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martes, 28 de mayo de 2019

Crítica: AMOR CON HUMOR


La brevedad del amor

Step 10, un espacio relativamente nuevo dedicado al dictado de talleres de danza en San Borja, es el espacio para la presentación del breve montaje del género comedia “Amor con Humor”, una serie de microobras que abordan la complejidad del amor e interpelan al público el sentido que tiene este sentimiento. La productora “El Balcón” y con miembros de la agrupación de teatro musical “Escuela Dart” montan tres microrelatos: “Artemanía”, “El Encuentro” y “Un Hombre busca una Mujer”. El reparto lo componen Carl Espinal, Salomé Reyes, Brayan Vílchez, Sebastián Correa, Paola Boggio y André Nateri. La dirección está a cargo de los mismos actores.

La brevedad lo resume todo, pero el contenido es muy especial. En primer lugar, el espacio escogido fue algo incómodo: la sala de Step 10 cuenta con un espacio mucho más amplio en el jardín para apreciar espectáculos y este habría sido mucho más ideal; además, el orden de los asientos solo permitió apreciar correctamente el montaje a las personas de las primeras filas. Por otro lado, un problema que se apreció es el tema de la luz, que no era del todo fuerte sobre el escenario, sobre todo cuando se apreciaba “Artemanía”. Adicionalmente, el vestuario se trató de ropa casual que puede llevar cualquier ciudadano en la calle; en ese sentido, se trató de algo poco trabajado, así como el maquillaje que visiblemente no se empleó mucho, salvo en “El Encuentro”.

Las tres obras son bastante breves y de un solo acto de quince minutos, pero la acción dramática gira en torno al amor: en “Artemanía”, al amor al teatro de un joven migrante; en “El Encuentro”, al amor a uno mismo por reconocerse como homosexual frente a una sociedad machista; y finalmente, en “Un Hombre Busca una Mujer”, al intento de trasgredir las leyes que impone la sociedad que dictan que el amor entre un joven y una mujer madura no puede ser concebible. Las propuestas son muy interesantes y llegan a emocionar al público y alcanzan su objetivo: el humor, pero a pesar de ser muy cortas, creo que pudieron tener más contenido dramático, más acciones y menos diálogos. 

Por otro lado, son destacables las actuaciones de Sebastián Correa en el primer montaje, donde logra transmitir el dolor de la traición y maneja muy bien los cambios de comportamiento del personaje; además, el desarrollo que logra Brayan Vílchez en encarnar a sus personajes que se caracterizan por emplear la ironía sutil en todo momento; es notable el talento que tiene Vílchez para el humor, ya que logra con mucha naturalidad reflejar el asombro, la ira y el cariño en sus expresiones faciales y su presencia escénica es potente, le da mucha energía a su trabajo. La música es un punto a favor del montaje, donde destaca la limpia voz de la también actriz Salomé Reyes en “Un Hombre Busca una Mujer”. Creo que el canto pudo ser una propuesta mucho más activa en las otras dos historias.

En síntesis, lo más resaltante de “Amor con Humor” es el apartado musical.

Enrique Pacheco
28 de mayo de 2019

lunes, 27 de mayo de 2019

Crítica: LORCA


Un artista hecho poesía, una poesía hecha obra

“El teatro es poesía  que se sale del libro, para hacerse humana.” (Federico García Lorca)

“Lorca” es una propuesta escénica que aborda, de manera dinámica, fragmentos de la vida y obra del gran poeta y dramaturgo español Federico García Lorca. Adaptada y dirigida por Herberth Hurtado Loayza, la puesta en escena se encuentra en una corta temporada hasta el 2 de junio. “Lorca es una propuesta de teatro, danza y música en vivo donde diez intérpretes (siete actores y tres músicos) nos sumergen en la vida y muerte de Federico García Lorca, a través de sus poemas y obras del autor.”  Producida por Samoa Producciones, tenemos dentro del elenco a Gabriel Palacios, Joel Soria, Sergio Armasgo, Roly Dávila, Martha Gecé, Jazmin Tello y Adriana Pollack.

Esta propuesta de teatro–danza, cuenta con música en vivo (interpretada por Max Carbajal, Luciano Galdós y José Luis Rodríguez). La obra tiene un desarrollo multidisciplinario y dinámico, donde los personajes de dos de sus obras de teatro más conocidas (La casa de Bernarda Alba y Bodas de sangre) se mezclan con personas importantes en su vida. Se inicia con la ejecución de Lorca, realizándose desde ahí un flashback para contarnos su vida; guiados por una línea de tiempo que nos regresa hasta su muerte. Esta elección en la estructura logra darnos un inicio contundente y un final muy claro.

Para esta propuesta, el director ha adaptado fragmentos de la biografía, obras poéticas y dramáticas de García Lorca, jugando con una especie de “coro que danza”, exacerbando las emociones, miedos, y deseos del artista, logrando una propuesta intimista de la vida de este. Es así que las figuras que van apareciendo desde el recuerdo de este personaje realizan un sincretismo, es decir, dos o más actores representan facetas o emociones que nacen del mismo personaje central; por ejemplo, desde la figura de los personajes en sus obras dramáticas, podemos ver el deseo de libertad de una desenfrenada pasión que se muestra en Adela (hermana menor de “La casa de Bernarda Alba”); del mismo modo, el dolor que este sentía por la auto-represión visto desde otra de las hermanas de la misma obra. Este juego de sincretismo también se pudo observar desde la danza, cargada de emotividad, permitiéndonos ver los fantasmas de sus emociones reprimidas, exteriorizadas en este coro. Sin embargo, se da la desmultiplicación donde muchos de estos actores que realizan la narración biográfica toman diferentes papeles a lo largo del montaje.

“Lorca” es una propuesta que resalta el mundo interior del artista, sus obsesiones, deseos y miedos (que se pueden observar en la temática que se repiten en sus obras dramáticas y poéticas). Algunos de estos temas que toca este montaje son “el desamor, el deseo, el amor prohibido, el rol de la mujer, la lujuria, el arte y la homosexualidad; la pasión, el dolor, la angustia, los llantos, el sentir, el amor, la sangre, la muerte”, todos abordados en paralelo con fragmentos de sus datos biográficos. Resaltando así, toda la pasión de este personaje y el gran compromiso que tuvo con su trabajo artístico.

Todo lo hasta ahora observado tiene que ver con una propuesta de dirección sensible, que sin embargo, pudo mejorar en el ritmo: al condensar la extensión de algunas de sus escenas o eliminar la escenificación del momento en que Lorca se hace cargo de una compañía, como director y fracasando. Me atrevo a especificar esta escena, ya que encuentro que ese momento no cobra trascendencia en el montaje. Sin embargo, el ensamble dramatúrgico es muy interesante: la elección de acompañar con música en vivo también la considero acertada, ya que como sabemos, García Lorca tiene un gran trabajo como compositor de pequeñas piezas de canciones escritas para actores, y que pretendía se utilizaran dentro de sus puestas. Se debe resaltar la sensibilidad para rescatar las diferentes facetas del artista, pues la propuesta logra dar los diversos acercamientos que García Lorca tiene con el arte, en una propuesta sensible (lograda desde la multidisciplinariedad utilizada para la propuesta).

Por otra parte, el enfoque de las actuaciones, al ser teatro-danza, se centran en el trabajo corporal, manteniendo un buen nivel, tanto en la dramatización como en las coreografías y generando una carga emotiva muy buena. Las escenas dramáticas de fragmentos de sus obras se presentan a partir de figuras (de los personajes), en relación directa con la construcción y emociones del autor. Jugando con la imagen del autor que escribe en vivo sus obras y la relación directa de este con cada personaje.

Si hay algo que debería tenerse en cuenta en las posteriores funciones, es el cuidado con el espacio del público, el cual resulta improvisado, puesto que no cuenta con los suficientes asientos. Que el espectador sea quien deba solucionar donde sentarse, en cierta medida, predispone a una incomodidad para la recepción y quita calidad a un espectáculo que es artísticamente correcto. Este detalle que puede parecer pequeño influye mucho en el disfrute de la obra. Este es tan importante como saber colocar bien una luz u otros elementos, que si bien no son los principales en este montaje, aportan en la limpieza y la recepción del espectáculo, aún cuando este se dé en un espacio no convencional. Debería tenerse cuidado con el primer contacto que se le ofrece al espectador con la obra, su espacio personal (la butaca, la comodidad y posición de esta, es el cómo y desde dónde se observará).

Más allá de ello, "Lorca" es un espectáculo interesante, sensible, dinámico y variado que recomiendo no dejar de asistir a las últimas dos funciones: sábado 1º (9.00 pm) y domingo 2 de junio (7.00 pm.), en Tremenda Espacio Cultural, que se encuentra en Carlos Arrieta 279, Barranco.

Teaser de la obra: https://vimeo.com/336620923

Kiara Castro Béjar
27 de mayo de 2019

Crítica: EL JARDÍN DE LOS CEREZOS


¿Y los cerezos en el jardín?

Función 9/5/2019

“Todo el sentido y todo el drama del hombre se encuentran en su interior y no en sus manifestaciones exteriores”. (A. Chéjov)

“El jardín de los cerezos” de A. Chéjov, una de las obras magistrales de este autor, ahora está en temporada en el teatro Roma-Ensad, bajo la dirección de Jorge Sarmiento, director de la Ensad.

Este montaje sigue la línea estética del teatro de época, característica de los últimos montajes del director Sarmiento. La parte plástica es repetitiva con respecto a “El enemigo del pueblo” de Ibsen. La grandilocuencia escenográfica de la fábrica se repite al poner un “tronco” de cerezo en primer plano derecho para recrear físicamente el famoso jardín —pero no logra transmitir la atmosfera de la naturaleza, el microcosmos de los árboles de cerezos—, lo mismo que las proyecciones de los cerezos y bailes que no encuadran (también usado de la misma forma en el anterior montaje) y la colorimetría mal aplicada a vestuarios y texturas, porque van disociadas al pretender realizar vestuarios de época: un ejemplo claro es la prenda blanca que usa Liubow cuando regresa a casa.

Lorena Reynoso, brillante en su papel las pocas veces que aparece en escena, deslumbra; su tono de voz es fresco, tiene buena proyección y dicción. Del mismo modo, a Nany Rodríguez da gusto verla en escena, pues compone muy bien su rol actancial, con voz clara y potente. Y lo principal es que ambas trabajan bien los sentidos y componen esos personajes que Chéjov nos muestra en su dramaturgia: los que sufren interna y no externamente. Estas dos nóveles actrices hacen que sus presencias, en el montaje, alivien lo mecánico de los actores de gran trayectoria, como lo son Brescia, Combi, Vértiz y Hernández, y que casi todos ellos repiten lo que hicieron en anteriores montajes con el mismo director.

Pilar Brescia, manejando un texto con una entonación repetitiva en toda la obra, contribuye a que el montaje no mantenga un ritmo, por lo antes mencionado; su imperante inorganicidad, especialmente en los momentos tensos, hace que pasen a segundo plano los momentos “top” que plantea Chéjov en esta dramaturgia. En ese mismo estilo están sus colegas contemporáneos.

Chéjov nos plantea los dos textos que existen en sus obras: el visible y el no visible, y es justamente que los actores mayores no han descubierto el primer texto, para que se convierta en el segundo y eso es lo que decodifica el público. Chéjov manifestaba que dentro de cada personaje estaba el jardín de los cerezos y ese era el punto de partida para componer estos personajes tan sufridos, aferrándose a la decadencia: una metáfora de su sociedad.

El teatro clásico, en nuestros días, urge de nuevos conceptos estéticos para que lo literal, cada día, se aleje más del estereotipo de siglos pasados —ya no funciona el actuar de décadas pasadas—. Cuando juntemos dos generaciones distantes en el escenario, es vital encontrar el equilibrio actoral entre ambos grupos para que entre ellos se nutran y se construya un solo estilo.

Dra. Fer Flores
10 de mayo de 2019

domingo, 26 de mayo de 2019

Crítica: LA LEYENDA DEL PÁJARO FLAUTA


El teatro de la luz negra

El teatro para la infancia –o el teatro familiar- presenta una nueva propuesta en el Centro Cultural Ricardo Palma. Se trata del reestreno del montaje “La leyenda del pájaro flauta”, texto de la recordada Sara Joffré, bajo la dirección de Sofía Rebata.

La trama se desarrolla en torno a dos niños de la selva, quienes deciden viajar a través del río para buscar al “pájaro flauta”, que según cuenta la leyenda, al oír su canto y bailar, se encontrará la felicidad. Un texto muy sencillo que nos invita a reflexionar acerca de la felicidad y las formas simples en que podemos percibirla, pero, sobre todo compartirla.

Como técnica para desarrollar las escenas, se aplica el uso del llamado “teatro negro” o “el teatro de sombras”, que consiste en combinar el color negro (generalmente como fondo de escena y en el vestuario) con los colores fosforescentes, los cuales resaltan las figuras, imágenes o movimientos en escena. En este caso, la flora y fauna de la selva destacó por sus colores, mientras los actores que manejaban sus figuras vestían completamente de negro, incluyendo un pasamontañas. El elenco está conformado por: Narayana Campos (Niño), Ana Estephany Estrada (Niña), Pedro Alca y Jhosep Palomino (músicos), y Klaus Herencia y Priscila Arévalo (manejo de títeres), quienes se encargan de conectar con el público infantil y cumplen sus roles con energía y precisión.

La puesta se compone de música en vivo (bajo la dirección de Fernando Neyra), coreografías y canciones; además, los personajes “rompen la cuarta pared” en momentos oportunos para afianzar algunos parlamentos. Detalle importante que los músicos reciban a los espectadores tocando y cantando, lo cual hace que se familiaricen con los más pequeños y claro, recrean la atmósfera sonora de lo que se verá en adelante.

Con mucho entusiasmo, “La leyenda del pájaro flauta”, propone un estilo diferente y poco fomentado en el teatro limeño, mediante una didáctica coherente y entretenida. Así, la técnica de la luz negra se logra con pulcritud y es recibida de buena manera por los niños y también por el público adulto.

Maria Cristina Mory Cárdenas
26 de mayo de 2019

Crítica: MERCUCCIO, VENGANZA, MUERTE Y REDENCIÓN

Rímac 1992: Catarsis Total

De temática realista y cruda, la nueva agrupación teatral Proyecto 88 ½, en coproducción con Actoarte y bajo la dirección de Jorge Bazalar, nos trajo este montaje dramático, la primera parte de una triología: “Mercuccio, Venganza, Muerte y Redención”. La única actuación estuvo a cargo de Henry Sotomayor, quien también forma parte del colectivo La Mayu, especializada en teatro para la familia. El lugar escogido para la presentación fue la prometedora Casa Winaray en el Centro de Lima. El montaje estuvo acompañado con música de guitarra en vivo, a cargo de Miguel  Eduardo Cotos.

La ambientación del escenario que se realizó, fue un viaje directo al contexto sobre el que gira el espectáculo: una apocalíptica Lima de 1992, en donde la violencia y el miedo son una constante, y la precariedad de la vida se demuestra en el color. La historia trató de reinventar la historia de “Romeo y Julieta” sobre los Montescos y los Capuletos, pero los revivió no como familias, sino como pandillas juveniles. Antes de iniciar la obra, a los asistentes se les indicó que deben elegir pertenecer a una de las dos pandillas, se les pegó una papel sobe el pecho para ver el montaje desde la izquierda (Montescos) o la derecha (Capuletos) y en el centro, separados por unas líneas amarillas en el piso, ocurrieron todas las acciones. Hablando sobre los aspectos estéticos, se pudo notar que sobre el piso se veía la silueta de un cuerpo como después de un homicidio y la ambientación fue de estilo realista y chicha, resaltada en el color de los afiches y las luces. Claramente, lo que el montaje trató de resaltar fue la temática de la migración a Lima.

La acción dramática giró en torno a cómo el joven Mercuccio trata de escapar de la violencia, en medio de un contexto hostil; en uno en el que se ve obligado a recurrir a la venganza por la muerte de un niño, pero luego resuelve que la violencia lo lleva a su destrucción y trata de encontrar una escapatoria a su alma. Sotomayor desarrolló tres personajes: el mismo Mercuccio, un joven del Rímac, ingenuo y de buen corazón; Bembolio, un chico con problemas en la vocalización de la palabras, pero que es muy amigo de Tito; este último, el villano, un ser cuya moral retorcida lo lleva a la justificación de la violencia como camino a todo y para ello hace uso de armas de fuego. En ese sentido, son tres personajes con personalidades radicalmente distintas, con un vestuario sencillo que los diferencia: Mercuccio, con polo oscuro de temática punk; Bembolio, polo sencillo y gorro verde; y Tito, camisa de colores muy chillones. A resaltar la dicción que desarrolló el actor para que cada personaje tenga una manera particular de hablar. Luego de la presentación, Sotomayor indicó que hizo un trabajo de investigación teatral para poder alcanzar este objetivo, pero que aún le faltó más, pues el personaje de Tito inicialmente estuvo pensado como un migrante de la selva, pero la complejidad de imitar la forma de hablar de este sin caer en la exageración, hizo que lo dejara como se presentó finalmente.

La temática de la migración y la violencia fue la constante en todas las escenas del montaje. En ciertos momentos, Sotomayor pidió a los asistentes ser parte del montaje, principalmente a través del baile, pero por momentos llegó a ser un poco confuso, ya que los personajes se dirigieron a personas específicas del publico y esto generó sorpresa en ellos, pues uno no sabía hasta qué punto participar o responder al personaje. Una experiencia muy parecida a lo sucedido en el montaje “Kapital 2” en el Club de Teatro de Lima. Por otro lado, se debe rescatar que Sotomayor ejerció un buen dominio escénico, de tal manera que el público quedó totalmente inmerso en lo que sucedió y llegó a empatizar con la tragedia de Merccucio, pero el ritmo con el que sucedió todo fue algo acelerado, pues al haber solo un actor y momentos en los que los tres personajes están en una misma escena, podría uno perderse. Personalmente, no capté el momento en el se revela el destino de Tito. Otro aspecto muy resaltante fue la música en vivo, que acompañó los diferentes cambios de humor de los personajes, sus risas y sus dolores. Esa guitarra fue muy precisa y emocionante. Hay que destacar las producciones que apuestan por la música en vivo y no grabaciones. El final fue estremecedor, utilizando la silueta en el piso en forma de cuerpo.

“Mercuccio, Venganza, Muerte y Redención” fue un montaje muy recomendable.

Enrique Pacheco
26 de mayo de 2019

miércoles, 22 de mayo de 2019

Crítica: JUERGUES


LA JUERGA DE HACER UNA OBRA

“Juergues”, comedia con desenlace dramático, escrita y dirigida por Roberto Ángeles y producida por Jesús Alzamora, se presenta en el renovado Teatro Julieta de Miraflores hasta el domingo 2 de junio, con las actuaciones de José Dammert, Alonso Cano, José Diez Canseco, Italo Maldonado y el mismo Alzamora.

Sinopsis: “Cinco amigos, acostumbrados desde su etapa escolar a reunirse los jueves en un departamento miraflorino, deciden ensayar un show para la despedida de soltera de una compañera. Pero a medida que el tiempo pasa, entre sánguches y ron, sus charlas y recuerdos van transformándose en duros enfrentamientos verbales y golpes bajos. Los jóvenes disfrutaron siempre de comodidades y recibieron buena educación; sin embargo, no desarrollaron algunos valores básicos y aún como profesionales, cometen faltas que nunca corrigen avalados en las apariencias.”

La obra es una comedia ligera que tiene de recurso principal el humor negro, desde donde realiza una especie de crítica a esta clase social de jóvenes acomodados, pero cuya moral no está bien definida. Al ingresar a la sala, el público es recibido con canciones adaptadas, cuyas letras están cargadas de burlas o chistes misóginos, machistas y clasistas; temas que se expondrán durante toda la obra. La reunión de amigos (todos hombres) es el pretexto perfecto para dejar ver de manera cruda y directa la moral de cada uno de los personajes. La comicidad durante toda la obra se apoya en los arquetipos “miraflorino, joven y acomodado”.

Mas allá de la dramaturgia, la cual debo resaltar, señalo en las actuaciones algunos personajes que han caído en el cliché más que otros. No solo ello, sino que ha faltado matiz y organicidad en sus actuaciones, resultando planas, ya que a los actores en más de un momento les faltaba la conexión con la situación y con su compañero o compañeros de escena, lo cual no permitía el crecimiento o "bola de nieve” en los propósitos y emociones de los personajes. Por lo cual, el final llega con poco impacto. Por otra parte, la ruptura de convenciones, como agarrar el telón de fondo para sacar de escena algunos elementos o como cuando el actor habla mirando al público parte de un texto que era para sus amigos, etc. molestan al espectador.

En cuanto a la dirección, debo señalar que en gran parte fue correcta, pero pudo tener una convención más contundente, un enfoque más crítico. Por ejemplo, cuando se transgrede la convención de la cuarta pared, lo cual no genera mayor aporte a la historia, ni para el significado de la obra; y aquel show en las escenas meta-teatrales como en el momento del ensayo, en el que están bailando, cantando y tocando instrumentos, uno de ellos baja del escenario para rodear al público y volver a subir por el extremo opuesto: todo este “intermedio de chiste facil” genera un poco de distracción y evita que la discusión importante del tema llegue a un clímax. Además, considero que el tratamiento de la propuesta se construye sobre la superficialidad del tema y los otros elementos, como la escenografía, luces, etc. no contribuyeron a ninguna crítica mayor.

Sabemos que la obra, antes de su estreno en otro espacio teatral, fue censurada y podemos imaginar que ha sido por el lenguaje vulgar que se maneja, entonces de esa manera llega al Teatro Julieta, tal como lo cuenta Alzamora en la entrevista que les realizan de Premium Perú Tv. Luego de ver la obra, me queda una pequeña reflexión: existen muy pocas puestas que en verdad se detienen a hacer una investigación con conciencia de temas y de formas. El teatro limeño últimamente se conforma con presentar obras y más obras. Es cierto que el teatro en Lima ha crecido, pero en cantidad no calidad, y es uno de los grandes problemas de nuestro arte. La mitad de lo que está en cartelera suele tener una ligera investigación y es preocupante la baja calidad que está presentando nuestro arte. 

¿Es que hoy en día no hay nada que decir? ¿Y es que todas las formas ya han sido inventadas? No lo creo, pero para el público ir al teatro no debería ser solo un evento social, sino la búsqueda de ir a sentir, a pensar o conocer, etc.  Al salir de un teatro, no deberías tener la misma impresión que tienes al salir de una juerga, no debería ser solo una anécdota.

"Juergues" es una comedia ligera, que muestra las actitudes indiferentes y de doble moral que a veces se maneja en las clases altas acomodadas. Las temáticas como el machismo, racismo, clasismo, misoginia son algunas que se dejan ver en las personalidades de estos “personajes”. Temáticas con las que convivimos todas las clases. Sin embargo, esta obra toma como pretexto el enfoque de estos jóvenes de clase alta, en un jueves de juerga, para tocas dichos temas de la forma más cruda y directa. Si debo resaltar algo de esta obra, es la dramaturgia, la cual también estuvo a cargo del director Ángeles. "Juergues" es una opción más para asistir al teatro entre amigos, y para ello tienen hasta el 2 de junio. Véanla y saquen sus propias conclusiones.

Kiara Castro
22 de mayo de 2019

martes, 21 de mayo de 2019

Crítica: USTED PUEDE SER UN ASESINO


Un asesino fuera de serie

Durante el mes de abril y en la importante Casa Cultural Mocha Graña estuvo en su primera temporada, la comedia “Usted puede ser un asesino”, creación original de Alfonso Paso, bajo la dirección de Ricardo Morante y las actuaciones de David Huamán (Simón Adelbert), Cristhian Palomino (Enrique Picart), Jenny Hurtado (Margarita Adelbert), Pedro Olórtegui (Inspector Hilario Cervera), Claudia Trucíos (Briggite Picart), Sergio Velarde (Julio Rondón) y Daniel Tapia (Denso). La producción estuvo a cargo de Página Cero del también actor Palomino.

Con la sala casi totalmente llena, la función sorprendió desde los visual. Lo primero que resaltó fue la estetica del escenario, que fue de estilo realista: se trató de recrear una ambientación del interior de una vivienda clásica de los años cincuenta, como en la película Casablanca (1947) de Michael Curtiz . Los acabados de los mobiliarios estuvieron muy bien cuidados, aunque fueron muchos elementos; sin embargo, esta estética fue interesante, pues la obra se contextualizó en un tiempo mucho más contenporáneo, que uno pudo deducir por la dicción de los personajes y la música urbana.El montaje consistió en dos escenas en las que la acción dramática giró en torno a cómo un grupo de amigos, Simón y Enrique, tratan de escapar de sus frustradas aspiraciones de serles infieles a sus esposas (Margarita y Briggite, respectivamente) por una noche, debido a la muerte súbita de un desconocido (Denso) en su propio departamento. Las actuaciones se centraron en cómo esconder el cadáver y esto se tornó en una serie de situaciones cómicas. La comedia, en este caso, tuvo como su principal herramienta a la palabra, muy llena de picardía y de un lenguaje limeño irónico.

El histrionismo de los personajes de Simón y Enrique fueron lo más destacable de la primera escena. Los actores se movilizaron con mucha precisión por el escenario, lo cual fue interesante, pues el escenario estuvo muy lleno de elementos que fácilmente pudieron interrumpir una acción. Por otro lado, los personajes de Briggite y Margarita se mostraron ligeramente sobreactuados y no se lograba entender claramente el mensaje y los diálogos. Los vestuarios fueron muy limpios para el género que se trataba de construir: una comedia policial clásica, pero contextualizada en una Lima mucho más contemporánea. La narración dramática fue muy bien desarrollada, existió una gran conexión entre la primera y la segunda escena, de tal manera que el montaje no fue apto para distraídos. Todo el tiempo, se tuvo que estar atento a los detalles para poder entender las acciones que desarrollaban los actores y para comprender el desenlace.

“Usted puede ser un asesino” está actualmente en su segunda temporada los fines de semana en el Teatro Auditorio Miraflores.

Enrique Pacheco
21 de mayo de 2019

Crítica: TRECE Y MARTES


La vigencia de la comedia

Colectivo Creativo trajo en el mes de marzo la divertida comedia “Trece y Martes”, bajo la dirección de Ricardo Morante y con las actuaciones de Katherina Sanchez, Ena Luna, Victor Barco y Sergio Velarde en el Teatro Auditorio Miraflores.

La ubicación del teatro es ideal, pues se trata de un espacio que ayuda a abstraerse y concentrarse en lo observado: Cristina (Ena Luna) y Jerónimo (Víctor Barco) son un matrimonio muy feliz y con una tendencia a ironizar todas sus experiencias; además, son muy amigos de otra pareja disfuncional, Natalia (Katherina Sánchez) y Patricio (Sergio Velarde). Este último acaba de caer de un vuelo de avión en la Amazonía, con un boleto de lotería que originalmente era de Jerónimo. La acción dramática de la obra gira en torno precisamente a las diversas situaciones que atraviesa Jerónimo para recuperar el boleto de lotería premiado de la maleta de Patricio.

Es muy rescatable la dramaturgia, ya que casi en todo momento produce una sensación de tensión entre el público sobre qué es lo que le ha sucedido a Patricio y si este está vivo o no. Por otro lado, acerca de la producción, la decoración es muy sucinta, de estilo realista, con muchos elementos de utilería básicos, mobiliario y luces blancas muy sencillas, pues todo sucede en un solo acto. Lo más resaltante del montaje, repetimos, es la dramaturgia (adaptada al contexto peruano) y las jocosas situaciones que atraviesan los personajes que hacen que la energía escénica no se pierda y el público se encuentre concentrado todo el tiempo disfrutando con risas.

El vestuario de los personajes consta de ropa casual, pero de colores vivos y hasta chillones, lo cual juega muy bien con la temática del montaje: la comedia. Las actuaciones fueron muy creíbles, en especial la de Sánchez, quien destacó por su protagónico en “Chambi y la ciudad dorada” el año pasado. La actriz produce en su actuación, una serie de gestos faciales que transmiten mucho el sentido del humor. Luna y Barco le ponen el toque sarcástico a sus personajes, que los hace muy empáticos. Una situación que no queda del todo clara es la muerte repentina de uno de los personajes, que sucede demasiado rápido al final; este pudo haber sido uno más cómico y no tanto dramático, pues rompe un poco con la acción. Finalmente, “Trece y Martes” es una comedia rápida, agil, con un uso de la ironía de manera inocente y con actuaciones precisas y limpias . El montaje terminó con una lección sobre la importancia de la convivencia familiar y la amistad.

Enrique Pacheco
21 de mayo de 2019

lunes, 20 de mayo de 2019

Crítica: ¿SUELDO BAJO? ¡NO HAY QUE PAGAR!


El parecido con la realidad, no es coincidencia

Continúa en temporada el montaje dirigido por Gilbert Rouvière, escrito por Dario Fo y Franca Rame, en el Teatro del Centro Cultural de la Universidad del Pacífico.

Bajo el título original de “Non si paga, non si paga!”, esta comedia nos traslada a la Italia de los setentas, donde viven Antonia (Vanessa Saba) y Margarita (Lizet Chávez), amas de casa que ante la crisis económica y la subida de precios no encuentran más remedio que robar los víveres del supermercado. A fin de preservar el “botín” (y su libertad), estas mujeres tejen una serie de enredos para esconderse de la policía, los militares (interpretados por Christian Ysla), y hasta de sus esposos Giovanni (Miguel Iza) y Luigi (Manuel Gold), respectivamente.

La propuesta visual es contundente, el telón de terciopelo se descubre y revela una sala-comedor-dormitorio propia de la década, delimitado dentro de un rectángulo que sobresale. Los vestuarios y acertada elección de la música permiten conectar rápidamente con la convención. Planteada con suma creatividad desde su dramaturgia, ¿Sueldo bajo? ¡No hay que pagar! aborda temas sensibles, como la desigualdad de las personas frente al sistema económico y social; o el hecho de abandonar las convicciones morales para conseguir sobrevivir.  

Dirigida con pertinencia, la pieza teatral fluctúa entre el humor negro y la ironía con naturalidad, sin caer en excesos de energía o interpretación. En ese sentido, si bien la comedia es el eje central de la obra y el montaje, se logra amalgamar con los momentos de tensión. Los gags funcionan y complementan las interpretaciones de los personajes, quienes realizan algunas escenas con espontaneidad, sugiriendo una improvisación sutil.

Un elenco bien afiatado que resuelve en escena, siendo el caso de Christian Ysla, quien maneja varios personajes, o el encuentro de Vanessa Saba con un rol distinto a los que nos tiene acostumbrados, el cual cumple con mucho mérito. Cabe mencionar que la obra está dedicada, especialmente, a la memoria de la querida actriz Sofía Rocha, quien formaba parte del reparto original.

¿Sueldo bajo? ¡No hay que pagar! es una puesta recomendable, que en medio de situaciones elocuentes visibiliza no solo las desigualdades económicas, también nos recuerda que vivimos en una sociedad cada vez más consumista. Actualizando problemáticas que persisten pese al paso del tiempo. Va hasta el 03 de junio.

Maria Cristina Mory Cárdenas
20 de mayo de 2019

martes, 14 de mayo de 2019

Crítica: RESISTENCIAS COTIDIANAS


Teatro para resistir

“Resistencias Cotidianas” es una creación colectiva dirigida por Jorge Villanueva con la dramaturgia de Federico Abrill. Llevada a escena por “Resiste Teatro”, tiene una corta temporada del 3 al 26 de mayo de viernes a domingo a las 8 p.m. en el Teatro Mocha (Jr. Sáénz Peña 107, Barranco). 

Esta creación colectiva tuvo su origen en el la muestra del cuarto nivel del IX Taller de formación actoral de Ópalo, estrenando una primera versión en diciembre del 2018 en el Icpna, con el nombre de “NUEVE/Resistencias cotidianas”. Para esta versión, contaron solo con un elenco de siete actores, dentro de ellos: Daniel Suárez, Andrea Jacobs, Katherine Serván, Patricia Landa, Pedro Cáceres, Macarena R. Layseca, Ernesto Peregrino.

“Resistencias Cotidianas narra la historia de siete personajes que conviven en las sombras de nuestras calles. Que transitan con nosotros y no vemos. Una creación colectiva que busca darles una historia y entender por qué siguen a la sombra y donde encontrarán esa luz.”

Con una duración de una hora y veinte minutos, el montaje se sostuvo únicamente en las narraciones de estos personajes; aun cuando las actuaciones fueron correctas, el ritmo de la puesta decayó en el transcurso del montaje. Mucho de ello se debe a los continuos cambios de posición de las sillas utilizadas en las transiciones de un relato a otro. Esto no permitía que el hilo que entreteje las historias logrará un crescendo o intensificación de las mismas, por lo cual la narración resultó plana de manera general.

Como menciono, aun cuando las actuaciones tuvieron un buen manejo de texto y personajes, la dinámica narrativa elegida en esta puesta fue insuficiente para mantener una obra de la duración mencionada. Sin embargo, debemos resaltar el buen trabajo de algunas actuaciones, sobre todo por la cohesión con sus personajes, librándose del cliclé. Podría resaltar, entre estas, la gran labor de Pedro Cáceres, quien interpreta un personaje con discapacidad motora: el trabajo corporal, de gesto y con el texto de este actor es plausible.

La temática de la obra es importante dentro de una Lima insensible y competitiva, una verdad que difícilmente es visibilizada, ya que pertenece a una minoría, pero que sin embargo debería importarnos a todos. Las pequeñas resistencias con las que se encuentran día a día estas personas que son discriminadas por ser diferentes ante la sociedad.

La elección de la escenografía me parece acertada: en tanto estas largas tiras de papel, infestadas de noticias, anuncios y cifras dentro de su estética grotesca, nos acercan “al graffiti desordenado” de la ciudad (entre anuncios, noticias y gráficas) con las que día a día nos encontramos. Además la disposición de estas tres tiras de papel podría permitir que pensemos que nos enfrentaremos a  relatos de la calle. De igual forma, la disposición de estas aportaron también dinamismo y fluidez a la escena, pudiendo favorecer en su ritmo continuo, que sin embargo se ve afectado por el exceso de transiciones anteriormente mencionado. Con una reducción de estas, la propuesta de narrativas fragmentadas funcionaría mucho mejor.

En conclusión, podemos decir que la obra tiene una propuesta de dirección sencilla, pero atinada en muchos aspectos, en la que podemos resaltar el trabajo de la actuación, así como el registro elegido de las mismas. Esta es una obra a la que recomiendo asistir, puesto que contiene una temática totalmente actual, además de interesantes actuaciones. Siempre señalando que se podría solucionar el trabajo con los ritmos e incrementar la variedad de matices en las narrativas; necesario para lograr mantener la expectativa del espectador durante la hora y veinte del espectáculo. De todas formas, no deberían perderse el trabajo de este nuevo colectivo, que estoy segura promete sorprendernos con más montajes. La cita es de viernes a domingo a las 8.00 de la noche en el teatro Mocha Graña (Jr. Sáénz Peña 107, Barranco) tienen hasta el 26 de mayo para asistir y disfrutar del trabajo de estos jóvenes actores.

Kiara Castro
14 de mayo de 2019

Crítica: BALADA DE LA CONCHA Y LA PASTORA


Un encuentro entre la poesía y el cuento

El Club de Teatro de Lima es el escenario elegido para representar la obra “Balada de la concha y la pastora”, de la dramaturgia de Alfredo Bushby y bajo la dirección de Eliana Fry García-Pacheco, quien asume este rol por primera vez con notable habilidad.

Escrita en verso, la obra narra la función de un teatro itinerante (presentado por Javier Valdés) que va de un lugar a otro, contando la historia de una pastora/cazadora (interpretada por María del Carmen Sirvas), que en medio de sus paseos por un bosque europeo se encuentra una concha marina que se convertirá en hombre (personajes encarnados por Esteban Philipps), por los ruegos de aquella mujer. Pero, ¿cuál es el asunto? Pues bien, al encontrarse estos dos universos, colisionan y se exponen sus diferencias frente a temas como el deseo, la religiosidad, la violencia y la culpa.

Desde el ingreso, los actores reciben al público como ‘actores’ –valga la redundancia- de este teatro de la calle. Se percibe la apariencia de un bosque encantado (por la iluminación), creándose una mística particular sostenida durante toda la puesta. Los vestuarios y el manejo de la utilería aportan dinamismo en los cambios de escena. Aunque, sin lugar a dudas, la potencia interpretativa es fundamental, en este caso, el trabajo actoral es muy correcto tanto en la entonación, como en el control de la respiración pese a la dificultad de los movimientos y acciones físicas.

Despojada de un estilo naturalista, la construcción escénica se compone de rasgos sumamente teatrales. Debido al lenguaje en verso, no hay nada dicho de manera explícita en los parlamentos, por ello, es necesario que el espectador preste  toda su atención a lo que se cuenta (y saque sus propias conclusiones).

Provocadora, audaz y retadora, “Balada de la pastora y la concha” es una interesante propuesta que desnuda dos versiones de la vida, cuestionando la posibilidad de un acuerdo entre ambas partes, que tal vez nunca se logre. Así, se convierte la poesía en un cuento cuya moraleja abre el debate. ¿Quién tiene la culpa? ¿La víctima o el victimario? ¿Tenemos la potestad para juzgar? Las respuestas quedan a discreción del público, que podrá avalar a una parte o a la otra.

Maria Cristina Mory Cárdenas
14 de mayo de 2019

domingo, 12 de mayo de 2019

Crítica: JAURÍA


“Somos parte de todos”

“Jauría”, obra escrita por Julia Thays, inició temporada en el Teatro ICPNA de Miraflores. La dirección está a cargo de Jesús Neyra.

La propuesta se materializa mediante una performance, en la cual Anaí Padilla, Dante del Águila, Gisela Ponce de León, Gonzalo Molina, Marcos García-Tizón y Lucía Caravedo revelan sus conflictos como individuos, en medio de una batalla contra ellos mismos y las circunstancias que los rodean. El movimiento, la música y el teatro se entrelazan para mostrar algunos arquetipos (el machismo, el bullying, la falta de aceptación, el abandono) que aún perduran en la sociedad.

Al inicio, se observa a los actores realizando los ejercicios de calentamiento, algunos de ellos completan el diseño de la escenografía con el uso de la pintura. Los tonos neutros y colores tierra priman en los vestuarios; la pintura de colores representa lo más llamativo visualmente. De pronto, el grupo se une y juntos definen la palabra ‘jauría’, acompañados de movimientos rápidos. En adelante, cada actor interpretará su propia historia, los demás intervienen en momentos determinados y en distintos planos del escenario.

Cada historia es particular en intensidad y contenido; el recurso lúdico y el juego aparecen reforzando algunas escenas. Poco a poco se crea un vínculo con el espectador, convirtiéndose en complicidad, al romperse la cuarta pared cuando se plantea una pequeña interacción entre los actores y algunos miembros del público. Hacia el final, en medio de cantos, los intérpretes nos recuerdan que aun como seres individuales, pertenecemos a una colectividad.

Aludiendo al teatro existencialista, el cual tiene como centro al individuo, este montaje profundiza en la lucha del ser humano para ser y existir, a pesar del miedo, la adversidad y el egoísmo que lo rodea; en un momento de su intervención, Gonzalo Molina cuestionaba: “¿Por qué me tengo que construir para los demás?”, para luego despojarse (metafóricamente) en escena de la forma en la que había sido educado en casa. En este punto, cabe resaltar las interpretaciones actorales, las cuales se humanizan y se concretan más allá de un personaje.

“Jauría” apuesta por un lenguaje escénico distinto, la performance, que si bien no es muy estructurado, a través de su libertad y estilo pretende mostrarnos los problemas actuales de la sociedad.

Maria Cristina Mory Cárdenas
12 de mayo de 2019 

Crítica: FUENTEOVEJUNA


¿Clásico renovado?

Función 11/5/2019

La Asociación de Artistas Aficionados nos presenta, dentro del marco de su proyecto Teatro y Escuela, la magistral obra de Lope de Vega Fuenteovejuna, bajo la dirección de Omar Del Águila.

Esta adaptación dramatúrgica (no sabemos quién la hizo) mantiene lo que propone el autor en el texto original, así como también el verso y justamente, ese es el talón de Aquiles de la gran mayoría de los actantes. El verso tiene una rítmica especial y la respiración debe ser bien trabajada para poder decir bien los sonetos: esa es la parte técnica; y lo otro, es que no han encontrado el sentido de los versos, por ende, no se puede seguir la línea dramática de esta adaptación. Laurencia los maneja muy bien, así como también Pascuala y Mengo, a quienes también se les ve concentrados y manejan el verso haciéndolos suyos; con respecto al Comendador, su dicción y voz rasgada, siendo personaje protagonista, deberían mejorarse urgentemente.

La estética de hacer un clásico y renovarlo tiene como valioso ejemplo el que se realiza en Mérida, España, donde todos los clásicos son renovados, sacándolos del estilo teatro museo (visitar www.festivaldemerida.es). Para hacer lo antes escrito, se debe tener una gran audacia, porque supone por parte del director, estudios y experiencia para que todo funcione y el publico decodifique que es un nuevo lenguaje escénico basado en un texto clásico. Aquí no sucede eso, el hecho de poner jeans a todos, como se hacía en la década de los 80 y una blusa/camisa de tonos terciarios, así como también usar varas y estructuras de bambú para darles divergentemente múltiples usos, no logran que esto sea un clásico renovado, aun peor si es que se quiere ganar publico escolar donde los códigos estéticos y escénicos son incluso más rígidos, porque lo visual y la buena composición del movimiento (ausente en este montaje) es lo que mejor alivia la pesadez de una estructura clásica y obviamente, un verso bien dicho.

Los momentos dramáticos cumbres que propone Lope de Vega, como es la ejecución del tirano por parte del pueblo y la violencia hacia las mujeres, no cumplen su objetivo; falta componer la esencia de violencia, venganza y ultraje, no son suficientes las imágenes en contraluz ni iluminar de rojo para crear la atmósfera descrita. El doble final planteado, muy débil.

Urge promover que los que asuman dirección de teatro, especialmente el clásico, se asesoren con especialistas, así como también los directores deben construir una estética en cada montaje para no caer en una lectura dramatizada en movimiento, esto hace que el teatro se renueve y avance.

Dra. Fer Flores
12 de mayo de 2019

Crítica: POR NO SER DECENTES


La importancia de adaptar o versionar

Si adaptar es modificar una obra literaria para que pueda difundirse entre un público distinto de aquel al cual iba destinada o darle una forma diferente de la original, versionar es realizar una nueva forma que adopte la relación del texto de una obra o su interpretación. Justamente, cualquier decisión que se tome para presentar un espectáculo teatral, escrito en un contexto determinado para presentarlo en otro, debe estar muy bien o por lo menos, medianamente justificada y además, debe ser ejecutada en escena con cierto grado (al menos) de verosimilitud. De lo contrario, versionar o adaptar sería inútil; en conclusión, lo lógico sería presentar la obra tal cual, sin alteraciones, y así mantener su lógica y coherencia espacial y temporal. Valgan estas líneas como introducción para reseñar la última propuesta de Liberteatro Producciones titulada Por no ser decentes, basada en la comedia inglesa No Sex Please, We're British de Alistair Foot y Anthony Marriott, estrenada en Londres en 1971.

Presentada discretamente en el Teatro Marsano, bajo el título de Con el sexo no se juega (1996), esta octava puesta estrenada por el incansable Jonathan Oliveros en el Teatro Auditorio Miraflores aborda los enredos que se producen cuando una pareja de recién casados (Camila Mc Lennan y Paco Varela) se instala en su nuevo departamento encima del banco en donde trabaja él, pero ella accidentalmente realiza un pedido de productos pornográficos escandinavos por correo y así el despelote estará servido, cuando traten de encubrir el delito. Para colmo de males, este atípico e involuntario error de la mujer involucrará a su madre (Cecilia Tosso), al policía de la cuadra (Adrián Torres), a la mucama mojigata (Paola Vera), al inspector del banco (Oliveros), al asistente y al jefe del marido (Tito Vega y Walter Ciurlizza, respectivamente), y a nada menos que a una dominatriz escandinava (Katherina Sánchez). A casi cincuenta años de su estreno, el adaptar o versionar el texto original a la realidad peruana (o limeña), una que se encuentra literalmente en las antípodas de la de Inglaterra en los años 70, resulta a todas luces una tarea complicada que el presente montaje lamentablemente, no logra resolver.

Las incoherencias abundan desde el inicio y entrar en la convención se hace virtualmente imposible. ¿Qué banco en Lima tiene departamentos encima? ¿Quién deja la puerta abierta de un edificio (¡con un banco!) en nuestra ciudad? ¿Qué banco solo tiene un policía de turno, que sube a los departamentos a libar? ¿Qué película porno escandinava tiene en su título “Paco Varela”? ¿Quién manda traer copas de vidrio desde Escandinavia? ¿Quién encuentra material pornográfico en el río Rímac y denuncia el hecho, poniendo en jaque a toda la ciudad? ¿Qué camión puede estar estacionado durante horas frente a un banco sin levantar sospechas? ¿Quién deja entrar a su casa a un extraño para que duerma un rato? ¿Quién está a cargo de la seguridad del aeropuerto que deja entrar a una sospechosa escandinava, habiendo estallado ya justamente, el escándalo de pornografía escandinava? Y para concluir, ¿es realmente la posesión de material pornográfico, como fotos, revistas y películas, un delito tan atroz en estos días que dispare decisiones tan desesperadas? Con el peligroso mundo virtual de ahora, definitivamente, no. Pero sí en la estirada Inglaterra de los años 70. Pero Por no ser decentes sí tiene acaso algo en común con la original británica: destrozada por la crítica en su momento, esta última tuvo un abrumador éxito de público, que gozaron y gozan también todas las producciones adaptadas, versionadas y dirigidas por Oliveros, de quien esperamos siempre un mayor cuidado en sus espectáculos.

Sergio Velarde
12 de mayo de 2019

domingo, 5 de mayo de 2019

Crítica: COLACHO HERMANOS O PRESIDENTES DE AMÉRICA

Vallejo 2021

El montaje “Colacho Hermanos o Presidentes de América” (1934) es de dramaturgia del poeta peruano y universal César Vallejo y aborda, con una aguda crítica teatral, la realidad política, así como satiriza a la clase gobernante peruana y su inestabilidad con mucha fineza y, hasta cierto punto, con actualidad. Los gestores de llevar al teatro esta pieza es la joven agrupación Compañía de Arte Dramático (CAD), que adaptó el.original bajo la dirección de Roberto Vigo; el trabajo de escenografía es de autoría de Edwar Reyes; y las actuaciones corren a cargo del mismo Reyes, Eduardo Bazán, Mauricio Sotomayor, Omar García López, Luciana del Carmen, Marcelo Paredes Vásquez y Edwin Guerra. Además, para este montaje, el CAD contó con el apoyo de la productora Tondero.

La función empezó con mucha puntualidad; además, debe reconocerse la gran organización de la CAD en guiar a los asistentes a sus asientos y a la prensa, que estuvo presente esa noche. La escenografía es de primera, sin lugar a duda, pues se realizó un gran trabajo para representar los dos primeros lugares en donde se desarrollan las escenas: una casa antigua en los Andes y luego, en Palacio de Gobierno. Es muy interesante como la escenografía prioriza el color claro, de tal manera que ante la luz blanca sobre los actores, no causa un reflejo que distraiga al público.

La acción dramática de la obra gira en torno a la manipulación con la que fuerza el empresario Mr. Tenedy (Sotomayor) a los hermanos Colacho, Acidal y Cordel (Bazán y Reyes). Todas las acciones tratan de satirizar como este intento de arribismo fracasa. Es muy destacable como los actores son capaces de representar tantos personajes y asignarle a cada uno, una presencia escénica única, con excepción de los roles que encarnaba Del Carmen. El maquillaje ha sido muy bien cuidado, en especial, el de los hermanos, Mr. Tennedy, el doctor Trozo, el Comisario y el coronel Selar. Algunos personajes usan una base blanca sobre sus rostros, como el que usan los artistas dedicados al mimo: este elemento posiblemente esté relacionado al género de la obra. Por otro lado, el momento cumbre es aquel en el que al coronel se le pregunta: “¿Qué es la patria?”, con la intención de cuestionar el autoritarismo de los hermanos ya en el poder; esto es acompañado por un silencio estremecedor. Es ahí donde Vallejo está transmitiendo su principal argumento: una crítica social al poder en el Perú y el oportunismo de los gobernantes.

También se nota cómo la realización de la obra implicó también un trabajo musical muy interesante. Desde un inicio, los sonidos de una guitarra criolla acompañan el inicio de la comedia, así como en otros momentos del montaje; agregar que es de agradecer que la música sea original. La escena de la fiesta para Mr. Teneddy es casi un musical en donde destaca cómo el personaje de Zoraida muestra su talento para el canto y baile. Es la escena más intensa y mejor trabajada, desde el punto de vista escénico, de toda la función. Y la última, en la que los actores se pelean por la banda presidencial, es la más jocosa de la noche.

“Hermanos Colacho o Presidentes de América” refleja el gran trabajo de la joven organización CAD y merece un gran reconocimiento. El principal mensaje del montaje es que el arribismo finalmente termina destruyendo las aspiraciones de cualquiera, pues siempre existirá otro más arribista que querrá ese poder. La obra está en temporada corta durante este mes en la Asociación Campo Abierto, calle Gral. Recavarren 560, Miraflores a las 8:30 pm. Próximamente se estrenarán otros montajes como “La vida es sueño” de Calderón de la Barca y “Los tejedores” de Gerhart Hauptmann.

Enrique Pacheco
5 de mayo de 2019

Crítica: HOJA SECA


El viaje de la Naturaleza

“Hoja Seca” es una obra original y breve del actor y ahora profesor de teatro en centro cultural Casa Winaray, Herbert Corimanya. Cuenta con la única actuación de Emily Yacarini. La Casa Winaray, con Cristian Lévano como su principal gestor cultural, es un proyecto que desde hace unos meses viene gestando montajes dirigidos para toda la familia, en un espacio que, aunque pequeño, es muy prometedor y debe ser apoyado.

“Hoja Seca” aborda la historia de la hoja de un bosque en búsqueda de su libertad, en una naturaleza que le es desconocida y a veces hostil. El montaje nos recibe con una serie de hojas secas sobre el suelo y se nos invitar a admirar el espectáculo desde unos colchones coloridos en el suelo. La función empezó puntualmente y el público se compuso de familias con niños, principalmente. El telón se abre y es Emily la encargada de hablar sobra la humanización de los personajes a través del movimiento y su voz.

Lo más destacable del montaje es el movimiento que realiza la actriz, que es muy preciso y suave, así como el acompañamiento musical. La combinación de la música y el movimiento genera una sensación de asombro y paz. Es imposible que uno no se quede absorto: las escenas transcurren no de manera lineal, pero igualmente llegan a encantar. A pesar de que es visible que la actriz sostiene los muñecos y hace las diferentes voces en los diálogos, el público está concentrado en lo que le sucede al personaje de la “Hoja”. Adicionalmente, el espectador llega a empatizar con ella y su incredibilidad, debido a su ternura; su aventura consiste en viajar y conocer el mundo que le rodea donde conoce a otros “personajes”, como el agua y un gusano. Los muñecos que representan al árbol, la mariposa, las nubes, entre otros, son muy atractivos visualmente.

El final del montaje es desgarrador, y a pesar de su brevedad, estuvo muy bien dramatizado. Si bien el mensaje no es del todo claro, se trata de una puesta en escena más visual y sensorial que con un argumento de teatro convencional. No se puede decir que haya terminado la temporada de “Hoja Seca”, pues siempre está siendo reprogramada en diferentes momentos del año. Recomendable.

Enrique Pacheco
5 de mayo de 2019

miércoles, 1 de mayo de 2019

Crítica: USTED PUEDE SER UN ASESINO


“El divertir de manera seria”

Esta obra ha tenido una corta temporada en la Casa Cultural Mocha Graña, del 5 al 28 de abril de viernes a domingo. Una comedia ligera con textos de Alfonso Paso, bajo la dirección de Ricardo Morante y las actuaciones de David Huamán, Cristhian Palomino, Jenny Hurtado, Pedro Olórtegui, Claudia Trucíos, Sergio Velarde y Daniel Tapia; además, contó con la producción de Palomino (Página Cero).

La sinopsis de la obra incluye a “Margarita y Brigitte, quienes son dos amigas que se van de vacaciones dejando al frente del hogar a sus respectivos maridos, Simón y Enrique. Sin embargo, estos deciden contratar los servicios de dos “amiguitas”. Sus planes se ven alterados al “aparecer” el cadáver de Denso, un desadaptado que tenía intención de chantajearlos. Tras sus vanos intentos de deshacerse del cuerpo y el regreso de sus esposas… ¡aparece la policía! ¿Descubrirán quién es el verdadero asesino?”

Una comedia ligera, dentro del sencillo tratamiento del tema “Todos podemos llegar a ser asesinos”, en la que podemos resaltar el buen manejo del ritmo, propio del género.  La elección del registro en las actuaciones que tienen de base figuras caricaturescas pudo reforzarse desde la estética de la escenografía o algún otro elemento elegido para el montaje. Esto solo con la finalidad de clarificar la elección de dirección que se plantea.

Si bien esta es una obra realizada con la finalidad de divertir, no he encontrado una propuesta de dirección contundente ni en la forma, ni en el desarrollo de una temática tan delicada como el asesinato en una realidad como la nuestra, en donde la violencia se incrementa a diario. Es así que la puesta se sostiene en gran parte de la dramaturgia y los gags, desde las actuaciones que pudieron dar mayor peso a la temática del asesinato, quizá cambiando su registro y jugando más con el humor negro que se plantea desde el texto. Aun cuando una de las principales funciones del teatro es la de divertir, como diría Bertolt Brecht: “Existen diversiones simples y unas segundas, que son las complejas; estas segundas son más interesantes y pertenecen al gran arte dramático”.

Para mí, tiene mucha importancia la manera de divertir; “el divertir de manera seria” nos deja ver la importancia de tocar una temática así desde nuestra realidad, pero sobre todo la necesidad que esta se dé bajo un lenguaje teatral. ¿Cuán pertinente es, hoy en día, hacer una comedia ligera que se burle de una temática tan seria? ¿Cuál es el objetivo del director y del equipo artístico para realizarla? Son algunas preguntas que quedan más allá de la anécdota de asistir a la obra y el buen momento de risas que esta pueda lograr.

Aun así, si es usted de los que busca una comedia ligera que pueda asistir con toda la familia, debe aprovechar el reestreno de esta obra que se dará próximamente en el Teatro Auditorio Miraflores (Larco 1150 Sótano) de viernes a domingo a las 8:30 pm del 17 de mayo al 9 de junio. Una obra divertida y ligera, que asegura sacarles unas cuantas carcajadas.

Kiara Castro
1º de mayo de 2019