Escrita y dirigida por el dramaturgo peruano Jaime Nieto, la
historia se ubica en Nueva York y nos trae a la mente personajes de películas,
novelas o musicales que hemos podido ver también en la Gran Manzana. Si bien
ajenas a la realidad peruana, las historias pueden ser transversales a la
condición humana, sin importar donde estén ubicadas. Nos hablan de la soledad,
de esa que se vive estando solo, pero también acompañado.
Nieto nos presenta tres historias, que durante la obra se
van entrelazando y poco a poco se nos van revelando esos hilos conductores
entre las tres. Vemos a personajes solitarios que evitan perder lo más
importante que tienen, aun cuando esto pueda implicar perderse a ellos mismos.
Una propuesta acertada resulta ser la declamación de las acotaciones en escena,
aunque esto suponga, eventualmente, algunos giros de comedia.
Es un montaje bastante sobrio, se reflejan las oscuridades
de los personajes, pero se denota que aún están en proceso de encontrar su
identidad y fuerza, donde el espectador pueda ver las capas más profundas del
dolor que atraviesan por aferrarse a eso que parece mantenerlos vivos, con
muchas o pocas ganas de vivir. Lo más interesante de la puesta es el texto,
pero aún le falta al montaje un desarrollo más profundo de los personajes para
conseguir una propuesta más lograda.
Alejandra Sierralta
13 de octubre de 2024
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