El actor aclamado es el que logra la invisibilidad
“El mayor reto de la carrera de Alfonso
Santistevan” es un punto de
partida definitivamente atrevido para la difusión de una obra, más considerando
la trayectoria de más de cincuenta años del actor en las tablas. Lo cierto es
que El cuerpo más bonito que se habrá
encontrado nunca en este lugar de Josep Maria Miró es, efectivamente, un
texto difícil de montar, pero no por eso menos hermoso a la vez que trágico. Santistevan carga la obra sobre sus hombros no con facilidad, pero sí
con resiliencia en esta puesta en escena.
La prueba a superar de
Alfonso es sencilla pero letal: cinco monólogos, sin acciones físicas ni
desplazamientos, la mitad de estos sentado. Solo la voz y
análisis de texto del actor acompañados de la luz tenue que oscurece e ilumina
su rostro y el árbol marchito a su costado. Un texto que alterna entre
conversaciones, soliloquios, narraciones y saltos al pasado. Y un público que
tiene que entender lo que se dice. El
actor logra superar estos retos a partir del evidente trabajo de texto
realizado, y una buena interpretación en la que a partir de construcciones
sutiles en su cuerpo y la cadencia de su voz, diferenciamos a los personajes,
en algunos con mayor facilidad que otros.
La historia que plantea
la obra es, igualmente, complicada de explicar. Requiere
de un ojo analítico muy avispado para notar la manera en la que los distintos
personajes, habitantes de un pueblo, reaccionan a la muerte de un joven. Se hace presente el dolor por su pérdida, el
rencor por su figura, el deseo de protegerlo, así como de corromperlo. Miró no dice todo lo que sucede, deja varias cosas a la imaginación, y
es tarea del montaje unir sus piezas para entender los sueños frustrados y los
abusos disfrazados de “deseo” de los que habla. Me cuestiona si Santistevan
logra comunicarnos estas ideas gracias al montaje o a pesar de este. La
decisión de no acompañar sus monólogos es arriesgada y puede cobrar factura en
espectadores menos atentos, lo que hace que el discurso de la propuesta se
desdibuje entre apreciar el esfuerzo de su actor. Hace un gran trabajo, pero su
capacidad de mostrarnos los secretos y desdichas de Albert, Julia o Blue se ve
limitada por el desgaste físico que conlleva la soledad en escena.
Aun con toda su hermosura
y su crudeza, ¿cómo recomendar esta obra a un público más amplio? Quizás recordando la labor que realiza su actor, los sentimientos que
nos hace llegar, la triste canción de la vida que nos cuenta. Alfonso Santistevan da, con todas las penas de
esta historia, una conclusión esperanzadora para aquellos a los que la sociedad
aparta y juzga, al mismo tiempo que consume. Tomen un café
antes de entrar, y no se pierdan una palabra de este texto, imperdible por sí
solo y potenciado por el trabajo de su actor.
José Miguel Herrera
5 de noviembre de 2024
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