“Todos los directores me han enseñado algo”
Dramatis Personae, que tuvo su estreno en el 2008 bajo la
dirección de Diego La Hoz, fue una de las reposiciones más recordadas del año
pasado. Escrito por Gonzalo Rodríguez Risco y reestrenado en el Teatro El
Olivar, el montaje presentó la historia de tres escritores que buscaban
inspiración en una ciudad muy reconocible, asolada por atentados y crisis de
rehenes. Uno de sus protagonistas, Francisco Cabrera, recibió el premio del
público como el mejor actor de Drama 2017 por Oficio Crítico. “Me llamó Ernesto
Barraza (director) de la productora Break, porque ya había trabajado antes en
una de sus producciones (Phoenix: volver a empezar, 2015) y yo, feliz de
trabajar con ellos nuevamente”, manifiesta Francisco. Considera además a
Rodríguez Risco como un autor estupendo y que por eso le va tan bien. “Dramatis
Personae es un texto difícil al ponerlo en escena, porque está estructurado en tres
niveles; parecía complicado, pero está tan bien armado: es como un mapa bien
hecho para que uno siga el camino”. Para Francisco, su personaje resultó
fascinante, debido a estar presente pero a la vez ausente e indiferente ante la
violencia con la que se vivía en aquella época, y que muchos no se dieron
cuenta.
Primeros pasos
Abogado de profesión y graduado por la Universidad de Lima,
Francisco entró “tarde” al teatro en un taller dentro de la mencionada casa de
estudios, ya que pensaba que era muy tímido y que las artes escénicas le podían
servir. “Nunca participé en nada de teatro en el colegio. Es más, primero actué
en una muestra en mi universidad y después, recién vi una obra de teatro por
primera vez”, asegura. Su primer taller estuvo a cargo de Pipo Gallo y
posteriormente, complementó su entrenamiento con Roberto Ángeles, Alberto Isola
y Marisol Palacios. Su primera obra profesional fue Las paredes (2004) de la
autora argentina Griselda Gambaro, estrenada en la ya desaparecida Casa
Amarilla en Barranco, al lado de Alfonso Santistevan e Iván Chávez.
“Creo que un buen actor de teatro debe tener disciplina,
compromiso y creerse la fantasía, la fábula: ser disciplinado y jugar con lo
que no existe”, explica Francisco, a la vez que considera que es importante
tener algo de ilusión en el trabajo, para perpetuar los juegos de la infancia y
así guardar algo de esa inocencia. “Además de no tomártelo muy en serio y
siempre ser humilde”. Consultado sobre si es necesario el talento, Francisco
refiere que es muy relativo, ya que “si tienes talento, tu trabajo se hace más
simple; pero sin trabajo, sin disciplina, sin entrega, el talento no hace la
diferencia. Un actor puede ser bueno solo con trabajo y disciplina, pues finalmente
la actuación es una técnica”. Por otro lado, un buen director de teatro tiene
que “saber exactamente qué es lo que quiere, debe manejar más información que
todo el elenco junto; además, debe tener paciencia y mantener el orden y
disciplina”. Asimismo, Francisco resalta el trabajo de los asistentes de
dirección, pues “permite que los propios directores puedan ser más críticos con
su propio trabajo”.
Montajes y proyectos
Francisco ha intervenido en interesantes temporadas durante
los años siguientes, como Sacco y Vanzetti (2005), al lado de dos grandes
como Isola y Jorge Chiarella; Super Popper (2006), bajo la dirección de Jorge
Villanueva; la curiosa y estilizada Japón (2014), como parte de una
disfuncional familia aquejada por el estado de coma de uno de sus miembros,
bajo la dirección de Carlos Tolentino; Humo en la neblina (2015), un
homenaje a Sebastián Salazar Bondy, escrito por Eduardo Adrianzén y dirigido
por Ruth Escudero; y El zoológico de cristal (2017), al lado de Mónica
Domínguez, bajo la dirección de Joaquín Vargas, entre otras. “Cada director te
trae una serie de obsequios y herramientas”, asegura Francisco. “No ha habido
un solo director que no me haya enseñado algo, todos tienen algo que aportar,
por algo son mayores que tú y tienen su propio estilo”.
El ejercicio de la crítica teatral en los últimos años ha
crecido considerablemente, especialmente gracias a los medios virtuales. Al
respecto, Francisco opina que “la crítica y la competencia siempre me han estimulado;
mientras más obras y premios existan, el mercado crece, yo lo he observado, eso
hace que todo se tome de una manera más formal”. Con una participación
recurrente en diversos proyectos televisivos, como Clave uno, médicos en alerta
(2009), Avenida Perú (2013), Nuestra historia (2015), Al fondo hay sitio (2016)
o Ven, baila, quinceañera (2017), Francisco también tiene planes para volver a
las tablas. “Estaré nuevamente con Break Producciones en la segunda mitad del
año y participaré en un proyecto experimental”, finaliza.
Sergio Velarde
24 de enero de 2018
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