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martes, 14 de febrero de 2012

Crítica: BODAS DE SANGRE

Drama lorquiano en proceso

La práctica no hace al maestro, hace al experto. Por eso resulta una experiencia muy enriquecedora que alumnos de un taller decidan llevar su muestra final a otro nivel, para enfrentarlos con un público distinto al de sus padres y amigos, a través de una temporada abierta al público en general. Por supuesto, toda entusiasta acción genera una reacción. Por eso, es importante que los actores en formación aprendan, aparte de lo provechoso de asumir una temporada teatral así sea breve, a recibir críticas constructivas por su trabajo, con el único propósito de mejorar el producto final. Salir de la burbuja que representa la muestra interna es positivo en todos sentidos, y debe ser asimilado y aprovechado por cada futuro actor. Sirvan estas palabras como introducción para la presente reseña.

El grupo teatral La Tribu Escena, integrado por jóvenes en formación del Taller Actoral de Patricio Villavicencio, viene presentando la clásica obra de Federico García Lorca, Bodas de sangre, en el Teatro Auditorio Miraflores. Debe señalarse que dicha puesta en escena fue la muestra final del nivel Intermedio del Taller, y que debido a las buenas críticas recibidas, ahora se ofrece al público como un montaje profesional. Pero es importante hacer mención de manera clara, tanto en el afiche como en el programa, que este montaje se encuentra todavía en proceso, debido justamente a su joven elenco. Y es que a pesar de que la sencilla adaptación realizada al texto es muy funcional, y de ser esta obra para algunos, de lo más “sencillo” de Lorca, Bodas de sangre requiere necesariamente de intérpretes capaces de encarnar en escena las pasiones más profundas del ser humano, y que ni siquiera algunos actores con experiencia pueden desarrollar a plenitud, como sucedió con su última puesta en escena dirigida por Miguel Pastor.

El director Patricio Villavicencio conoce a fondo la obra (participó como actor en una temporada anterior) y le da un lógico énfasis a la tragedia que desencadena la traición de la Novia al Novio, por ir a los brazos de Leonardo. Y si bien el elenco hace su mejor esfuerzo por darle vida a sus dramáticos y emblemáticos personajes (como la Madre y los protagonistas del triángulo amoroso), la fuerza y la pasión que se necesitan aún está por desarrollar y pulir. Se debe mejorar la dicción en general y modular el volumen de la voz en algunos actores. Los excesos melodramáticos deben controlarse para no caer en la sobreactuación. Si no se tienen intérpretes con la edad de los personajes, pues o se caracterizan todos o nadie. Si el Padre usa bastón, pues debe usarlo siempre y correctamente. El vestido negro de la novia adelanta su trágico destino, bien puede utilizarlo una vez desencadenado el drama. La aparición de la simbología lorquiana (presentes en la Luna y en la Mendiga) resalta del resto del montaje, y debe afinarse aún más escénicamente. Los cambios de escena pueden ser mucho más rápidos, pues se cuenta con un numeroso elenco para tal función. La música y voz en vivo ayuda a la puesta en escena, no así la grabada, que no permite escuchar algunos textos. Bodas de sangre es una experiencia enriquecedora y provechosa para su joven elenco y bien vale su visionado para acercarse al universo de ese gran dramaturgo que fue Federico García Lorca.

Sergio Velarde
14 de febrero de 2012

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