“Construir un personaje es un camino solitario a veces,
único e irrepetible”
La coyuntura nacional siempre será un contexto inagotable
para la creación de obras artísticas, específicamente, para denunciar las
(demasiadas) irregularidades en nuestra clase política. En ese sentido, La coima (2018), dirigida por Martín Velásquez en la AAA, fue un contundente
retrato de la insana corrupción con la que lidiamos día a día. Uno de sus
jóvenes intérpretes, Luis Cárdenas Natteri, fue recompensado con la mención del
jurado de Oficio Crítico como el mejor actor de Comedia o Musical, por un irreverente personaje
que puso a prueba su versatilidad y capacidad musical. “Yo vengo de una familia
de músicos, he crecido en reuniones familiares en las que mis tíos se reunían
para cantar canciones de la Nueva Ola y música criolla”, recuerda Luis. “Cuando
tenía cuatro o cinco años, me ponía a contar chistes en reuniones familiares;
una vez, me llevaron a un barrio de Pisco (su familia es de ese lugar) y me
mandaron a contar chistes en el medio de un pueblo joven, que tenía como
quinientas personas; a partir de ahí es que empiezo a conectar con el público”.
Música, televisión, teatro y cine
Luis se inclinó primero por la música, incluso de
adolescente entró a un grupo musical. “Estudié periodismo y fui reportero de un
canal web, fui una especie de “polizonte” (reportero en eventos), a la vez que
tocaba en el Taita, pero siempre tuve el bicho de la actuación”. Varios
compañeros le decían que a los veinticuatro años era ya muy tarde para entrar.
“Me decían que el círculo de la actuación era muy cerrado, una élite solo de
familias y personas que siempre se repetían”. En ese sentido, la destacada
actriz Ana Cecilia Natteri sí es pariente (lejana) de Luis. “Ella es prima de
mi abuelo, la conocí en una reunión familiar, no creo que se acuerde de mí”,
confiesa.
Para no quedarse con el clavo de no haberlo intentado, Luis
se decide a incursionar en la actuación, esperando tener la misma suerte que
obtuvo en la música y en el periodismo. “Por ahí liga, uno no sabe, y mis
padres aceptaron la idea”, asegura. “Ellos me han dado libertad para hacer lo
que he querido, nunca me han cuestionado nada, me han dado mucha libertad, a
veces, demasiada”. Luis se inició en un taller de actuación en el Teatro
Canout. “Creo que todo inicio es válido”, reflexiona. “Fueron los dos primeros
meses para escuchar las anécdotas del profesor y el último para conocer las
partes de un teatro, con una muestra final en la que de manera aleatoria nos dijo
qué personajes deberíamos hacer”. Esta experiencia le sirvió a Luis para darse
cuenta que la actuación sí le gustaba y que tan mal, no lo hacía. “Inclusive al
mismo profesor le había gustado, de eso me enteré después”.
Justamente, después de ese taller, Luis tuvo su primer
trabajo profesional, aunque en una miniserie para televisión. “Me llamaron para
Los amores de Polo (2013), en la que interpretaba a Ángel Torres, un personaje
chiquito que enamoraba a Mayra Goñi y luego la besaba a la fuerza, para después
venir al rescate Paco Bazán”. Luis se dio cuenta que debía seguir
perfeccionando su talento y es así que ingresa al Conservatorio de Actuación de
Leonardo Torres Vilar. “Fue una experiencia totalmente opuesta a la anterior”,
afirma. “Leonardo es un profesor que me enseñó que lo que se necesita para esta
carrera es pasión y la contagia”. Luis lo compara como su profesor Keating, de
la cinta La sociedad de los poetas muertos. “Siempre que lo veo, le digo: ¡Oh,
mi capitán, mi capitán! Me enseñó la técnica Meisner y así comencé a lanzarme a
hacer cortometrajes y pequeñas “chambas” de actuación”. En el 2015, Luis
participa en el festival de cortometrajes 48 Hour Film Proyect en Lima, con el
que consigue el premio al mejor actor por Resiliencia. “Ganamos en casi todas
las categorías, excepto el primer puesto; después mi vida cambió y toda la gente
del círculo universitario empezó a llamarme para sus producciones”.
Intensas escenas
Uno de los montajes más resaltantes y potentes del 2016 fue
Escenas en casa de Vasili Beseménov, escrita por el dramaturgo ruso Máximo
Gorki, por el que Luis recibió su primera nominación como actor de reparto en
Drama, con la dirección de Torres Vilar. “Le tengo mucho cariño a Nil (su
personaje), porque llegó en una época en la que necesitaba todo lo que él
predicaba; era un muchacho adoptado de una raza distinta, en una familia que no
era la suya, y además era un revolucionario”, asegura. “Fue uno de los primeros
en movilizar a la gente, él amaba la vida, era muy optimista para triunfar en una
sociedad hostil”. Luis recuerda un intenso monólogo que debía interpretar cada
función y que debido a la huella que dejó en él, aún no logra despedirse de
dicho personaje. Por otro lado, trabajar al lado de Mijail Garvich (mejor actor
por el jurado de Oficio Crítico de ese año) fue una gratísima experiencia. “Es
un tipazo, lo quiero mucho; me intimidaba, porque lo ves grandote, con barba”,
recuerda. “Es un gran amigo, siempre me apoyaba, estaba siempre dispuesto a sacarte
una sonrisa”.
Con respecto a sus maestros de actuación, Luis destaca en
primer lugar a Torres Vilar. “Leonardo puso una semilla en mí, ha germinado e
intento hacerle honor”. También le enseñaron los destacados teatristas Carlos
Mesta, Franklin Dávalos y Perico Carranza. “Luego entré al cuarto taller de
actores profesionales de Alberto Isola y fue hermoso”, admite. “Él es mi
maestro y amigo, lo quiero muchísimo y fue ahí donde conocí gente que me dio la
oportunidad de hacer más teatro”. Esta es una referencia a Alexander Pacheco,
director del colectivo Ayepotámono, quien lo invitó a integrar su elenco de
obras para la familia. “Creo que hay personajes más complejos que otros”,
admite. “Por ejemplo, para el Conejo sí trabajé una propuesta de voz, tuve que
familiarizarme con las orejas y las patas, pero Alexander me guio y no fue tan
difícil”. Sin embargo, otros como para el ya citado Nil, Luis debía tener en
escena una energía altísima. “Yo tengo una energía que fluctúa y no siempre
estoy con el ánimo arriba, que era lo que Nil necesitaba”. Es por ello, que
decidió escuchar una hora antes de cada función a la banda AC/DC. Y funcionaba.
Para El otro lado de Jimena Ortiz de Zevallos, Luis decidió proponer que su
personaje Aldo cuente con su picardía y ocurrencias. “Hay personajes que
necesitan cosas prestadas de mí y otros en los que necesito cosas de ellos”.
Actuación y dirección
“Creo que un buen actor de teatro debe tener confianza en sí
mismo, sin caer en la soberbia; es decir, algún lado de ti debe estar seguro
que lo que estás haciendo, está bien”, asevera Luis. “Creo que ese es el
principal motor, mientras que uno no crea en sí mismo, nada va a fluir”. Agrega
además, que no se debe nunca comparar el propio trabajo con el de nadie. “Es un
camino solitario a veces, único e irrepetible, son tus elecciones”. Añade que
el actor siempre debe estar buscando información: escuchando discos, leyendo,
viendo películas, viajando, hablando con gente nueva, equivocándose, siempre
buscando y así enriquecerte, ya que si no se hace, no se puede sacar la información
necesaria para interpretar al personaje. “Sí creo que debe haber un talento; un
actor se puede hacer, pero debe existir algo innato para que sea un gran actor,
algo de suerte también”.
De otro lado, para Luis, un buen director de teatro debe
“sacarte de tu zona de confort, te debe cuestionar todo lo que haces; al menos
yo lo necesito, ya que cuando me ha pasado, he logrado cosas geniales”. Enfatiza
además, que un director no puede ser permisivo y buena gente, en el sentido de
dar “una palmadita en el hombro” y decir que así nomás. “Debe ser exigente y
tener clarísimo qué quiere contar o de lo contrario, tendremos la típica frase:
“No sé qué va a pasar, no sé qué va a salir”; puede sonar bonito el ser
honesto, pero que no sepas qué vas a hacer… es demasiado”. Luis necesita confiar
en el director y que tenga clarísimo qué quiera contar. “Debe conocer el tema
que va a tocar, tiene que entender qué va a hacer para contarlo”.
Coimas y proyectos
Para La coima, el elenco debía estar capacitado para actuar
y cantar en escena, lo que constituyó una ventaja de Luis frente al resto de
sus compañeros. “Definitivamente, el que no tiene seguro el tema musical puede
sentirse inseguro e intimidado en el escenario, pero habiéndome relacionado con
la música desde antes, me da bagaje y cancha”, asegura. “Un tío mío siempre me
decía que le daba pena que haya sido actor y que me haya desperdiciado como
músico. Y yo le contestaba que nunca lo había visto así; al contrario, yo he
tenido un entrenamiento musical que es un plus para mi entrenamiento actoral”.
Definitivamente, el ser músico le ha dado más oportunidades a Luis en el
competitivo medio teatral. “Es poco común ser actor y músico, es una ventaja;
creo que mientras más herramientas tengas para ofrecer, mejor es”.
La coima llegó en un momento clave en la vida de Luis, pues
acababa de ver la puesta en escena Manta y Vilca, una memoria performática
sobre la violencia sexual durante el conflicto armado interno, a cargo de las
activistas feministas Micaela Távara y Alondra Flores, con la interpretación de
Mehida Monzón y Carmen Amelia Álvarez. “Salí conmovido por la obra”, rememora.
“No solo era teatro, estaban haciendo teatro y patria, denunciando algo que
debía ser denunciado, alzaban su voz y su arte en son de protesta y yo sentía
que quería hacer una obra en la que sintiera que me estoy poniendo la camiseta
por algo; Manta y Vilca me enseñó que sí se puede hacer”. Martín Velásquez,
director de La coima, le propuso participar de su proyecto personal. “Martín lo
hacía por su cuenta, con todo lo que estaba pasando; además, me daba la oportunidad
de ser un protagónico, que sacaba a relucir tantas cosas; me advirtió que era
proyecto chiquito, que no ganaríamos mucho, pero no pude decirle que no”.
Luis continuará en el elenco de Ayepotámono con cuatro
montajes dedicado a la infancia, así como estará en la tan esperada reposición
de La coima, que estará nuevamente en la AAA en julio y agosto. “Y hay para
meterle más cosas, con la coyuntura”, advierte. “También estoy en temporada en
Microteatro y estaré en las películas Papá You Tuber y Yuraq”. Luis reconoce
haber postergado su carrera musical y espera este año poder resarcirse. “En
cinco años como actor, he crecido más que en diez años como músico. Como actor,
he aprendido a no estresarme en el proceso, porque el personaje va a llegar, a veces
llega tarde, y como dice Alberto (Isola), a veces no llega”, concluye.
Sergio Velarde
12 de febrero de 2019
ERES UN GRANDE Y SIGUE ASI HASTA LLEGAR A LO ALTO COMO LLEGARON MUCHOS ACTORES CON MUCHA DWDICACION SIN PARAR CON LA BENDICION DE DIOS ..CHINO
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