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martes, 12 de febrero de 2019

Crítica: LOCAS


Catarsis de una vida agitada

En el Teatro Racional se presentó la obra Locas, que nos mostró el encuentro de dos mujeres en la sala de espera de un psiquiatra. Aunque este es fortuito, los minutos que pasarán juntas servirán para que el espectador vaya descubriendo sus verdaderos rostros y miedos. Una de ellas, Gregoria, aparenta éxito, pues administra cuatro empresas y tiene el mundo a sus pies. La otra, Martirio, se muestra como una mujer más conservadora, priorizando el bienestar del hogar antes que ella misma. Ambas aseguran ser felices, pero su presencia en la consulta no es una casualidad.

Desde la entrada del público a la sala se reproducían varias canciones que acompañaban el calentamiento de las actrices. La letra de estas, a propósito, aportaba como introducción a temas que se verían a continuación en el montaje. La propuesta presentaba a dos actrices con ropa neutra preparándose físicamente para la representación, de modo que durante el montaje cambiaron de vestuario para poder caracterizarse en diferentes espacios y momentos de la obra. El desempeño de ambas actrices estuvo correcto, debido a que se entendía técnicamente los textos que verbalizaban. Este manejo daba a notar un gran trabajo de apropiación.  Sin embargo, hubo momentos en los que la energía actoral era rebosante, de modo que saturaba en momentos muy álgidos del montaje. El espacio estuvo dividido con unas cintas blancas en el piso que funcionaba como una convención para diferenciar entre dentro y fuera de escena; esta fue clara y aportaba a un orden escénico interesante. En ambas actrices había una plena conciencia del ritmo necesario para mantener el montaje como este en pie, cargado de humor negro y sorpresas.

Una obra como esta nos invita a pensar en cuáles son las verdaderas consecuencias de vivir de manera tan acelerada, no solo por el ritmo de vida tan exigente que ahora estamos pasando, sino también por elementos que aportan a este ritmo de vida, como es el caso de la tecnología, los teléfonos, la internet y todos estos inventos que si bien nos hacen sentir conectados al mundo, también estamos siendo observados, incluso presionados. Vemos en esta obra una consecuencia hipotética de no poder llegar a manejar este tipo de vida y cómo es que nos puede volver locos un ritmo de vida tan agitado que, si bien parece hacernos un bien al exigirnos lo máximo de nosotros, puede llegar a ser perjudicial definitivamente. Esta obra es una oportunidad para respirar en este mundo tan caótico que vivimos actualmente y hacer un poco de catarsis sobre el tema.

Stefany Olivos
12 de febrero de 2019

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