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lunes, 8 de abril de 2019

Colaboración regional: YO QUIERO SER PRESIDENTE


Experiencia impactante

En el marco del festival de teatro organizado por la Municipalidad de Arequipa, conmemorando el Día Internacional del Teatro, se presentó en el teatro Ateneo la obra “Yo quiero ser presidente”, por la compañía Víctor Zegarra Montes.

Sobre lo técnico

La obra es impecable, inspirada desde la técnica del bufón, con una crítica directa hacia muchos de los temas actuales como la política, la religión y la sociedad.

Los personajes están muy bien construidos y estructurados desde la corporalidad y la exageración, buscan reflejar una poética definida desde la técnica del bufón. Es un mundo de seres ácidos, grotescos, tullidos, bulliciosos y coprolálicos… es decir, bufones, con caminatas singulares, formas de hablar especiales, mudas, gestos, risas y carcajadas, fruto de una búsqueda y un estudio de la técnica en la que, director y actores, sé que se han internado por muchas horas. ¡Aplausos por eso!

Los elementos de la puesta son pocos, casi nulos: una caja que servirá de podio (o de lo que se desee), una mesa, una cruz; todos aprovechados de manera inteligente y creativa, que solo cobran sentido cuando los actores interactúan con ellos.

Se han creado imágenes impactantes que dotaban a la obra de una plástica abrumadora; figuras bien pensadas que se quedan en la retina y en la imaginación, que encontraban siempre un equilibrio en la escena y nos hacía entender de forma concreta lo que estaba sucediendo.

Quisiera resaltar la evidente creación desde lo teatral, esa voluntad expresa de buscar una poética en el actor como principal componente de la escena y la ficción, esa renuncia al recurso que siempre resta a “lo teatral” y que termina con mostrar en escenario artificios técnicos, que más que teatro, hacen parecer que uno está en una sala de cine. En esta puesta, nada de eso, y todo del actor.

Las luces ayudaban a las transiciones de escena a escena, a marcar la importancia en acontecimientos determinados, y junto a la música, ayudaban a la construcción del hecho escénico y no eran meros adornos como se ve muchas veces.

La dirección ha sabido explotar de manera prolífica las escenas, el texto y los actores, todos los elogios anteriores se resumen en eso.

Sobre el fondo

El texto (quizás lo más flojo de la obra) se componía de escenas sueltas unidas por la gran temática: un partido político nos presenta a su candidato mesiánico para las próximas elecciones.

La idea era lanzar crítica sobre crítica, hasta no dejar títere con cabeza; para ello, se echa mano de textos ajenos, hasta algunas publicaciones y canciones de internet, siempre en búsqueda de la sátira, de la broma. Esto nos deja como resultado textos completamente inteligentes, con gran impacto en el público (recuerdo uno en especial sobre la migración) y otros que pasan desapercibidos.

La crítica se dispara para todos lados

En la política se abre fuego contra todos los partidos nacionales (aunque la izquierda se la lleva fácil), haciendo la sátira de siempre con los políticos de siempre, justa pero repetitiva. Nuestra endeble política nacional es fácilmente criticable, y de por sí es farsesca. Los actores han sabido darle como a piñata a todos los personajes políticos del momento (repito, la izquierda se la lleva fácil).

Denuncias contra el maltrato a la mujer y los casos de pederastia, nepotismo y consumismo de la iglesia católica también están presentes. Una de las imágenes más fuertes de la obra es lograda por la única actriz, Estefani Bengoa, recordando las esterilizaciones forzadas, cantando y amamantando como madre patria a los demás actores.

Es muy interesante lo que propone la obra y utiliza de manera muy inteligente al bufón para hacerlo. Desenvaina la sátira, fiel amiga del artista, con un humor ácido, irónico y que oscilaba entre el chiste pensado y el fácil, ese que estalla en carcajada después de un carajo, una puteada, una punteada o una teta al aire. Dentro de la bufonada se entiende y comprende.

Como espectador ha sido una experiencia realmente impactante, plástica y entretenida. Aun cuando yo, en lo personal, no suelo disfrutar ese lado de la estética, la obra es atrapante, juguetona, fuera de los esquemas tradicionales en Arequipa, distinta a lo que estamos acostumbrados, por lo que el público lo ha recibido como una innovación, algo nuevo y distinto a lo que nos tienen acostumbrados (o adormecidos) las demás obras.

Este estilo, no solo del bufón, sino el de crear desde lo teatral, desde el vínculo entre el actor y el público, es algo necesario en nuestro medio. Esta obra es una de las mejores del año.
Lo que más aplaudo es el proceso de creación y entrenamiento, proceso que debería darse para todas las puestas.

Mauricio Rodríguez-Camargo
Arequipa, 8 de abril de 2019

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