Páginas

domingo, 26 de febrero de 2012

Entrevista: GABRIELA JAVIER CABALLERO

El teatro sabe  

El Teatro Sabe es un espacio virtual dedicado a la Crítica Teatral, dentro de la plataforma cultural lamula.pe, en el que ejerce el oficio crítico Gabriela Javier Caballero, joven estudiante de último año de Literatura en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. “Asistí al Taller de Sara Joffré en el ICPNA de Miraflores, para tener las pautas necesarias para realizar la crítica teatral”, menciona Gabriela, quien se sorprendió por la cantidad de gente que asistió a dichas reuniones. “Actualmente asisto a un nuevo taller de Sara en la Universidad San Marcos.” También participó en el taller Análisis del Trabajo del Actor, dictado por Jorge Dubatti y en la conferencia Los derechos (humanos) del actor, a cargo de Gustavo Geirola; ambos organizados por la UCSUR el 2011. “Estoy interesada en la crítica e investigación teatral y en el análisis del espectáculo; estas experiencias me sirvieron para crearme un panorama más amplio sobre la lectura de una puesta en escena.”

“Mi familia siempre ha gustado del teatro, yo iba mucho al teatro, pero no me animaba a hacer críticas”, recuerda Gabriela, quien debía encontrar el necesario tiempo para redactar sus críticas. Su primera crítica en El Teatro Sabe fue en marzo del 2011, a la obra Sangre como flores de Eduardo Adrianzén, y a la vez, el primer trabajo encargado por Sara Joffré para su taller. “Volví a escribir una crítica de El Dragón de Oro hace poco y debo decir que no me gusta la primera que hice. Siento que ahora todo me resulta más fácil, procuro escribir con respeto y fundamento, así como comprometerme en leer e investigar más”, comenta.

“Para redactar mis críticas trato de tener mucho cuidado, busco analizar todo el proceso teatral, como dice Dubatti”. Uno de los montajes en el que Gabriela entró en crisis fue Astronautas dirigida por Jorge Castro. “Definitivamente no me gustó el montaje, a pesar de las buenas críticas que había escuchado previamente. Pensé: ¿es que soy yo la equivocada?”, recuerda. Otra obra reciente que criticó fue Máquina Hamlet de Guillermo Castrillón. “Uno de los momentos que me parecieron prescindibles en el montaje, fue el inicio con la escena de las chicas hablando sobre penes cortados. No significa necesariamente la castración del personaje.”  Finalmente, Gabriela ha sido invitada por El Oficio Crítico para ser parte del jurado que elegirá lo mejor del teatro independiente del 2012. ¡Bienvenida a El Oficio Crítico, Gabriela!

Sergio Velarde
26 de febrero de 2012

Crítica: LA LEYENDA DE SLEEPY HOLLOW, EL MUSICAL

Discreto montaje infantil

Nuevamente, el Festival de Teatro para Niños que organiza por undécimo año consecutivo el Instituto Cultural Peruano Norteamericano ICPNA, nos muestra de manera segmentada el panorama que atraviesa nuestro teatro “para toda la familia”. Y es que es por demás sabida la “habilidad” de algunos productores teatrales para crear en escena supuestos montajes teatrales con personajes, ya sea vistos mil veces, o provenientes de los programas, series o películas de moda, todos juntos y revueltos, sin ningún atisbo de creatividad o intención de presentar algo novedoso. Este 2012, la oferta es variada: Sendar nos trae la historia de Rapunzel, convenientemente titulada como Enredados. Los cruces de universos infantiles ya no sólo llegan con Jorge Moncada y su grupo Arlequín con Cenicienta y sus amigos, sino también con Fiesta de la productora de eventos Cubo Mágico (con Spiderman, Mickey Mouse, Sportacus, etc.) y con Quimera y su Caperucita Roja y los tres cerditos. Las historias de siempre llegan nuevamente a escena con Hansel y Gretel de Vicky Paz Producciones, La Gallina Sembradora de la Agrupación teatral Fénix y Caperucita Roja de Alelí Teatro. Las novedades llegan con El medallón mágico de Carlos Paredes y el grupo teatral Nueva Aurora; y La leyenda de Sleepy Hollow, El Musical de Washington Irving, a cargo de Vodevil Producciones.

Justamente, este último montaje cerró el mencionado festival. La ausencia en el programa de mano de los respectivos créditos para la dirección y adaptación de esta discreta obra infantil llama la atención. Sin embargo, es reconocible, debido al toque “brechtiano” de la puesta en escena. Con tan sólo 30 minutos de duración, la historia llega a nosotros a través de un narrador (Gonzalo Frech), quien presenta al protagonista Ichabod Crane (Sergio Cano), un maestro que llega a la comunidad de Sleepy Hollow, en donde se rumorea que existen espectros que merodean el bosque, entre ellos el llamado Jinete sin cabeza. Crane se involucra sentimentalmente con Katrina Van Tassel (Bertha Bohórquez), lo que enfurece a Hueso (Luis Alejandro Ramírez), uno de los habitantes del mencionado pueblo.

Acaso lo único criticable del montaje sea el de contar nuevamente con pistas musicales con voces grabadas, que le restan credibilidad y puntos al resultado final de cualquier espectáculo teatral. Agravado también por el hecho que el único que canta en vivo sea el personaje de Cano. Deben existir maneras más creativas para solucionar este problema, ya sea contar con actores cantantes, entrenarlos si no lo son, o recurrir a micrófonos especiales. Por otro lado, es de agradecer que la historia no se prolongue innecesariamente. La historia es entendible para los más pequeños y se sigue con interés hasta descifrar el misterio. A destacar las actuaciones de Cano y de Sophia Azaña como una habitante del pueblo. La leyenda de Sleepy Hollow puede convertirse en un entretenido espectáculo infantil, de corregirse el aspecto musical.

Sergio Velarde
26 de febrero de 2012

martes, 21 de febrero de 2012

Crítica: MICAELA

Sueños de una heroína

Buscando escapar del academicismo de los libros de Historia del Perú, el grupo Maguey y el dramaturgo y director Wily Pinto reponen a 20 años de su estreno, Micaela, un imperecedero unipersonal con María Luisa De Zela como la esposa de Túpac Amaru II, quien se encuentra presa y a punto de ser ejecutada, mientras recuerda su historia cargada de dolor y heroísmo. Basándose en su biografía, en poemas, mitos y textos escritos por Alfonsina Barrionuevo, director y actriz exploran libremente en base a sus posibles sueños, la vida de esta mártir, pieza fundamental dentro de la rebelión contra los españoles.

El acogedor espacio de Maguey en San Miguel es utilizado eficientemente con elementos escenográficos sencillos y funcionales, así como de un buen aprovechamiento de las luces que delimitan con claridad los ambientes de cada cuadro. Se incluye un trabajo de música en vivo a cargo de Liz Espinoza. Vemos a Micaela Bastidas, la madre, la esposa y la víctima del yugo español, atravesar varias emociones que nos permiten sensibilizarnos y sobre todo, recordar (que tanta falta nos hace como sociedad) aquellos tiempos en los que vivíamos discriminados u oprimidos por otros. Pero esos tiempos no han cambiado mucho, ya que todavía los problemas que enfrenta la mujer contemporánea son muchos. Sirva este montaje para la reflexión y para llevar un necesario mensaje de integración y paz, en estos tiempos modernos.

La actuación de María Luisa De Zela es impecable, como debíamos esperar de una actriz que tiene la obra en repertorio por 20 años. Con varios festivales nacionales e internacionales a cuestas, De Zela se apropia del escenario y consigue interesantes matices con los personajes que le toca representar, no sólo a la heroica Micaela, sino también a la fuerza opresora española que la condena a muerte. Acaso la mayor virtud de este montaje, que celebra los primeros 30 años de Maguey, sea que su director Wily Pinto haya trascendido la opción “documentalista”, para mostrarnos a una Micaela humana, temerosa pero digna, frágil pero valiente, que redondea el excelente trabajo de la actriz. Esperamos, por supuesto, con bastante expectativa los siguientes montajes de Maguey.

Sergio Velarde
21 de febrero de 2012

domingo, 19 de febrero de 2012

Crítica: MÁQUINA HAMLET

Performance en crisis

En la Sala Ricardo Blume de Aranwa Teatro en Jesús María se viene presentando Máquina Hamlet (Die Hamletmaschine), texto teatral del alemán Heiner Müller escrito en 1977 y dirigido por Guillermo Castrillón con actores egresados del Taller de Actuación de Aranwa. Hamlet Machine es una pieza atípica por excelencia, nació a partir del afán de Müller por de-construir el clásico de William Shakespeare, y dentro de un contexto histórico muy particular, antes de la caída del Muro de Berlín. Así, la pieza consta de cinco actos teniendo como figura protagónica al No-Hamlet, con algunos pasajes en idioma inglés, carentes de acotaciones y construido a base de monólogos (sin clara referencia espacial), que bien podrían funcionar como pura poesía. Debido a esta desarticulación tan personal que propone el autor, se le nombra “máquina”, por tratarse de un tipo de artilugio fulminante a las convenciones del teatro clásico. Máquina Hamlet, entonces, se convierte en un texto favorito de vanguardia y en un lienzo en blanco para que cada director adapte la obra según su propia visión. He ahí donde radica justamente, el mayor peligro que anticipa cualquiera de sus puestas en escena.

En la presente versión, Castrillón pone en aprietos al elenco integrado por Sergio Cano, Luciana Flores y Katherina Sánchez. Y es que, además de trabajar el texto propiamente dicho, el director propuso una indagación propia de cada actor, quienes exponen en escena aspectos íntimos de su personalidad dentro del contexto mismo de la obra. Es ahí donde radica, acaso, el mayor problema del montaje: las secuencias propuestas en el texto de Müller y las de los propios actores, no se integran adecuadamente en escena. Por ejemplo, la verdad que emana del monólogo final de Sánchez, quien parece elegir en el momento cada palabra que expresa, contrasta con su secuencia pauteada y sincronizada de su “Ofelia”, al lado de Flores. Aunque la idea ya estaba implícita en el texto original, pues Müller incluye circunstancias personales en él, como el suicidio de su esposa en el monólogo de la No-Ofelia; actores y director deben trabajar en conseguir un equilibrio entre todos los cuadros. En todo caso, es aquí donde entramos al gran campo de la performance, en el que literalmente (o en ciertos casos, erradamente) todo se está permitido.

Castrillón menciona, como respuesta a la acertada crítica realizada por Gabriela Javier Caballero a la presente obra, algunos conceptos que dificultan cualquier intento de descifrar (o acaso justificar) una performance: confusión y locura. Y es que Castrillón afirma que “confundir” al espectador es una idea que no le desagrada; y son quizás sus “locuras”, las que motivaron esta particular visión de Máquina Hamlet, como una puesta en escena en crisis. Así pues, ¿cómo justificar a las dos actrices comentar alegremente sobre penes seccionados sobre un supuesto cadáver? ¿Cómo justificar las palabras escritas en el cuerpo del actor, si apenas pudieron ser legibles por el espectador y luego fueron borradas por el sudor? ¿Cómo justificar que la actriz dé de comer a una cabeza decapitada dentro de un microondas? Y la respuesta cae por sí sola: no se puede, ni se debe, justificar nada en una performance. Son las imágenes lo importante, pues son las que generan las emociones y crean los ambientes en escena. Esta Máquina Hamlet de Aranwa Teatro, así como la puesta en escena de Carlos Acosta de hace algunos años, nos regala algunas imágenes inolvidables: el No-Hamlet escapando de su prisión confeccionada de cinta de embalaje; y crucificado en el foro, con cabezas decapitadas en las manos. Imágenes que ciertamente, sí justifican su visión.

Sergio Velarde
19 de febrero de 2012

martes, 14 de febrero de 2012

Crítica: BODAS DE SANGRE

Drama lorquiano en proceso

La práctica no hace al maestro, hace al experto. Por eso resulta una experiencia muy enriquecedora que alumnos de un taller decidan llevar su muestra final a otro nivel, para enfrentarlos con un público distinto al de sus padres y amigos, a través de una temporada abierta al público en general. Por supuesto, toda entusiasta acción genera una reacción. Por eso, es importante que los actores en formación aprendan, aparte de lo provechoso de asumir una temporada teatral así sea breve, a recibir críticas constructivas por su trabajo, con el único propósito de mejorar el producto final. Salir de la burbuja que representa la muestra interna es positivo en todos sentidos, y debe ser asimilado y aprovechado por cada futuro actor. Sirvan estas palabras como introducción para la presente reseña.

El grupo teatral La Tribu Escena, integrado por jóvenes en formación del Taller Actoral de Patricio Villavicencio, viene presentando la clásica obra de Federico García Lorca, Bodas de sangre, en el Teatro Auditorio Miraflores. Debe señalarse que dicha puesta en escena fue la muestra final del nivel Intermedio del Taller, y que debido a las buenas críticas recibidas, ahora se ofrece al público como un montaje profesional. Pero es importante hacer mención de manera clara, tanto en el afiche como en el programa, que este montaje se encuentra todavía en proceso, debido justamente a su joven elenco. Y es que a pesar de que la sencilla adaptación realizada al texto es muy funcional, y de ser esta obra para algunos, de lo más “sencillo” de Lorca, Bodas de sangre requiere necesariamente de intérpretes capaces de encarnar en escena las pasiones más profundas del ser humano, y que ni siquiera algunos actores con experiencia pueden desarrollar a plenitud, como sucedió con su última puesta en escena dirigida por Miguel Pastor.

El director Patricio Villavicencio conoce a fondo la obra (participó como actor en una temporada anterior) y le da un lógico énfasis a la tragedia que desencadena la traición de la Novia al Novio, por ir a los brazos de Leonardo. Y si bien el elenco hace su mejor esfuerzo por darle vida a sus dramáticos y emblemáticos personajes (como la Madre y los protagonistas del triángulo amoroso), la fuerza y la pasión que se necesitan aún está por desarrollar y pulir. Se debe mejorar la dicción en general y modular el volumen de la voz en algunos actores. Los excesos melodramáticos deben controlarse para no caer en la sobreactuación. Si no se tienen intérpretes con la edad de los personajes, pues o se caracterizan todos o nadie. Si el Padre usa bastón, pues debe usarlo siempre y correctamente. El vestido negro de la novia adelanta su trágico destino, bien puede utilizarlo una vez desencadenado el drama. La aparición de la simbología lorquiana (presentes en la Luna y en la Mendiga) resalta del resto del montaje, y debe afinarse aún más escénicamente. Los cambios de escena pueden ser mucho más rápidos, pues se cuenta con un numeroso elenco para tal función. La música y voz en vivo ayuda a la puesta en escena, no así la grabada, que no permite escuchar algunos textos. Bodas de sangre es una experiencia enriquecedora y provechosa para su joven elenco y bien vale su visionado para acercarse al universo de ese gran dramaturgo que fue Federico García Lorca.

Sergio Velarde
14 de febrero de 2012

viernes, 10 de febrero de 2012

Crítica: SUEÑO DE UNA NOCHE DE VERANO

Entretenida adaptación de clásico de Shakespeare

Sirvan las prácticas pre-profesionales de los alumnos de la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático ENSAD, como excusa perfecta para demostrar sus avances en temporadas teatrales gratuitas (por ahora) y para regalarnos algunos montajes realizados con mucho vigor y profesionalismo, cualidades que tanta falta le hacen a algunos grupos del medio. La pieza elegida por los alumnos del octavo ciclo de Actuación (Cuarto Año) y por su profesor director Carlos Acosta es Sueño de una noche de verano de William Shakespeare, una elección factible debido a los numerosos personajes que intervienen en el drama y por ser, obviamente, uno de los textos más populares y celebrados del Bardo de Avon.

La historia involucra varios personajes en planos superpuestos de la realidad. Por el lado “terrenal” tenemos a Hermia (Andrea Aguilar), que está enamorada de Lisandro (Christian Oré) y se niega a casarse con Demetrio (Eduardo Samaniego), en contra de la voluntad de su padre Egeo (Juan Muñoz). Demetrio, por su parte, es amado por una amiga de Hermia, Elena (Cristina Lozano), a la que abandonó para casarse con Hermia. Por el lado “fantástico”, encontramos en el bosque a los reyes de las hadas, Oberón (Carlos Rivera) y Titania (Antonia Moreno), quienes han discutido. Oberón entonces, ordena al duendecillo Puck (Jorge Antonio Bazalar), verter en los ojos de Titania un líquido mágico para que se enamore del primer ser a quien vea cuando despierte. Pero ella halla a su lado al entusiasta artesano Telares (Jesús Tantaleán), que se encuentra ensayando una obra de teatro, con una cabeza de asno en lugar de la propia, por obra y gracia de Puck. Los cuatro amantes también verán confundidos sus intereses amorosos por causa de este mágico líquido. Como toda comedia romántica, la obra termina en bodas masivas y en una divertidísima representación de “Píramo y Tisbe”, a cargo de los artesanos atenienses.

Acaso el mayor acierto del buen director Carlos Acosta sea el de haber dotado de igual fluidez e interés los diversos hilos dramáticos que conforman la trama: la relación amor-odio entre Oberón y Titania, la confusión amorosa de los cuatro jóvenes amantes y la representación de la troupé de actores aficionados. Las tres líneas argumentales están bien definidas y encuentran una feliz fusión al final. La precariedad de la escenografía y los vestuarios son fácilmente superados por la energía y carisma de todo el elenco en conjunto. Algunas detalles en las caracterizaciones, como las de Oberón, resultan interesantes en su concepción. Los desplazamientos de los intérpretes, que antes abarcaban diversas locaciones de Parque de la Exposición, ahora son reducidos al frontis de la ENSAD; pero ese detalle no merma la acción dramática. Esta nueva versión de Sueño de una noche de verano nos trae de vuelta un gran texto de Shakespeare; confirma el buen desempeño y nivel actoral de los estudiantes de la ENSAD; y nos reconcilia con el director Carlos Acosta, quien luego del traspiés de Nadar como perro, demuestra que sí es capaz de ofrecernos espectáculos de calidad, a los que estamos acostumbrados.

Sergio Velarde
10 de febrero de 2012

domingo, 5 de febrero de 2012

Crítica: ARLEQUÍN, SERVIDOR DE DOS PATRONES

Fiesta y carnaval en el frontis de la ENSAD

Como ya sucediera con la excelente Super Popper de César De María el año pasado (uno de los mejores montajes del 2011), nuevamente la Escuela Nacional Superior de Arte Dramático ENSAD nos regala otra sólida puesta en escena, tomando como pretexto las prácticas pre-profesionales de sus estudiantes, esta vez los del Sexto Ciclo de Actuación bajo la dirección de Sofía Palomino. Arlequín, servidor de dos patrones es una de las clásicas comedias del dramaturgo veneciano Carlo Goldoni basadas en la Comedia del Arte y nuevamente, a pesar de ser un ejercicio teatral realizado por actores en formación, los resultados superan con creces otros montajes perpetrados supuestamente por profesionales.

La trama sigue las andanzas de Trufaldino (Narayana Campos), un criado al estilo de Arlequín, que por no tener los medios necesarios para sobrevivir, decide emplearse simultáneamente como servidor de dos amos diferentes: Federico Rasponi, que en realidad es su hermana Beatriz disfrazada de varón (Leonela Pajares); y de Florindo Aretusi (Luis Vigil), amante de Beatriz y supuesto asesino de Federico. Como es de esperarse, los enredos no tardan en aparecer y Trufaldino deberá sortear muchas dificultades para no ser descubierto y además, para concretar su amor por la criada Esmeraldina (Sofía Izquierdo). Mientras tanto, la aparición del supuesto Federico frustra los planes matrimoniales de Clarisa (Ana Aparicio), hija del señor Pantalón de Bisognosi (Pablo Vega) y de Silvio Lombardi (Sergio Armas). Luego de solucionados los equívocos y reveladas las identidades de los personajes, llega el final feliz con todas las parejas al pie del altar.

Gran acierto el de elegir el frontis de la ENSAD como escenario para el montaje, con todos los personajes bailando, riendo y llegando juntos al estrado para iniciar la función, siempre en tono de fiesta y carnaval. El ritmo no decae en ningún momento gracias a la lúdica propuesta de la directora, que incluye la actuación exagerada de los actores, el uso de máscaras, maquillaje recargado y telones pintados y corredizos que demarcan los espacios. En líneas generales, todos los intérpretes manejan correctamente su voz ante la ausencia de micrófonos. La escena de la cena resulta sumamente divertida, con la participación del cocinero (Junior Benavente). Acaso el uso de una canción en playback para el personaje de Florindo no haya sido la elección correcta, pero eso no empaña el trabajo en conjunto del elenco. Arlequín, servidor de dos patrones es otro acierto dentro de las temporadas teatrales que viene ofreciendo la ENSAD, además de contar con entrada libre. Seguirán pronto las reseñas de Un busto al cuerpo y Sueño de una noche de verano.


Sergio Velarde
05 de febrero de 2012

sábado, 4 de febrero de 2012

Entrevista: YASMÍN LOAYZA

"Mi búsqueda consiste en traducir los sueños"

Ganadora del premio del público en El Oficio Crítico como mejor directora del 2011 por la puesta en escena de El Soplador de Estrellas de Ricardo Talento (también ganadora como mejor obra), Yasmín Loayza se hizo un tiempo para responder nuestras preguntas, ahora que se encuentra enfrascada en su nuevo rol de mamá.

¿Cómo fueron tus inicios en el mundo del teatro?
En 1993 después de terminar el colegio empecé a prepararme para postular a Derecho. Mis padres me inscribieron en un curso de teatro en el Museo de Arte, pues yo estaba muy entusiasmada con el estudio y ellos querían que me relaje un poco. La verdad es que yo prefería pintura, eso del teatro no era para mí, era bastante tímida (bueno, aún lo soy), pero ya estaba inscrita, así que ni modo… Y allí empezó todo… En el curso empezamos con una adaptación de cuentos clásicos y poemas de Javier Heraud, con presentaciones en el ICPNA y el mismo MALI. Luego decidí estudiar esto como carrera; fui al TUC, pero el malhumor de la secretaria de ese entonces me desanimó y cuando llegué a la ENSAD y vi a los estudiantes ensayando, en zancos, haciendo escenografías, cantando… me pareció un mundo nuevo y mágico, así que decidí postular a la carrera de Actuación que duraba cinco años.

¿Quiénes fueron tus profesores?
Ingresé a la ENSAD y allí estudié cinco años la carrera de Actuación, años después volví y estudié Pedagogía Teatral. Además he llevado diversos talleres de Actuación, Dirección, Danza, Dramaturgia y Pedagogía. Entre mis maestros están: Carlos Velásquez, Sergio Arrau, Ernesto Ráez, José Enrique Mavila, Edgar Saba, Jorge Guerra, Margarita Ludeña, Juan Arcos, Guillermo Castrillón, Alla Mironova, Iván Vivanco, entre otros.

¿Cuál fue tu primera obra profesional de teatro?
En el año 1994 con unos amigos formamos un grupo de teatro que se llamó Personajes, nuestra sede era el Teatro Histrión, que ya no estaba en funcionamiento, pero que nos servía como espacio para continuar con nuestro entrenamiento en voz, cuerpo, maquillaje, etc. después de las clases de la ENSAD. Allí tuvimos la maravillosa oportunidad de ser dirigidos por Carlos Velásquez en El Bebé Furioso, comedia de humor negro contemporánea española de Martínez Mediero, con la actuación de Angelita Velásquez, Isabel Cabrera, Omar Honores y Miguel Ángel Cabrera. En esa oportunidad trabajamos muy duro en la producción y realización del montaje. Una maravillosa experiencia.

¿Cómo influye la danza en tu carrera como actriz y directora?
Es curiosa la pregunta, porque recuerdo que cuando era cachimba en la ENSAD me aburría terriblemente en las clases de corporal, porque eran de ballet y tenía la tonta idea de que yo iba a ser “actriz” no “bailarina”… Cómo he cambiado desde entonces y cuando lo recuerdo me da mucha gracia, así que cuando lo oigo ahora de mis estudiantes, no me espanto, porque sé que es en parte su inocencia y que el tiempo es el mejor maestro. He llevado diversos talleres de danza: ballet, contemporánea, de salón y del mundo (costa, sierra y selva peruana, hindú, árabe, gitana, vienesa, etc.) Realmente no las estudié con el afán de ser una bailarina experta, sino más bien porque en cada danza hay un registro de movimientos y posturas que te permiten tener una visión más amplia de la composición física de los personajes, de su psicología y del mundo en el que se desenvuelven, todo esto indispensable en el quehacer teatral. Creo que la danza me ha permitido comprender y observar a mi alrededor con más naturalidad, de una forma mucho más lúdica y dinámica. Si bien todo lo que he aprendido sigue evolucionando y fortaleciéndose, debo confesar que en gran parte mi trabajo tiene que ver con una composición corporal, de secuencias y juegos rítmicos y que desde allí parte la interiorización y organicidad; claro, debo admitir que no siempre se da de esa forma, a veces ocurre lo opuesto, empezar por lo interno y terminar con la fisicalización del personaje…

¿Qué experiencias encuentras al actuar y al dirigir?
Me gusta mucho esto que dice Silvio D´Amico: “El actor se propone todos los días la empresa imposible de traducir los sueños en una realidad concreta”… Y creo que toda mi búsqueda, tanto como actriz y como directora, va en busca de eso… de Traducir Sueños… pese a que el traductor es también conocido como “traidor”, creo que a nuestra manera todos los teatreros tratamos de traducir estos sueños en realidad lo más fielmente posible ya sea al texto o a nosotros mismos; así surge El Soplador de Estrellas, en el que Ximena, Manuel y yo tratamos de traducir y crear vida en escena, jugando con diferentes elementos básicos y construyendo estos tiernos personajes que se mueven en un mundo que pese a ser completamente teatral es creíble para el espectador que gustoso se presta en el juego teatral.

¿Cómo traducir los sueños en realidad?
Como actores tenemos nuestra voz, cuerpo, mente e inteligencia que son herramientas básicas e indispensables. Creo que parte de esta búsqueda y sistematización es el Taller Laboratorio de Teatro Corporal que dicto hace unos años en la AAA.

¿Qué requisitos debe tener un director de teatro ideal? ¿Y un actor ideal?
Buena pregunta… La verdad es que no tengo ni la más mínima idea, si me hubieras preguntado cuando recién egresé de la Escuela hace unos doce años más o menos, quizás te hubiera dado una lista larga y concreta, pero ahora en este momento de mi vida me doy cuenta que no hay una fórmula. Si puedo decir algo sería que lo más importante es creérsela y ser consecuentes consigo mismos sobre todo, ser responsables al máximo y entregarse al trabajo con total seriedad y todo lo contrario…

¿Cómo llegó El Soplador de Estrellas a tus manos?
Buscando textos, un amigo (Fernando Alarcón) me pasó este texto y me encantó, lo tuve un tiempo hasta que por una propuesta de Ruth Vásquez decidimos hacerla. Ximena Arroyo, Manuel Calderón y yo nos aventuramos a llevar a escena esta obra que por varias razones se ha convertido en algo muy especial para los tres; la obra tenía la inocencia y el juego que necesitábamos para hablar con niños y adultos… Sólo el final no encajaba con lo que queríamos decir, pues en el texto original los personajes terminan enamorándose y se van como pareja… Así que le dimos una revisada y reescribí el final en el que vuelven a prenderse las estrellas y ellos siguen juntos en sus aventuras, la posibilidad del enamoramiento de los personajes queda abierta para el público, algunos creen que sí terminan como pareja, otros los ven más como amigos o maestro y discípula… Creo mucho en que no debe menospreciarse la imaginación del espectador y este final les permite imaginar lo que deseen.

¿Qué proyectos tienes para este año?
En principio acabo de pasar por la experiencia más maravillosa del mundo… Ser madre, así que este año estaré más dedicada a disfrutar de mi pequeña y de esta nueva responsabilidad. Además, ya con la tesis sustentada de Pedagogía, espero terminar con el Bachillerato y la Licenciatura; se harán más presentaciones de El Soplador de Estrellas y durante el año me reintegraré a la AAA y a la Pedagogía; parece que se viene una nueva temporada de Griegas Malditas Griegas dirigida por Emilio Montero, con el texto cambiado y otros cambios muy interesantes, así que a retomar las mallas (risas); tengo un par de propuestas para teatro, pero por ahora debo organizar mis tiempos.

Sergio Velarde
04 de febrero de 2012