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jueves, 7 de noviembre de 2024

Crítica: ESCALOFRÍOS


Reinventando el terror en escena

El teatro tiene el poder de transmitir un abanico de emociones, desde la risa hasta el horror más profundo. Así, octubre trajo a la escena varias historias de terror, entre ellas Escalofríos, temporada de microobras de terror con música y baile, a cargo de George O’ Brian como creador y director. La temporada incluyó dos microobras: El corazón delator y Mónica, la condenada, en las que se combinan música, baile, canto e interpretaciones para ofrecer una propuesta única que explora diversas facetas del teatro de terror y suspenso.

El corazón delator es una pieza de danza contemporánea basada en el relato clásico de Edgar Allan Poe. Esta propuesta reinventa la atmósfera de horror psicológico del autor a través de una coreografía cargada de intensidad emocional, con las interpretaciones de Cristhian Ochoa y Tammy Alfaro.

En la adaptación, vemos a un escritor ser atormentado por una fantasma, lo que lo lleva a un cuadro de ansiedad, estrés y paranoia. Si bien no vemos el crimen en escena, podemos intuir que la fantasma es la mujer que ha sido víctima de un cruel asesinato a manos del protagonista. Sin embargo, algunos pasajes del cuento de Poe, que son cruciales en el argumento, quedan fuera de la puesta en escena, limitándonos a ver solo una pequeña parte del relato. Sumado a esto, en algunos momentos, la obra cae en una excesiva repetición de ciertos movimientos corporales o secuencias que, si bien refuerzan la desesperación y obsesión del protagonista, pueden resultar redundantes y que no aportan al desarrollo del argumento de la historia ni a su entendimiento.

El segundo montaje es Mónica, la condenada, el cual parte de una leyenda urbana de Arequipa. Cuenta la historia que una mujer que fue cruelmente asesinada, víctima de feminicidio, y que su alma en pena vaga por el cementerio, atrayendo a hombres para luego asesinarlos. Un viajero se aventura a ingresar al cementerio con el objetivo de poner fin a la maldición de Mónica y liberarla del dolor que no la deja descansar en paz. Sin embargo, las almas en pena de mujeres que han sido víctimas de violencia no lo dejarán lograr su cometido y una vez más, Mónica, la condenada cobrará venganza. Esta microobra llega con las actuaciones de Renzo Torres, Yeli Brown y el ensamble de la Compañía de Got to Dance, quienes realizan una puesta musical con canto y coreografía en vivo. Las mencionadas coreografías alternan entre momentos de movimiento y pausas cargadas de tensión, generando un ambiente de suspenso que mantiene al espectador atento. A esto se suma la performance de la actriz y cantante que hace de Mónica, quien aporta un elemento vocal que enriquece la puesta en escena.

Por otro lado, el vínculo entre las obras y el tema de salud mental que el director O'Brien mencionó resulta algo forzado; aunque ambas obras abordan temáticas de ansiedad, paranoia y obsesión, el tratamiento de la salud mental como tal no termina de integrarse en la narrativa.

En definitiva, Escalofríos es una temporada que apuesta por un tipo de horror no convencional, en el que el cuerpo, la voz y el movimiento reemplazan a los sustos tradicionales. Tanto El corazón delator como Mónica la condenada, no solo ofrecen una reinterpretación original del género, sino que se atreven a explorar con nuevas interpretaciones.

Alexandra Valdivieso Chudán

7 de noviembre de 2024

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