La acción constante en escena
Una posibilidad, una probabilidad y una gran oportunidad
serían los factores clave para concretar las diversas circunstancias de los
seres humanos y convertirlas en hechos. Precisamente, este imaginario se
propone en el texto del dramaturgo y guionista británico Nick Payne, titulado Constelaciones.
La obra se ha estrenado recientemente en el Teatro de Lucía, bajo la dirección
de Rodrigo Falla Brousset y cuenta con las notables actuaciones de Gisela Ponce
de León y Jesús Neyra.
Un escenario simple y minimalista, acompañado por una araña
de la cual se desprendían pequeños focos, cuya intermitencia marcaría las
intensas escenas que componen la puesta, aunado al efecto de sonido. Respecto a
los personajes, ella (Marianne) es una maestra de física cuántica; él (Roland),
un esforzado apicultor. Sin nada, o tal vez con mucho en común, se conocen en
una fiesta y a partir de ahí, surgen estas infinitas posibilidades de unirse,
separarse, volver a verse, no verse más, construir una vida juntos a pesar de
los problemas o tomar rumbos totalmente distintos. Sin duda, una narrativa
compleja y retadora, sobre todo a nivel interpretativo, pues los cambios
ocurren al instante y casi sin salir de escena.
Los roles fueron asumidos correctamente por esta dupla
actoral, que tuvo la gran responsabilidad de sostener cambios drásticos de
emociones y acciones a lo largo de los casi noventa minutos de duración de la
obra sin intermedio. Importantes también la química y el entendimiento en
escena, los cuales se lograron de forma natural. Debido a la rítmica de la
propuesta (variantes y repeticiones en los hechos), fue un acierto hacer que
los actores utilicen el espacio fuera del escenario también, situación que
redondea la conexión con el público y aporta al juego escénico. Aunque hubiera
podido arriesgarse más en cuanto al diseño de luces y el acompañamiento musical
para crear una atmósfera aún más íntima, que de hecho se logró crear.
Con una incansable potencia interpretativa, la siempre
versátil Gisela Ponce de León se complementa con un afiatado Jesús Neyra, y juntos
transitan por este universo de momentos, oportunidades y desencuentros,
humanizando a estos personajes, que hacia el final nos revelan lo efímero del
tiempo y la importancia de vivir sin dejar nada al azar, asumiendo el control
de nuestro destino. ¡Que así lo permitan las estrellas!
Maria Cristina Mory Cárdenas
22 de enero de 2019
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