Clásico contemporáneo revisitado
Tal como lo menciona Santiago Roncagliolo en el impecable programa de
mano del reestreno de su primera obra de teatro, Tus amigos nunca te harían
daño (1999) en la Sala ENSAD, sus personajes viven momentos trágicos dentro de
una obra inclinada más hacia la comedia. Se trata de un texto bastante popular
y recurrente en nuestro medio, acaso sea por una sencilla dramaturgia que
presenta sólidos personajes, que revelan sus secretos íntimos en la última
fiesta juntos. Carlos Acosta, director de excelentes puestas en escena como De repente, un beso o La manzana prohibida, y también profesor de actuación en la
ENSAD, dirige con su habitual precisión al competente elenco y consigue una
puesta en escena divertida y conmovedora.
Mario (Herberth Hurtado, de El cíclope) se reúne con sus amigos para
despedirse, pues planea dedicarse al sacerdocio. Con él se encuentran el
mujeriego Toto (Cristian Lévano, autor y director de ¿Qué hiciste Diego Díaz?),
la coqueta Claudia (Melissa Gutiérrez), la tímida Mariana (Luccía Méndez,
inolvidable en Super Popper) y la pareja aparentemente disfuncional conformada
por Beatriz (Yasmín Londoño, de El nido de las palomas) y Alejandro (Beto
Miranda, de Fando y Lis). Las revelaciones no tardan en aparecer, en cuatro
espacios claramente delimitados (la sala, la cocina, el baño y el dormitorio) poniendo
en jaque la amistad del grupo, en medio del desenfreno, alcohol y drogas. Un
impecable manejo del ritmo nos permite disfrutar de un montaje aparentemente
sencillo, pero que el trabajo actoral logra elevar por encima del promedio.
La producción a cargo de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático
es intachable. Acaso el gran reto que enfrenta su director Jorge Sarmiento, sea
el de coordinar con los responsables de las actividades dentro del Parque de la
Exposición, pues resulta insoportable el ruido que se cuela por las paredes, incluyendo la noche en la que este servidor acudió al teatro. Felizmente los actores estuvieron por
encima de cualquier dificultad y supieron manejar la situación. El elenco
ofrece un nivel bastante parejo, pero habría que destacar los momentos
puntuales de lucimiento que logran Londoño, Hurtado y especialmente, Lévano.
Tus amigos nunca te harían daño es ya un clásico de nuestra dramaturgia
nacional, que nos pone en alerta sobre aquellos “amigos”, que utilizan el
engaño y la artimaña para beneficio propio. Muy recomendable.
Sergio Velarde
17 de abril de 2014
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