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domingo, 19 de febrero de 2012

Crítica: MÁQUINA HAMLET

Performance en crisis

En la Sala Ricardo Blume de Aranwa Teatro en Jesús María se viene presentando Máquina Hamlet (Die Hamletmaschine), texto teatral del alemán Heiner Müller escrito en 1977 y dirigido por Guillermo Castrillón con actores egresados del Taller de Actuación de Aranwa. Hamlet Machine es una pieza atípica por excelencia, nació a partir del afán de Müller por de-construir el clásico de William Shakespeare, y dentro de un contexto histórico muy particular, antes de la caída del Muro de Berlín. Así, la pieza consta de cinco actos teniendo como figura protagónica al No-Hamlet, con algunos pasajes en idioma inglés, carentes de acotaciones y construido a base de monólogos (sin clara referencia espacial), que bien podrían funcionar como pura poesía. Debido a esta desarticulación tan personal que propone el autor, se le nombra “máquina”, por tratarse de un tipo de artilugio fulminante a las convenciones del teatro clásico. Máquina Hamlet, entonces, se convierte en un texto favorito de vanguardia y en un lienzo en blanco para que cada director adapte la obra según su propia visión. He ahí donde radica justamente, el mayor peligro que anticipa cualquiera de sus puestas en escena.

En la presente versión, Castrillón pone en aprietos al elenco integrado por Sergio Cano, Luciana Flores y Katherina Sánchez. Y es que, además de trabajar el texto propiamente dicho, el director propuso una indagación propia de cada actor, quienes exponen en escena aspectos íntimos de su personalidad dentro del contexto mismo de la obra. Es ahí donde radica, acaso, el mayor problema del montaje: las secuencias propuestas en el texto de Müller y las de los propios actores, no se integran adecuadamente en escena. Por ejemplo, la verdad que emana del monólogo final de Sánchez, quien parece elegir en el momento cada palabra que expresa, contrasta con su secuencia pauteada y sincronizada de su “Ofelia”, al lado de Flores. Aunque la idea ya estaba implícita en el texto original, pues Müller incluye circunstancias personales en él, como el suicidio de su esposa en el monólogo de la No-Ofelia; actores y director deben trabajar en conseguir un equilibrio entre todos los cuadros. En todo caso, es aquí donde entramos al gran campo de la performance, en el que literalmente (o en ciertos casos, erradamente) todo se está permitido.

Castrillón menciona, como respuesta a la acertada crítica realizada por Gabriela Javier Caballero a la presente obra, algunos conceptos que dificultan cualquier intento de descifrar (o acaso justificar) una performance: confusión y locura. Y es que Castrillón afirma que “confundir” al espectador es una idea que no le desagrada; y son quizás sus “locuras”, las que motivaron esta particular visión de Máquina Hamlet, como una puesta en escena en crisis. Así pues, ¿cómo justificar a las dos actrices comentar alegremente sobre penes seccionados sobre un supuesto cadáver? ¿Cómo justificar las palabras escritas en el cuerpo del actor, si apenas pudieron ser legibles por el espectador y luego fueron borradas por el sudor? ¿Cómo justificar que la actriz dé de comer a una cabeza decapitada dentro de un microondas? Y la respuesta cae por sí sola: no se puede, ni se debe, justificar nada en una performance. Son las imágenes lo importante, pues son las que generan las emociones y crean los ambientes en escena. Esta Máquina Hamlet de Aranwa Teatro, así como la puesta en escena de Carlos Acosta de hace algunos años, nos regala algunas imágenes inolvidables: el No-Hamlet escapando de su prisión confeccionada de cinta de embalaje; y crucificado en el foro, con cabezas decapitadas en las manos. Imágenes que ciertamente, sí justifican su visión.

Sergio Velarde
19 de febrero de 2012

1 comentario:

  1. Gracias por la crítica , realmente hacen falta en este ambiente teatral. ¿Se responden o no a las críticas? No lo se...Solo diré que las cosas no salen nunca como uno quiere y eso es lo que más me gusta de mis creaciones. El inconsciente sabe , confío en sus justificaciones que muy difícilmente sabré. Gracias de nuevo.

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