Una respuesta
Desde siempre hemos escuchado que “EL PROBLEMA” de nuestro
bien amado país comienza en las dos primeras esferas de relación: la familia y
el colegio.
Estas esferas comparten un concepto de suma importancia para
la formación de las personas y el fortalecimiento de la cultura: la educación.
Escoja cualquier problema –de los muchos- que afrontamos
como nación y apuesto todo lo que poseo –que no es mucho, pues, hago teatro- a
que el hilo de la madeja terminará atado a las esferas antes mencionadas, lo
que se traducirá entonces en un problema educativo.
La educación es la clave, el punto de partida de cualquier
real cambio social, para bien o para mal.
Hablemos sobre el
colegio.
En cuanto a la educación escolar, es el Estado el encargado
de reglamentar las políticas educativas y lidiar con el progreso del sistema
educativo. Una gran responsabilidad.
En las últimas décadas hemos sufrido una crisis en la
educación escolar y universitaria. Educar puede entenderse como conducir y
acompañar a una persona en un proceso para lograr la mejor versión de sí misma.
Lamentablemente, en nuestro país, se ha cambiado el sublime concepto de
educación por el de la mera instrucción, restando importancia al proceso (que
brinda al educando un espacio de autodescubrimiento y superación) primando el
resultado que, generalmente, es una buena nota.
Prueba de esto fue la reducción significativa en horas en
algunos cursos y la desaparición (o condensación) de otros.
Esto tiene una causa: la esfera económica se ha sublimado de
tal manera que ha absorbido a las demás actividades.
La economía debería ser un medio para que los ciudadanos se
desarrollen de manera plena, no el fin de todas nuestras actividades. En esta
línea, nuestro sistema educativo ha procurado brindarle a la sociedad seres
para la producción, hábiles en aspectos determinados, con una alta efectividad
de desempeño en materias netamente prácticas que se traducirá, mañana más
tarde, en un aumento de la actividad económica, pero con un pésimo manejo de
sus emociones y un limitado uso de habilidades blandas.
Los problemas del
teatro no pueden tener otro origen.
La educación y la cultura son dos hábitos que van de la
mano, es más, diría que abrazados.
En las escuelas, el arte es una materia casi olvidada. El
nuevo Currículo de Educación Nacional contempla que en primaria y secundaria se
deben llevar, obligatoriamente, 3 horas académicas (45 minutos) de arte y
cultura por semana. La realidad nos muestra que la mayoría de colegios brindan
solo 2 horas académicas a la semana.
Dentro del espacio reducido que ocupa el arte en la vida
escolar de un peruano promedio, podemos constatar que el teatro es uno de los
menos practicados y con bajos volúmenes de asistencia.
La práctica teatral en las escuelas es muy reducida y
podemos encontrar sus causas en un par de aspectos precisos: en Arequipa son
contados los colegios que ofrecen teatro como un curso, y de estos casi todos
son particulares. Felizmente esto va creciendo, poco a poco, pero creciendo.
La inexistencia de un curso de teatro desemboca en una
inexistente base de técnica teatral y que las “actuaciones” escolares recaigan
en profesores de otras asignaturas. Es común encontrar a la profesora de Lengua
y literatura dirigiendo la obra por el Día del Idioma, a la tutora preparando
el Día del Padre, o al de Historia haciendo una estampa para el Día de la Patria.
Estos docentes, aunque dedicados y empeñosos, no han
recibido la educación necesaria, o no tienen la experiencia para brindar a los
alumnos una base sólida sobre técnicas teatrales. Por el
contrario, la música, la pintura y la danza son impartidas por profesores
capacitados para la tarea, lo que brinda a los alumnos un acercamiento más real
y preciso al arte.
Es normal encontrar
egresados de conservatorios y escuelas de música y pintura como profesores del
área, algo de lo que carecemos los teatreros, pues los centros de formación están
concentrados en la capital.
En el tema de la danza
ocurre una particularidad: por cultura, las danzas vernáculas están bastante
arraigadas, con grandes muestras anuales como las festividades de la Virgen de
la Candelaria, concurso de Marinera, el corso de Arequipa, entre otras
actividades, y la formación de los maestros se da por tradición.
La segunda causa es la
exposición que tienen los escolares a las diversas prácticas artísticas.
La música y la danza son
más populares en nuestra sociedad. Los festivales de danza y los conciertos son
de fácil acceso.
En Arequipa, es fácil
encontrar espectáculos de danza, como el Corso que se celebra todos los años en
el aniversario de la ciudad; al igual que no es difícil asistir a conciertos.
Ambas actividades rondan constantemente el mundo de los escolares y es
representan una exposición directa.
La ausencia del estímulo
que inmiscuya a los alumnos en el mundo del teatro se traduce en un reducido número
de teatreros, en comparación del universo de músicos, danzarines y artistas plásticos.
La mayoría tendrá un encuentro con el teatro fuera del colegio.
Un niño que jamás ha
hecho o visto teatro no tendrá provisto dedicarse a esto en el futuro, al igual
que no sabrá qué hacer cuando se encuentre como espectador en una obra y, lo
más probable, es que se comportará como se comporta en el cine, comiendo y
bebiendo.
Ver teatro es una
costumbre y mientras más temprano se inculque, mayor será su arraigo.
¿Por dónde podemos empezar?
El teatro escolar es una
respuesta para cambiar nuestro panorama, nos acercaría más a la práctica desde
edades más tempranas, generaría más capital humano, más público en nuestras
salas y tendríamos un mejor país.
Mauricio Rodríguez-Camargo
Arequipa, 26 de febrero de 2018
Interesante, aunque habría que precisar algunas cosas.
ResponderEliminarDice en el artículo: "Estos docentes, aunque dedicados y empeñosos, no han recibido la educación necesaria, o no tienen la experiencia para brindar a los alumnos una base sólida sobre técnicas teatrales". Pero, los escolares no tienen por qué aprender técnicas teatrales. El teatro en la escuela debe ser utilizado como una herramienta, no como un fin.
El artículo habla además de los docentes de otras áreas que se entregan a la práctica teatral sin conocimiento de ella. De acuerdo en ello, sin embargo habría que precisar que es totalmente positivo la utilización de teatro para el trabajo con cualquier asignatura, siempre y cuando el profesor esté capacitado. Esto se contradice con la referencia a aquellos profesores egresados de conservatorios de música y de danza a los que haces referencia, pues son artistas, no docentes, y están menos capacitados aún para enseñar música o danza que el profesor de historia para enseñar teatro: ¡por lo menos el de historia es pedagogo! No así el artista de profesión, que aunque virtuoso, debe comprender la diferencia entre "saber algo", y "saber enseñar algo".
En fin, creo que se debería dejar en claro que la enseñanza del teatro en el colegio (y de otras artes), debe ser realizada siempre por profesionales de la educación que hayan sido formados para ello, es decir, que tengan como especialidad la enseñanza del arte (pongo a la especialidad de Pedagogía Teatral de la ENSAD como gran ejemplo de ello), y que si ello se logra, redundará en algo que si es cierto en tu artículo: la generación de un público mayor y más cercano al teatro.
Valiosa precisión, pero, debo señalar lo siguiente: Dentro de la escuela existen dos formas de enseñar teatro: Educación por el arte y educación artística. La primera a la que haces referencia al decir "El teatro en la escuela debe ser utilizado como una herramienta, no como un fin", ya que busca desarrollar habilidades en el educando por medio de las herramientas teatrales; sin embargo, existe también la segunda, que busca formar bases artísticas en los alumnos. Me pregunto lo siguiente: ¿Por qué los alumnos deben salir del colegio con una base sólida en cuanto a otras ciencias (matemática, lengua, literatura, historia) y no en el arte? ¿Es que solo se debe ver el arte como un medio?
ResponderEliminarEn otros países, los alumnos egresan de la etapa escolar manejando técnicas artísticas (tocando un instrumento, pintando un retrato o actuando), al igual que sabiendo conceptos matemáticos. Es más, en caso de la música, si el alumno demuestra capacidades, puede ingresar a un conservatorio desde los 9 años.