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domingo, 20 de abril de 2014

Entrevista: EMILIO MONTERO

“Considero que el naturalismo nos ha hecho un poco de daño.” 

Ganador del premio otorgado el año pasado por El Oficio Crítico, al mejor actor de reparto en una comedia por ¡Baila con la muerte! Tragicomedia de arquetipos, Emilio Montero nos comenta sobre su personaje de mayordomo en dicha puesta. “Trato siempre de engrandecer a mis personajes, darles un vuelco distinto; el personaje de mayordomo era pequeño, decía pocas cosas, por eso le dije a Jorge (Sarmiento, el director) que podríamos volverlo más interesante”. Siempre en el Teatro ENSAD, Emilio logró también una buena actuación al lado de Pilar Núñez en Camila canta a la vida, escrita por Ernesto Ráez y estrenada el mismo año.

“Desde niño recuerdo que siempre quise ser actor, y mi familia lo asumió siempre así”, recuerda Emilio. Él estudió en el colegio San Agustín y en los veranos llevó talleres en el Museo de Arte y especialmente, en la ENSAD. “Estudié con profesores como Chela Espinoza, Alfredo Ormeño y Arturo Villacorta, siendo todavía un niño”. A los 12 años viaja a Venezuela a seguir sus estudios de actuación y ser parte del elenco en la Compañía Nacional de Teatro. Allá cambió su perspectiva por ser extranjero, por ello decidió estudiar diseño gráfico, pero siempre dedicándose siempre a las artes escénicas. “La primera obra profesional que hice (porque me pagaron), fue La magnolia inválida de Román Chalbaud, estando aún en Venezuela”, menciona.

De regreso a casa

Si bien Emilio regresa oficialmente al Perú en el 2005, se dedicó a actuar y dirigir teatro años antes: hizo su particular visión de Bernarda Alba (2003) con Mariella Trejos; y entre sus trabajos más destacados como actor, figura la obra Tiernísimo animal (2003) de Juan Carlos Méndez, con la dirección de Diego La Hoz. “Fue un proceso interesante, le bombardeé de todo al director durante los ensayos: fotos, imágenes, música, colores, sabores; empecé a explorar con música. Recuerdo que ensayábamos en casa de Diego y que me basé en la escritura: mi asociación con el personaje fueron las letras. Comencé a escribir en todas partes, como lo terminé haciendo en la puesta en escena. Tomé la escritura como recurso, siempre como actor me prendo de algo.” Sobre su director, Diego La Hoz, Emilio opina que es una persona con una línea de trabajo definida, contestatario y que lamenta no verlo tan seguido.

En Lo que no saben de ellas, actualmente en cartelera en el Teatro Canout, Emilio construye a su personaje como un homenaje a su padre, recientemente fallecido. “No sabía cómo homenajearlo, pero su corporalidad me servía para este personaje, ciertos tics. Hay una construcción de personaje, siempre tengo que encontrar algo que me atrape”. Con Eureka Teatro hizo una obra llamada Amores quebrados (2002). “Fue una locura, un interesantísimo montaje. Ellos querían participar en el Festival del ICPNA, no salió elegido el proyecto, pero decidieron hacerlo igual. Fue una co-producción con mi grupo Danao y colaboré con la parte estética: todo el montaje tenía los colores rojo, negro y blanco. Fue un texto muy audaz.” A casi 10 años de su estreno, Emilio se plantea la posibilidad de reponerla, pero con mucha más audacia.

Por otra parte, en Las alegres comadres de Windsor (2005), hizo dos personajes: Pistol y Fenton. “Le decía al maestro Ernesto Ráez (el director), que para Pistol quería inspirarme en el Cookie Monster, el Monstruo de las galletas, de Plaza Sésamo. Él me dijo muy serio: “Hijo, si es lo que el corazón te manda, hazlo”. Fue así que comencé a explorar y luego salió Fenton, completamente galán, muy afectado, con su sombrilla, por completo su antítesis.” Y para ¡Baila con la muerte! Tragicomedia de arquetipos, Emilio partió de la foto de una estatua, que tenía las palmas juntas; él le fue añadiendo un pañuelito y terminó por ser ésa su imagen corporal.

Mariella Trejos y el teatro

Una de las actrices con las que Emilio ha trabajado más veces es con Mariella Trejos, a quien vio en El Hombre de la Mancha (1979) cuando apenas era un niño. “La amo profundamente, me critiquen o no, la amo con locura, ella me aguanta, yo la aguanto. Le tengo un respeto profundo a ella y a todos los actores de cierta generación, pues han sido el cimiento de tantas cosas que vemos ahora”. Emilio afirma sentir pena por ciertos grupos que no saber valorar a estos actores, pues prefieren que actores jóvenes hagan de mayores, habiendo actores de esa edad. “Dicen algunos que tienen un estilo de actuación antiguo. Pero, ¿qué es un estilo de actuación antiguo? Con el respeto de todos, cuando veo teatro en la actualidad en algunos espectáculos, no siento nada. Lo veo todo plano, eso del naturalismo nos ha hecho un poco de daño. No siento esa magia que sentía de niño, esa parafernalia, un personaje bien vestido, bien maquillado. Veo cosas hermosas e impecables, pero muy asépticas, no se ensucian. Yo necesito ensuciarme en el teatro, que me sacuda, que me mueva, necesito grandilocuencia”, afirma.

Para Emilio, un buen actor de teatro debe tener “hambre de mundo, debe querer tocarlo y absorberlo todo, debe ser un gran observador de la vida, debe ser sensible; y también se debe evitar el egocentrismo, eso hace mucho daño en este trabajo, porque no te permite ver el entorno. Reconozco que yo también lo sufrí y ahora pienso que pude haber hecho más cosas, si no me hubiese obnubilado. Con tanta competencia que tiene el teatro, ¿qué otra cosa podemos ofrecer que no seamos nosotros mismos?” Y un buen director, debe “tener también hambre de ver y de sentir todo; también tener claro el mensaje; y para mí (es mi regla), en mi elenco no estarán quizás los mejores actores, pero sí las mejores personas; yo debo tener un equipo buena onda, tanto técnico como actoral”. Sobre el talento que tienen los actores, Emilio considera que “el talento nace, te ayuda la técnica, la formación; pero la constancia y empeño en buscar el norte en un personaje te hace salir a flote”.

El diseño de arte y futuros proyectos

Para Emilio, el diseño de vestuario es importantísimo para una puesta en escena. “Es un tema interesante para mí, porque hago vestuario y también soy diseñador de arte. Agradezco que de un tiempo a esta parte se le esté dando la importancia debida”. Él considera que el concepto de director de arte no termina de encajar aún, pero el diseñador de vestuario, sí. “Hasta hace poco, por tener poco presupuesto, cada actor traía la ropa que podía conseguir. Pero es simplemente tener sentido común, tener una línea clara de lo quieres hacer. Un diseñador de vestuario puede levantar una obra amateur, pues le da el sello de calidad; puede ser algo minimalista, pero si está bien puesto, está bien. Por ejemplo, lo primero que ves en un personaje al entrar al escenario es cómo está vestido, sacas por semiótica su imagen, sin que hable; eso te dice la gran importancia que tiene el vestuario, es una parte no fundamental, pero sí muy importante.”

Entre los proyectos que tiene Emilio para este año, figura un unipersonal  dirigido por Alberto Loli; y también se alista para dirigir a Mariella Trejos en Lorca en el corazón, un espectáculo con poemas teatralizados acompañados de danza y música flamenca en vivo, celebrando así las Bodas de Oro de la primera actriz. “También estaré dirigiendo tres óperas este año, para el Coro Nacional de Niños y para la Asociación Lírica Romanza en el  Teatro Nacional; esa es una de las razones por las que me he mantenido un poco alejado del mundo teatral”. Felicitaciones para Emilio por sus próximo proyectos y esperamos por supuesto, verlo más seguido sobre el escenario.

Sergio Velarde
20 de abril de 2014

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