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sábado, 9 de enero de 2021

Entrevista: SERGIO OTA


“La risa es una terapia de aprendizaje.”

Las aventuras de mi hermano Carlitos y yo fue una de las puestas virtuales para toda la familia más entretenidas del año pasado, coprotagonizada, escrita y dirigida por Sergio Ota. Oficio Crítico conversó con el joven artista, a raíz del galardón del público obtenido en la premiación organizada por el blog en el 2020. “La culpa fue de mi mamá,” nos cuenta Sergio. “Me agarró un día y me dijo que me iba a llevar a ver cine en vivo, no me dijo teatro, me dijo que iba a ver personajes que se van a salir de la pantalla; me describió entonces este mundo de la fantasía teatral.” La obra que Sergio y su madre fueron a ver fue Pinocho. “Me deslumbró todo y le pregunté a mi mamá qué pasó, eso es distinto y ahí me contó que se llamaba Teatro y me preguntó qué te pareció y yo le dije que yo también quería jugar así.” Desde ese momento, Sergio supo que en algún momento de su vida iba a estar en un escenario.

Inicios artísticos desde temprana edad

Sergio manifestaba sus habilidades histriónicas desde el colegio. “Tuve varios profesores de teatro en el colegio, cuando ensayábamos me decían tú haces del papá o del abuelo o del niño y yo decía que ya, ya, ya.” Agrega que también le gustaban mucho las exposiciones dentro de las clases y estar delante de mis compañeros. “Por más que no haya estudiado, por lo menos hablando me defendía, era como jugar; el profesor se daba cuenta de lo que estaba hablando, que no tenía ningún sentido, pero me la pasaba bien; entonces él me decía que debería utilizar esa elocuencia, esa frescura para pararte frente al público y utilizarlo a mi favor.”

Resulta indispensable la enseñanza del curso de Arte en los centros educativos, especialmente el de Teatro, para beneficio de los escolares. “Es básico poder desarrollarse adecuadamente en la sociedad,” afirma. “Para desarrollarnos en las relaciones humanas, para convertirse en un ser humano mucho más justo, para entrenar nuestras emociones, para canalizarlas y tomar así mejores decisiones, para ser seres humanos que actúen con racionalidad y no con impulsividad, tener un equilibrio.” Para Sergio, el Teatro es una herramienta para poder desarrollar el intelecto de una manera inconsciente de manera paralela.


Antes de ingresar a la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático Ensad, Sergio ingresa a algunas universidades a estudiar Comunicaciones. “Evidentemente estaba en los talleres de Teatro y ahí me mi profesor Tito Cacho me recomienda entrar al TUC o a la Ensad, pero que el aprendizaje iba a ser duro.” Sergio decidió cambiar de carrera y como consecuencia, tuvo problemas en casa. “Así llegué a la Ensad, ingresé (increíblemente) con el monólogo de El daño que causa el tabaco, me acuerdo todavía de la primera parte; recuerdo que estudiaba mucho la primera parte y el resto lo olvidaba.” Sergio tuvo un gran jurado, compuesto por Sergio Arrau, Maura Serpa y Juan Rivera Saavedra. “Recuerdo que sentía mucha emoción, la adrenalina; recuerdo con mucho cariño a Sergio Arrau, me ayudó mucho en mi proceso de ser profesional, fue uno de los grandes maestros que tuve.”

Oportunidades y aprendizaje en la Escuela

Como alumno de la Ensad, Sergio enumera las ventajas que tuvo al ser estudiante en aquella época (1998-2004). “Primero, que no solo aprendías de tus maestros, también de tus compañeros; estoy seguro hubo y hay ahora mucho talento.” Asevera que la formación es muy importante para seguir creciendo y reconoce que la Ensad le brindó muchas oportunidades. “Pude participar en encuentros de escuelas de teatro, yo no tenía ni siquiera pensado que iba a suceder eso, la escuela me abrió las puertas del mundo para poder intercambiar y conocer culturas de otros países.” Evidentemente las puestas de la Escuela han tomado un giro radical hoy en día. “¡Ahora mira todo lo que tienen! Tiene mucha producción; en mi época todo lo teníamos que hacer nosotros, autogestionando.” Una de las obras más recordadas para Sergio es La lección, que realizó con su promoción. “Fue nuestro caballito de batalla, la gestionamos nosotros, cada uno sacó de su bolsillo y fue la primera obra profesional que lanzamos, obtuvimos ganancias y tuvimos dinero para pagar la graduación y las viajes.” Sin duda, todo el proceso fue una buena inversión. “Ahora, pensándolo fríamente, nos dio un montón de ganancias, cosa que no suele suceder, porque generalmente uno solo recupera lo invertido.”


Uno de los profesores que marcó la carrera de Sergio fue Carlos Acosta. “He aprendido de él un montón, ha sido el guía poder entender que las cosas no se hacen siempre con un mismo procedimiento o de una sola manera, sino que hay muchas formas de poder plantear de manera correcta la situación escénica, para el bien de la obra.” Destaca en Acosta la disciplina, el orden y el trabajo constante. “Y que el cansancio no sea el obstáculo, sino el motivador para poder desarrollar las deficiencias físicas y actorales que uno tenga, porque el público se merece lo mejor.” Sergio destaca también a Guadalupe Vivanco, por su constancia en trabajo; a Daniel Dillon; a Alicia Saco, que fue su primera profesora de teatro y a Leonardo Torres. “Cada uno de mis profesores ha contribuido para que uno se forme y que vaya por la línea teatral que va encontrando; y si se abren puertas en el camino, pues vamos a cambiar de rumbo.”

Actuación, dirección y dramaturgia

¿Cuáles son los tres requisitos que debe tener un buen actor de teatro? “Algunas cosas que yo necesitaría tener,” menciona Sergio. “Primero, la disciplina; sin eso no puedes conseguir absolutamente nada, puedes ser mal actor, pero si tienes disciplina lo haces todo.” Es claro que para Sergio, el trabajo hace la perfección. “Si trabajas una y otra y otra vez, vas a ver que se irá perfeccionando; y lo tercero, tiene que ver con la pasión: si no hay pasión, no hay disciplina, no hay trabajo, no habrá un buen trabajo.” Añade además, que si hay alguna persona con talento y otra, sin talento, y el que tiene talento se confía y la otra va trabajando, pues ambos pueden llegar a un mismo nivel. “Por eso, entre los requisitos no debe estar el talento, que es la facilidad que se tiene para abordar algo; si no lo trabajas, si no tienes disciplina, entonces de qué te vale; puedes llamar a un actor talentosísimo, pero si no tiene la disciplina, que incluye por ejemplo la puntualidad, mejor no lo llamen y convoquen a un actor que sea puntual y que trabaje.”


Para la obra Las aventuras de mi hermano Carlitos y yo, Sergio terminó actuando, escribiendo y dirigiendo la obra. ¿Cuáles son las características que debe tener un buen director de teatro? “Tiene que trabajar sus sentidos, lo que él va a buscar son las sensaciones que la obra te va a dar,” menciona. “Como yo concebí la obra, de hecho, ya como director tienes una visión de algo, es mucho más fácil plasmarlo en el escenario.” Sin embargo, las condiciones sanitarias limitaron un poco su labor. “Hubo un montón de factores en contra y tenía que haber un lenguaje audiovisual, encima estaba de un lado (como actor) en el que no podía ver la obra.” De hecho, para Sergio, son indispensables la percepción y la sensibilidad en un director. “Son súper importantes para poder desarrollar una obra y bueno, saber cómo lo quieres contar, cuál es la esencia de la obra… creo que son muchos factores los que debe tener en cuenta un director.”

Necesariamente, una buena obra de teatro para toda la familia debe cumplir ciertos requisitos. Para Sergio, lo primero que debe tener es un aprendizaje para los más pequeños. “Aparte debe ser entretenido, debe ser cercano, creo que son las tres cosas importantes para poder acercar  los vínculos de un lado y del otro.” En Las aventuras de mi hermano Carlitos y yo se pueden apreciar anécdotas o situaciones que a todos nos puede haber sucedido. “La obra debe trascender cualquier generación, para que el niño se diga a sí mismo que esto yo lo he hecho; también para poder entender más y juzgar menos; eso es lo que debe ser el teatro: juzgar menos y decir que estos procesos son naturales, que me pasó a mí como niño, me pasó a mí como padre, me pasó a mí como abuelo.”

La nueva virtualidad


La situación sanitaria es, qué duda cabe, bastante complicada; y más aún la vuelta a los teatros, pero con aforo reducido al 40%. “Los que hacemos teatro independiente siempre hemos luchado por tener un aforo, esa siempre ha sido nuestra primera lucha,” sostiene Sergio. “Pero eso depende del público, que también tiene sus reparos, tiene sus propios conflictos, sus propios miedos; entonces sí es complicado, porque muchas veces ni siquiera llegamos al aforo que el gobierno nos pide.” Desde antes de la pandemia, ya era complicado llenar un teatro para cualquier colectivo escénico. “Con esta coyuntura, se vuelve aún más complicado, sobre todo el tema de la inversión: no solo es el aforo, son las condiciones para poder captar ese 40%, porque mucha gente tienen sus reparos, porque tienen familia, porque quieren protegerse, hay una serie de trabas.” No obstante, Sergio sí estaría dispuesto a hacer una obra presencial, ya que para él sería un aprendizaje. “Pero el tema es las condiciones del teatro, es un tema logístico, hay que pagar el teatro, al personal, a los actores, cómo trasladas todo, tiene que ver con las cuentas y con los números, porque a veces se trabaja a pérdida o solo recuperas la inversión.” Si bien la virtualidad ofrece ventajas, captar público tampoco ha sido tarea fácil. “Les agradezco a las personas a las que les vendí la idea de la obra, que la van a pasar chévere; que uno pueda percibir y sentir a través de la pantalla, en estos tiempos, es súper complicado, hay muchos factores que considerar.”

En este 2021, hay muchas posibilidades de volver a ver Las aventuras de mi hermano Carlitos y yo, pero en una nueva versión. “Yo escribí Las aventuras de mi hermano Carlitos en Navidad, pero por una serie de factores laborales no se pudo dar,” comenta. “De ahí nació Las aventuras de mi hermano Carlitos y yo en la escuela, tengo otras ideas para seguir compartiendo, contando y aprendiendo.” Justamente, Sergio se sorprende con todos los comentarios de niños y adultos que vieron la puesta en escena. “Yo estoy 100% convencido que la risa es una terapia de aprendizaje y hasta los malos momentos se pueden convertir en buenos, para poder enseñar que cada acción tiene una consecuencia,” concluye.

Sergio Velarde

9 de enero de 2021

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