“Un actor debe darle una personalidad propia a cada personaje”
Samoa Producciones tuvo una intensa actividad el año pasado,
estrenando una variada gama de propuestas virtuales en diferentes temporadas. Justamente,
una de estas obras en línea fue La puerta de Mirko Miano, protagonizada por los
actores Alberto Vidarte y Pedro Ibáñez. Ambos ganaron el premio del público por
su interpretación en equipo en la mencionada representación dramática virtual.
Oficio Crítico conversó con ellos.
“A mí siempre me ha gustado todo lo que tenía que ver con la
actuación y el canto,” afirma Alberto. “De chico llevé talleres de verano que
duraban tres meses, pero ya de adulto necesitaba llevar la actuación de manera
profesional.” Es así que indagó y buscó, hasta encontrar la escuela de
formación Aranwa, dirigida por Jorge Chiarella y Celeste Viale. “Me gustó la
enseñanza, la currícula.” Posteriormente, Alberto entró al taller de Actuación
en Realismo psicológico de Carlos Galiano en el teatro Mocha Graña. “Fui uno de
los tres únicos graduados, de entre varios alumnos por eliminación; pertenezco
a la primera promoción.”
En el caso de Pedro, él sí tuvo el llamado por el Arte, pero no buscaba prepararse en el colegio, ya que se consideraba de perfil muy bajo. “Pero siempre me gustó la danza; en casa, yo también sabía que me gustaba dirigir, actuaba con mis hermanos, pero no lo estudiaba.” Sin embargo, cuando Pedro abandona el colegio y ya con una personalidad más definida, tuvo una idea clara sobre la decisión que había tomado. “Empecé profesionalmente con la danza; durante los dos primeros años de la universidad estudié Comunicaciones y a la par, entré al mundo de la danza, a la Escuela Nacional Superior de Ballet, al taller de Vania Masías y también de Danza Contemporánea con Dactilares Perú.” Con respecto a la actuación, siempre llevó talleres en paralelo con su formación como bailarín y entró al mismo taller que Alberto, el de Galiano. “Yo ya estaba en temporada en el teatro (estaba haciendo Billy Elliot), así que tuve que abandonar el taller y al año siguiente entré a Aranwa, que era perfecto para mí por el horario.”
Las virtudes del actor y del director
Es indudable que un buen actor de teatro debe desarrollar
todas sus capacidades. “Es importante llevar un taller de voz,” manifiesta
Alberto. “Porque el instrumento vocal se tiene que valorar, para tener las inflexiones
necesarias para un actor; se debe tener cierta armonía al hablar, saber cómo
transmitir y llegar, no solo con el sentimiento, sino con la voz; es importante
profesionalizarla.” Para Pedro, el trabajo físico es una manera de llegar a un
personaje. “Crearlo desde la columna, desde el cuerpo, desde lo físico: es una
de las técnicas más usadas en el teatro, es poder tener conciencia plena de lo
que estás haciendo y confianza en tu cuerpo y saber que no te va a fallar si
quieres llegar un extremo o al otro para generar distintos matices en tu
personaje.” Asimismo, la danza también aporta enormemente al trabajo del actor.
“La danza clásica te da disciplina rigurosa y te vuelves prácticamente un
atleta, no te la da con ir al gimnasio, es un entrenamiento completo y te ayuda
a generar resistencia, te prepara físicamente; nosotros le prestamos el cuerpo
y la voz a los personajes y es por eso que tenemos que estar con total
disposición para lo que querramos hacer con ellos.”
¿Cuáles son los requisitos básicos que debe tener un buen actor de teatro? Para Alberto es importante el tener una personalidad en escena. “Darle una propia personalidad a cada personaje, darle el peso específico que puedas proveerle, hay que usar nuestra propia creatividad y nuestro propio ímpetu.” Agrega que un actor debe aportar a la creación de la obra, y no limitarse a replicar lo que el director indica. “Hay que tener una simbiosis entre los dos, actor y director, para tener un acabado final en el que hayan intervenido los dos.” La convivencia del elenco durante los ensayos y funciones también es vital para Alberto. “Para mí, es básica la comunión que pueda haber entre todo el equipo, un actor debe estar apto para ayudar a los demás, generar un buen ambiente entre todos; la convivencia que se vive en los ensayos y las funciones debe ser óptima y ayuda a tener un equipo A1.” Pedro añade que un actor debe estar dispuesto a la vulnerabilidad no tecnificada. “No es cuestión de sintetizar y teorizar tanto todo lo que vendría a ser la actuación per se, si no permitirte hurgar muy al fondo.” No es errado afirmar que algunos actores, con los años, técnica y experiencia, pueden volverse “automáticos” en ciertos aspectos. “Se pierde esa esencia de accionar por el impulso, por eso es bueno no perder esa vulnerabilidad que te permita ir más al fondo, que no se pierda esa parte humana, llegar más allá de la técnica.”
Por otro lado, sobre las características de un buen director
de teatro, Pedro asegura que no es necesario que este haya sido un actor o
haber estudiado todas las técnicas habidas y por haber. “Creo que tiene que
tener liderazgo y tener claro lo que quiere hacer; e incluso que llegue sin
nada armado, porque es válida la improvisación y ver qué te dan tus actores,
pero sí saber navegar el barco, porque si no, todo se empieza a caer.” Acaso
todo pueda resumirse en tener una buena relación interpersonal con los actores.
“Tener un buen contacto visual, hay muchos directores que ni siquiera te miren
a la cara cuando estás ensayando; creo que es importante que un director sea
como un padre que le explica a sus hijos, cuando son chiquitos y están recién aprendiendo;
es muy importante la empatía, la comunicación entre un director y un actor.” Alberto
añade que le han tocado directores que le han permitido crear y que aceptan sus
propuestas. “Así uno va a actuar con mayor comodidad; esa comunión es lo que me
ha gustado mucho en cierto directores.”
Personajes entrañables y el mundo virtual
Cada intérprete siempre le guarda cariño por algún personaje en particular. Para Alberto, uno de los que más le ha gustado representar ha sido el de don Alejo, en la puesta en escena de Ña Catita. “Me gustó mucho el personaje, era una comedia musical y don Alejo, un hombre encantador, gracioso, afrancesado y cantante; me pareció que salía de mi zona de confort, porque los personajes que acostumbro hacer son muy rudos e intensos; entonces este personaje fue un refresh.” Alberto pudo entonces componer cosas nuevas y descubrir que podía hacer más comedia y entretener de otra forma al público. “Me gustó mucho la experiencia, estuvimos en dos teatros (la AAA y el Teatro de Lucía), con dos públicos distintos y fue interesante ver cómo respondía cada uno de manera distinta.”
En el caso de Pedro, su foto más representativa en la red es aquella en la que interpreta al mítico Freddie Mercury, en su homenaje escénico al grupo Queen. “Lo de Freddy fue un espectáculo de danza y lo disfruté mucho, fue toda una montaña rusa de emociones, el de ser la estrella de rock y toda la desgracia personal que le tocó vivir y reconstruirlo; todo fue bastante agotador pero gratificante.” Sin embargo, a pesar de las varias temporadas que tuvo este espectáculo, no es aquel el personaje que Pedro valora más. “Ese debe de ser Manuel, que fue mi primer personaje de una obra de texto, que era un chico que había decidido iniciar su proceso de transición, tenía mucha carga y le tengo un cariño especial.” La obra se tituló Ponte en mis tacones, escrita por Raúl Sánchez McMillan y dirigida por Ximena Aguilar.
El adecuarse a la nueva modalidad virtual fue todo un reto
para Alberto y Pedro, especialmente para sacar adelante el proyecto de La
puerta, dirigido por Nella Samoa Alvarez. “Fue algo nuevo, porque tuvimos ser
camarógrafos luminotécnicos y actores, hacer varias cosas a la vez; fue una
experiencia buena, igual el teatro es teatro y tiene que ser visto,” menciona
Alberto. “Samoa aportó el aspecto cinematográfico, es un plus en ella, porque
si vas a estar sentado en tu casa, desde tu laptop o desde tu celular,
necesitas que la obra tenga un lenguaje cinematográfico para por ahí enamorar al
que lo está viendo.” Pedro recuerda la manera en cómo llegó a conocer a Samoa.
“Alberto ya conocía a Álvaro Pajares (asistente de dirección) y había todo esa
convocatoria que se lanzó buscando actores que vivieran juntos o en el mismo
edificio.” Una vez seleccionados, Pedro afirma que se llevó muy bien con su
directora. “Con ella entiendo rápidamente, tiene las cosas claras y tiene la
virtud de entender a los actores, los escucha; La puerta fue una gran
experiencia.”
Si bien es cierto el Estado ya ha anunciado la reapertura de los teatros con aforo limitado, Alberto cree que la virtualidad va a continuar en nuestro medio. “Se van a encontrar nuevas maneras de hacerlo, se van a implantar dentro de virtualidad ciertos estilos, ciertos códigos para transmitir las obras, desde un celular o desde una cámara; creo que el año pasado ha sido un período de ensayo y prueba, pero nos ha ayudado a conocer el sistema.” También confía que la creatividad de la comunidad teatral limeña hará que los próximos estrenos lleguen a sorprender. “Se harán cosas más originales y que agreguen algo más a lo que se ha visto el año pasado.”
Por su parte, Pedro estima que al menos en el primer
semestre del año no haría algún espectáculo presencial. “No solamente por mí (porque
yo sé cómo me estoy cuidando), pero también la gente está en todo su derecho de
no ir, porque tiene que cuidarse y todo eso; es riesgoso, vamos a ver cómo va
con todo esto de la vacuna.” Es cierto que actualmente existe una gran
incertidumbre sobre la situación sanitaria, no solo en el Perú, sino en todos
los países. “Virtualmente, hay muchas plataformas que no se están usando y
justamente con Samoa estamos armando un proyecto grande, que se postergó el año
pasado, con 25 artistas en otro tipo de plataforma; creo que hay muchas cosas
que se pueden hacer.” Alberto añade que nuestro teatro no tenía mucho público
desde antes de la pandemia. “Creo que la mejor opción por ahora es hacer todo desde
la virtual,” finaliza.
Sergio Velarde
7 de enero de 2021
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