No existe la pareja perfecta
Podríamos clasificar en dos grandes grupos las obras
escritas y dirigidas por Gianfranco Mejía y presentadas por Mever Producciones:
las que abordan temas polémicos y controvertidos, como Anorexia (2016) o Eutanasia
(2017); y aquellas que abrazan la comedia sin mayores complicaciones, como Fiesta de promoción (2016) o La comedia del año (2017). Para su nuevo
estreno, La crisis de los 3 años, que
viene presentándose en el Teatro Auditorio Miraflores, Mejía ha conjugado ambas
vertientes en partes similares y con una trama sencilla, pero con un par de
aciertos muy disfrutables.
El prolífico Mejía plantea una hipótesis ciertamente
polémica y puede que válida en muchos casos: los tres años marcan la aparición
de una inminente crisis en toda pareja. Asistimos entonces a los peores días en
la relación de Mario (el mismo Mejía) y Luciana (Daniella Stornaiuolo), quienes
se encuentran a días de celebrar su tercer aniversario, sin hijos, sin suegros
y solo en compañía el uno del otro. La rutina, las largas horas de trabajo o el
choque de caracteres vienen produciendo muchas fricciones entre ellos, así como
también algunos detalles superfluos, como quién debería usar el escritorio
primero o si es mejor salir o no a comer. Sin llegar a los niveles de violencia
de Después de casados (2017), las discusiones
se suceden de manera dosificada y están bien llevadas por la pareja
protagónica, ejecutadas con mucha simpatía y dramatismo, especialmente por Stornaiuolo,
la verdadera revelación de la obra.
Resulta curioso cómo aparecen el drama y la comedia en la
puesta, o mejor dicho, cómo son percibidas por el público, en estos tiempos de
empoderamiento femenino y lucha frontal contra el machismo. Secuencias de
violencia psicológica (con bofetada incluida), faltas de respeto o treguas movidas
por el alcohol provocan diversas (y curiosas, por decir lo menos) reacciones en
los espectadores, dependiendo de sus posturas asumidas. Mejía consigue con La crisis de los 3 años una propuesta controvertida
pero honesta, bien resuelta en escena y con muchas secuencias para sonreír y
reflexionar.
Sergio Velarde
16 de mayo de 2022
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