cuestionarnos, a través de un cuerpo en acción y en reflexión, que nos comparte su búsqueda .

Hablar de Maria Emilia Cornejo es hablar de sensualidad, de transgresión, de lucha social,  quizás también de (2) “convertir lo interior en exterior sin usar el cuchillo sobrevolar el tiempo memoria arriba y regresar al punto de partida”, pero también es hablar de la doble moral limeña quien no dudó en juzgar la libertad de sus escritos en crear mitos sobre su autoría, en secuestrar su pensamiento, en abanderarla y encarcelarla en un estereotipo. Qué sarcástica puede ser la historia con quien más que nada buscaba la libertad. He aquí uno de los primeros retos para poder llevar a escena a esta poetisa.

El inicio del proceso creativo se encuentra con la realidad del artista, estas “resistencias para la creación”; en esta ocasión, es el recuentro con el cuerpo quien ha sido encerrado por meses, casi años, por una pandemia que nos obligó a replegarnos en nuestros cuarteles de invierno, que si a veces pequeños espacios fungían de salas de entrenamiento, estas no eran suficientes pues no existía este encuentro con el otro pues (3) “¿qué es el laboratorio? Son los días para compartir investigaciones, para descubrir las cosas que no sabemos, en última instancia, para descubrirnos a nosotros mismos, que no sabemos, porque la verdad humana se revela y se revela solo en la presencia de otros seres humanos”. Es por ello que cuando la actriz y el director se encuentran en el espacio de entrenamiento, el recuentro con el cuerpo es intenso, buscando nuevas posibilidades o quizás antiguas disfrazadas o rejuvenecidas con el juego de acciones y encuentro con los elementos, pero también respetando los límites de un cuerpo que sale del yeso del encierro, trabajando las propias posibilidades y retos.

Los detonadores son diversos; mientras que para la actriz estos transitan por el sonido de un frasco de pastillas, que como un segundero de reloj a cuerda es constante y reiterativo mientras se inserta en nuestra mente, para el director transcurren en la búsqueda constante de situaciones corporales que cuenten poesía, imágenes que navegan en una azotea de un barrio emergente de Lima, con fierros de construcción que desnudos miran al sol, mientras un cuerda es atada de extremo a extremo del espacio escénico, línea roja de vida que se tiempla y destiempla transformándose en el uso de vestir, desvestir, acariciar, acorralar, estrangular, abrazar mientras la actriz se transfigura dejando la sensualidad de lado, se dobla en dos distorsionando su voz, volviéndola autentica, no imitando la posible musicalidad de Maria Emilia, sino de la armonía de la entraña del músculo en tensión que lucha con la columna de aire para hilvanar el cuerpo, la voz y el sentir. Es una lucha difícil, teniendo altos y bajos, quizás una tarea pendiente para profundizar en la constante evolución del proceso de creación que se expande más allá de una obra que sigue su tejido en el oficio.

Si bien (4) “en su sentido clásico, la dramaturgia se refiere al arte de la composición de las obras escritas de teatro. Desde la perspectiva contemporánea, el concepto de dramaturgia abarca además del texto escrito, la manera en la que se suceden y se plasman las diferentes secuencias de acción que constituyen la puesta en escena. Tal es el punto de Eugenio Barba que se refiere a la dramaturgia como la forma en que, por medio de todos los elementos que conforman la puesta en escena, las acciones se elaboran se conectan  y se interrelacionan en el espectáculo.” Tomando en cuenta esto, podríamos hablar de una dramaturgia escénica compartida por un lado la elección de textos, su orden, desorden, mezcla entre ellos y elección de fragmentos queda en manos de Almendra Vivanco y por otro lado las imágenes, acciones, música, luz y composición escénica en manos de Eduardo Flores en un tácito acuerdo simbiótico entre el director y la actriz, que llevan a escena la poesía de María Emilia Cornejo.

Conclusiones

En el Cusco hay muchas obras que llegan a estar en escena, la gran mayoría a simple vista, sin mayor investigación aunque llenas de entusiasmo, de grupos jóvenes, pero solo llegan a ser estrenadas y su muerte es rápida y silenciosa sin mayor trascendencia. Faltándoles uno de los pilares fundamentales del oficio: la persistencia en el tiempo, pues este es el que nos ayuda a aprender, mejorando nuestras herramientas de entrenamiento de investigación y composición, etc. Al otro extremo, hay grupos que persisten en el tiempo, con la terquedad de seguir aprendiendo, investigando, componiendo, buscando descubrir sus propias estéticas e identidad más allá de un sistema hegemónico que nos quiere arrastrar a lo superficial, tratando al oficio como mercancía barata que se quiere instrumentalizar para hacer la labor de un estado ausente, que lanza migajas disfrazadas de estímulos nacionales, que poco les importa el arte, en vez de buscar consolidar políticas culturales, como una red de salas nacionales (quizás salas concertadas con apoyo estatal), para que obras como esta no sucumban a la falta de público y espacios donde mostrarla.

La persistencia en el tiempo se hace a pulso, casi siempre con la autogestión, más en el caso del interior del país, donde los grupos no piden para la creación, pero sí la presencia de un estado que ayude en la creación de públicos y apoye a los espacios independientes a seguir en pie . Estamos “a la mitad de todos los caminos”, no retrocedamos sigamos, (5) vamos a llegar, si seguimos vamos a llegar... hay un punto, carajo, que está aquí mismito, carajo... que lo hemos pasado mil veces y es de nosotros... de los padres y los hijos. ¡A un nacimiento vamos!

Referencias

(1) Mujeres y movimientos sociales en América Latina: Ángela Ramos y Magda Portal, escritoras políticas de pie en la Historia del Perú. Lady Rojas-Trempe*

(2) Fragmento de Ejercicio materiales. Blanca Varela

(3) Ewa Bennez

(4) EL ARTE DEL ACTOR EN EL SIGLO XX. Un recorrido teórico y practico por las vanguardias. Borja Ruiz Pg. 426

(5) Cuarto Hermano Ayar “La Nave de la memoria” Ricardo Ore.

Miguel Gutti Brugman.

Cusco, 21 de octubre de 2022

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