¿Y los cerezos en el jardín?
Función
9/5/2019
“Todo
el sentido y todo el drama del hombre se encuentran en su interior y no en sus
manifestaciones exteriores”. (A. Chéjov)
“El jardín
de los cerezos” de A. Chéjov, una de las obras magistrales
de este autor, ahora está en temporada en el teatro Roma-Ensad, bajo la
dirección de Jorge Sarmiento, director de la Ensad.
Este montaje sigue la línea estética del
teatro de época, característica de los últimos montajes del director Sarmiento.
La parte plástica es repetitiva con respecto a “El enemigo del pueblo” de Ibsen. La grandilocuencia escenográfica
de la fábrica se repite al poner un “tronco” de cerezo en primer plano derecho
para recrear físicamente el famoso jardín —pero no logra transmitir la
atmosfera de la naturaleza, el microcosmos de los árboles de cerezos—, lo mismo
que las proyecciones de los cerezos y bailes que no encuadran (también usado de
la misma forma en el anterior montaje) y la colorimetría mal aplicada a
vestuarios y texturas, porque van disociadas al pretender realizar vestuarios
de época: un ejemplo claro es la prenda blanca que usa Liubow cuando regresa a
casa.
Lorena Reynoso, brillante en su papel las
pocas veces que aparece en escena, deslumbra; su tono de voz es fresco, tiene buena
proyección y dicción. Del mismo modo, a Nany Rodríguez da gusto verla en
escena, pues compone muy bien su rol actancial, con voz clara y potente. Y lo
principal es que ambas trabajan bien los sentidos y componen esos personajes
que Chéjov nos muestra en su dramaturgia: los que sufren interna y no
externamente. Estas dos nóveles actrices hacen que sus presencias, en el
montaje, alivien lo mecánico de los actores de gran trayectoria, como lo son
Brescia, Combi, Vértiz y Hernández, y que casi todos ellos repiten lo que
hicieron en anteriores montajes con el mismo director.
Pilar Brescia, manejando un texto con una
entonación repetitiva en toda la obra, contribuye a que el montaje no mantenga
un ritmo, por lo antes mencionado; su imperante inorganicidad, especialmente en
los momentos tensos, hace que pasen a segundo plano los momentos “top” que
plantea Chéjov en esta dramaturgia. En ese mismo estilo están sus colegas
contemporáneos.
Chéjov nos plantea los dos textos que
existen en sus obras: el visible y el no visible, y es justamente que los
actores mayores no han descubierto el primer texto, para que se convierta en el
segundo y eso es lo que decodifica el público. Chéjov manifestaba que dentro de
cada personaje estaba el jardín de los cerezos y ese era el punto de partida
para componer estos personajes tan sufridos, aferrándose a la decadencia: una
metáfora de su sociedad.
El teatro clásico, en nuestros días, urge
de nuevos conceptos estéticos para que lo literal, cada día, se aleje más del
estereotipo de siglos pasados —ya no funciona el actuar de décadas pasadas—. Cuando
juntemos dos generaciones distantes en el escenario, es vital encontrar el
equilibrio actoral entre ambos grupos para que entre ellos se nutran y se
construya un solo estilo.
Dra. Fer Flores
10 de mayo de 2019
Usted es de los pocos que hace verdadera crítica aquí. Fundamenta lo que dice, es ordenado, coherente y conciso, además de honesto. No cambie por favor.
ResponderEliminarSólo discrepo en un punto con usted.
"[...] El teatro clásico, en nuestros días, urge de nuevos conceptos estéticos para que lo literal, cada día, se aleje más del estereotipo de siglos pasados —ya no funciona el actuar de décadas pasadas— [...]". No se trata -a mi parecer- de estereotipos pasados, lo que ocurre es, sencillamente, que los actores mencionados actúan mal. Se enfocan en MOSTRAR las intenciones o en el peor de los casos las emociones, en vez de ejecutar sus acciones previamente seleccionadas. ¿El resultado? Actuaciones mecánicas, forzadas o llenas de clichés, como ya usted lo mencionó. Pero sabe, he visto actores ya veteranos, de otra formación y estilo (vieja escuela), moverse con naturalidad y honestidad en el escenario. De modo que no pasa por ser de otra época.
Saludos.