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jueves, 5 de diciembre de 2024

Crítica: VEN A MI CASA ESTA NAVIDAD


Navidad sabor a recalentado

El título de esta crítica no es un ataque a la obra de Ricardo Caffo, Ven a mi casa esta Navidad, dirigida por Jorge Bardales. Es más bien un reconocimiento para la buena utilización del espacio de la Casa Tomada para crear una obra navideña con tensión, dulzura, y una menguante sensación de incomodidad entre hermanos hasta su inevitable caída de cartas.

El trasladar la obra de Piso 1 a Casa Tomada es un primer gran acierto. Este último espacio parece tener como especialidad el albergar propuestas inmersivas, que te colocan como espectador dentro de la misma sala de una casa, valga la redundancia. La dirección aprovecha este espacio para hacer la experiencia lo más inmersiva. Sus puntos fuertes son, pues, lo bien trabajado del espacio para hacer sentir, en lo pequeño, un lugar real. Detalles como el colocar la puerta de entrada fuera de nuestra vista, lo que nos hace oír un saludo pero no verlo, ayudan a sentir que hemos sido invitados a presenciar una situación real.

Los dos hermanos protagonistas, interpretados por Thalía Estabridis y el mismo Caffo, ayudan con su actuación a acrecentar este sentido de incómoda realidad. Se interrumpen de vez en cuando, guardan silencio, se nota su intención por reducir la incomodidad a pesar del notorio rencor entre ambos. No se sienten como hermanos ficticios, pero tampoco cercanos. El apoyarse dentro de este código de naturalismo es el fuerte de la obra, tanto por la situación fácilmente identificable como por la cercanía física del público. Apoyarse en este naturalismo podría hacer que los silencios incómodos y las peleas alturadas entre los hermanos se sientan aún más fuertes: silencios más duros, hablar por encima del otro, discusiones más difíciles de ver y por eso mismo momentos dulces y de conexión más placenteros (por más que sepamos que no pueden durar).

El final de la obra nos deja con un aguijón que, quizás por la brevedad de la obra, no termina de cerrar. Sabemos que no hay forma que la discusión siga sin que alguien se vaya, sería inverosímil, pero me queda la duda de cuánto más pudimos haber conectado la discusión final con las anteriores para que explote de manera aun más satisfactoria. Como está ahora, de cualquier modo, la obra logra satisfactoriamente sus objetivos: es una puesta corta que te mantiene al filo toda su duración por su acting, es fiel a su carácter inmersivo en la dirección y los diálogos, y me hace temer personalmente por la cena navideña que se viene en unas semanas. Felices fiestas.

José Miguel Herrera

5 de diciembre de 2024

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