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jueves, 30 de agosto de 2012

Crítica: SOL, LUNA Y TALÍA

Fallida historia en imágenes

Para montar con corrección una obra de teatro en imágenes y especialmente dirigida a los más pequeños, se debe tener en cuenta un requisito indispensable: la historia, así sea archiconocida, debe ser entendible con las acciones que suceden en el escenario, para que justifiquen así el silencio de los actores y la ausencia de palabras escritas. Sin embargo, la puesta en escena de Sol, Luna y Talía, a cargo de la Asociación de Artistas Aficionados, parece no tomar en cuenta estas consideraciones, presentando graves deficiencias que afectan seriamente el producto final.

Tres buenos intérpretes, como lo son Ximena Arroyo, Manuel Calderón y Omar Del Águila, no son aprovechados en todo su potencial corporal por la directora Kathleen O’Brien, quien prefiere dedicarse a recargar el escenario con múltiples elementos que tienden en la mayoría de los casos a confundir la acción dramática. La gran cantidad de letreros que son mostrados en escena tampoco son coherentes con el supuesto planteamiento inicial de la obra, que promete sólo imágenes para su desarrollo. Agravando la situación, ciertos mensajes tienen conceptos muy bellos, por ejemplo sobre el amor, pero son sólo entendibles por adultos. Algunas secuencias lucen también poco trabajadas, como el final. Esta conocida historia de La Bella Durmiente de Charles Perrault (que a su vez es una adaptación del original de Giambattista Basile, que le da el título al montaje) se presenta entonces, de manera algo desordenada y todavía por afinar.

Acaso lo más grave del estreno de Sol, Luna y Talía en la Casa Agárrate Catalina, sea el hecho que los niños entre 3 y 5 años (aquellos que abundaron en la función que vio este servidor) no entendían lo que sucedía en el escenario y los padres debían no sólo explicarles, sino también leerles los numerosos carteles a lo largo del montaje. Para que esta obra logre despegar, la directora Kathleen O’Brien debe reorganizar urgentemente toda la puesta en escena, prescindir de tanto cartel y ganar orden, estética y coherencia por medio de las imágenes y las acciones que realicen sus versátiles intérpretes. Los niños serán finalmente, los grandes beneficiados.

Sergio Velarde
30 de agosto de 2012

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