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martes, 22 de enero de 2019

Crítica: CONSTELACIONES


La acción constante en escena

Una posibilidad, una probabilidad y una gran oportunidad serían los factores clave para concretar las diversas circunstancias de los seres humanos y convertirlas en hechos. Precisamente, este imaginario se propone en el texto del dramaturgo y guionista británico Nick Payne, titulado Constelaciones. La obra se ha estrenado recientemente en el Teatro de Lucía, bajo la dirección de Rodrigo Falla Brousset y cuenta con las notables actuaciones de Gisela Ponce de León y Jesús Neyra.

Un escenario simple y minimalista, acompañado por una araña de la cual se desprendían pequeños focos, cuya intermitencia marcaría las intensas escenas que componen la puesta, aunado al efecto de sonido. Respecto a los personajes, ella (Marianne) es una maestra de física cuántica; él (Roland), un esforzado apicultor. Sin nada, o tal vez con mucho en común, se conocen en una fiesta y a partir de ahí, surgen estas infinitas posibilidades de unirse, separarse, volver a verse, no verse más, construir una vida juntos a pesar de los problemas o tomar rumbos totalmente distintos. Sin duda, una narrativa compleja y retadora, sobre todo a nivel interpretativo, pues los cambios ocurren al instante y casi sin salir de escena.

Los roles fueron asumidos correctamente por esta dupla actoral, que tuvo la gran responsabilidad de sostener cambios drásticos de emociones y acciones a lo largo de los casi noventa minutos de duración de la obra sin intermedio. Importantes también la química y el entendimiento en escena, los cuales se lograron de forma natural. Debido a la rítmica de la propuesta (variantes y repeticiones en los hechos), fue un acierto hacer que los actores utilicen el espacio fuera del escenario también, situación que redondea la conexión con el público y aporta al juego escénico. Aunque hubiera podido arriesgarse más en cuanto al diseño de luces y el acompañamiento musical para crear una atmósfera aún más íntima, que de hecho se logró crear.

Con una incansable potencia interpretativa, la siempre versátil Gisela Ponce de León se complementa con un afiatado Jesús Neyra, y juntos transitan por este universo de momentos, oportunidades y desencuentros, humanizando a estos personajes, que hacia el final nos revelan lo efímero del tiempo y la importancia de vivir sin dejar nada al azar, asumiendo el control de nuestro destino. ¡Que así lo permitan las estrellas!

Maria Cristina Mory Cárdenas
22 de enero de 2019

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