El 2015 fue el año teatral de Patricia Barreto, joven actriz
que se llevó por derecho propio todos los premios de actuación (en realidad,
todos menos uno) y el unánime aplauso de público y crítica por su magistral
interpretación en Piaf, pieza inspirada en la vida de la famosa cantante
francesa y escrita por la dramaturga británica Pam Gems. De allí en adelante,
Barreto solo podía competir consigo misma para siquiera alcanzar la brillantez
con la que llevó a cabo su cometido. Hace algunos meses, terminó una nueva temporada,
que igualaba a la antes mencionada y en la que nuevamente encarnaba a otro
emblemático personaje: se trató de El diario de Ana Frank, obra con texto de los
norteamericanos Frances Goodrich y Albert Hackett (cuyo estreno fue en 1955),
en la que colaboró otra vez con el experimentado Joaquín Vargas Acosta en la
adaptación y dirección, como ya lo hiciera en la notable Piaf.
Acaso el mayor mérito del montaje presentado por la
productora VNP en el Teatro Mario Vargas Llosa sea el de haber llevado a escena,
sin mayores contratiempos, la esencia de esta obra literaria de importancia
capital, escrita por esta muchacha de 13 años: las crueles implicaciones que conlleva
una guerra (la invasión nazi a Holanda, en el presente caso) y lo dura que es
la vida para aquellos niños y adolescentes que tuvieron la desdicha de atravesarla;
pero también que, sin importar las edades, se debe defender nuestras posiciones
y creencias, así como ser valientes para enfrentar los problemas y cumplir nuestros
sueños. Ana nos enseñó que cada palabra, escrita o hablada, puede convertirse
en testimonio de nuestra propia historia; además, ella se convirtió en el
símbolo de la paz, la igualdad y la libertad, frente al dolor y tristeza que
representa la guerra.
Vargas orquestó un entretenido y conmovedor montaje, con
escenografía y vestuario muy cuidados, así como un oportuno uso de proyecciones
en video, ya vistas en Piaf o en El Hombre Elefante (2013). Barreto se
convirtió en una creíble y enérgica Ana Frank, rodeada de un elenco muy sólido,
como los inmejorables Gerardo García Frkovich y Magali Bolivar (como sus padres),
la sólida Laura Adrianzén (como su hermana) y los entrañables Ricardo
Goldenberg y Lilian Nieto (como la pareja mayor de refugiados). Completaron el
reparto David Carrillo, Gonzalo Tuesta,
Minou Adolph y el joven Martín Velásquez, todos ellos impecables. El
diario de Ana Frank fue, sin duda, uno de los montajes del año, con un
lucimiento actoral parejo de Barreto y elenco, y además, un emotivo canto de
esperanza y valentía en favor de la paz.
Sergio Velarde
19 de julio de 2018
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