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viernes, 10 de febrero de 2012

Crítica: SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Entretenida adaptación de clásico de Shakespeare

Sirvan las prácticas pre-profesionales de los alumnos de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático ENSAD, como excusa perfecta para demostrar sus avances en temporadas teatrales gratuitas (por ahora) y para regalarnos algunos montajes realizados con mucho vigor y profesionalismo, cualidades que tanta falta le hacen a algunos grupos del medio. La pieza elegida por los alumnos del octavo ciclo de Actuación (Cuarto Año) y por su profesor director Carlos Acosta es Sueño de una noche de verano de William Shakespeare, una elección factible debido a los numerosos personajes que intervienen en el drama y por ser, obviamente, uno de los textos más populares y celebrados del Bardo de Avon.

La historia involucra varios personajes en planos superpuestos de la realidad. Por el lado “terrenal” tenemos a Hermia (Andrea Aguilar), que está enamorada de Lisandro (Christian Oré) y se niega a casarse con Demetrio (Eduardo Samaniego), en contra de la voluntad de su padre Egeo (Juan Muñoz). Demetrio, por su parte, es amado por una amiga de Hermia, Elena (Cristina Lozano), a la que abandonó para casarse con Hermia. Por el lado “fantástico”, encontramos en el bosque a los reyes de las hadas, Oberón (Carlos Rivera) y Titania (Antonia Moreno), quienes han discutido. Oberón entonces, ordena al duendecillo Puck (Jorge Antonio Bazalar), verter en los ojos de Titania un líquido mágico para que se enamore del primer ser a quien vea cuando despierte. Pero ella halla a su lado al entusiasta artesano Telares (Jesús Tantaleán), que se encuentra ensayando una obra de teatro, con una cabeza de asno en lugar de la propia, por obra y gracia de Puck. Los cuatro amantes también verán confundidos sus intereses amorosos por causa de este mágico líquido. Como toda comedia romántica, la obra termina en bodas masivas y en una divertidísima representación de “Píramo y Tisbe”, a cargo de los artesanos atenienses.

Acaso el mayor acierto del buen director Carlos Acosta sea el de haber dotado de igual fluidez e interés los diversos hilos dramáticos que conforman la trama: la relación amor-odio entre Oberón y Titania, la confusión amorosa de los cuatro jóvenes amantes y la representación de la troupé de actores aficionados. Las tres líneas argumentales están bien definidas y encuentran una feliz fusión al final. La precariedad de la escenografía y los vestuarios son fácilmente superados por la energía y carisma de todo el elenco en conjunto. Algunas detalles en las caracterizaciones, como las de Oberón, resultan interesantes en su concepción. Los desplazamientos de los intérpretes, que antes abarcaban diversas locaciones de Parque de la Exposición, ahora son reducidos al frontis de la ENSAD; pero ese detalle no merma la acción dramática. Esta nueva versión de Sueño de una noche de verano nos trae de vuelta un gran texto de Shakespeare; confirma el buen desempeño y nivel actoral de los estudiantes de la ENSAD; y nos reconcilia con el director Carlos Acosta, quien luego del traspiés de Nadar como perro, demuestra que sí es capaz de ofrecernos espectáculos de calidad, a los que estamos acostumbrados.

Sergio Velarde
10 de febrero de 2012

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