Excelente adaptación sobre el empoderamiento femenino
El crítico teatral de El Comercio, Eduardo Lores, publicó el
17 de febrero de este año una reseña sobre el último montaje de Escena
Contemporánea, titulado Cintas de seda, con texto del premiado dramaturgo y
poeta cubano Norge Espinosa y que se presenta actualmente en el Teatro de
Lucía. La puesta en escena, dirigida por Alberto Isola (quien se encargó
también de otra obra del mismo colectivo, La piedra oscura de Alberto Conejero,
estrenada semanas atrás en el mismo espacio), resulta a todas luces muy satisfactoria
y acaso signifique un logro aún mayor para el director, gracias a la adaptación
realizada al texto original, que el mismo Isola se encarga de explicar en el
programa de mano y que lo parafrasea Lores, a su vez, en el inicio de su
análisis crítico.
Y es que debido a la gran cantidad de personajes presentes
en la obra, al leer Isola por primera vez el texto original hace doce años,
el director se desanimó para trabajarla en aquel entonces. Es por eso que
ahora, Cintas de seda llega a las tablas con la acción concentrada en solo tres
protagonistas y además, con una nueva escena agregada expresamente por el autor Espinosa. El
resultado empata pertinentemente con La piedra oscura, no solo por
desarrollarse ambas obras en el mismo espacio (aquella destartalada habitación
de hospital), sino por enfocarse las dos puestas en sentidos contrapuntos entre fuertes personalidades, con conciencia artística y una gran necesidad de libertad e
independencia. Tanto Cintas de seda como La piedra oscura funcionan como un
preciso llamado a la tolerancia y a la valentía para enfrentar los actos violentos
e injustos de toda la vida. Lores acierta en su crítica de Cintas de seda al mencionar
que es necesario conocer a sus personajes para entender a cabalidad la
historia: la puesta nos muestra el imposible encuentro entre la célebre pintora
Frida Kahlo y la escritora del Siglo de Oro sor Juana Inés de la Cruz; la
primera yace postrada en una silla de ruedas, mientras es atendida por la
segunda. Si bien comparten la nacionalidad mexicana, ambas mujeres vivieron en
siglos diferentes, por lo que el montaje exuda mucho surrealismo, muy bien personificado
en aquel insólito y castrante doctor del nosocomio.
A destacar las notables interpretaciones del elenco: la experimentada
Magali Bolívar compone a una Frida vehemente, rebelde, apasionada y orgullosa;
mientras que la sor Juana Inés de Montserrat Brugué, si bien al inicio se
muestra algo dócil, va mostrando un férreo carácter y una ferviente devoción. En
el papel del doctor, a cargo del intachable Augusto Mazzarelli, la pieza
encuentra al antagonista ideal, que busca reprimir a como dé lugar a estas
mujeres ávidas de empoderamiento. Acaso Lores considere que tener la misma
escenografía que La piedra oscura le reste el factor sorpresa al presente
montaje, pero es necesario remarcar que cada puesta en escena debe ser
analizada de manera independiente y por supuesto, este detalle no afecta a
aquellos espectadores que solo alcanzaron a ver este último espectáculo; por ello, el
apartado de escenografía, luces, vestuario y producción en general lucen impecables.
Cintas de seda, que le debe el nombre a una cita del ensayista y teórico del
surrealismo André Breton, quien afirmó que la obra de la pintora mexicana “es
una cinta de seda alrededor de una bomba”, confirma una vez más, la brillante visión
de Isola, como director y adaptador, para convertir sus montajes en estilizados y contundentes espectáculos
con personalidad propia.
Sergio Velarde
27 de febrero de 2018
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