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domingo, 4 de agosto de 2024

Crítica: COMO UNA UVA SECA AL SOL


Sueños postergados

En el marco de la conmemoración del Día de la Mujer Afrodescendiente, se estrenó la temporada de la obra Como una uva seca al sol (A Raisin in the Sun). Desde los escenarios de Broadway y Londres, llega esta galardonada puesta en escena, escrita en 1959 por la dramaturga y activista afroamericana Lorraine Hansberry, inspirada en el poema Harlem de Langston Hughes. Con la traducción del texto a cargo de Indhira Serrano y bajo la dirección de la actriz y cantante Ebelin Ortiz, el espectáculo tiene lugar en el Teatro Antonio Banderas, del Centro Español del Perú.

La historia gira en torno a los Younger, una modesta familia de afroamericanos, que ven puestas sus esperanzas de un mejor futuro en el cheque del seguro por la muerte del patriarca. Así, a través de la convivencia, cada uno va revelando sus anhelos y frustraciones, mientras luchan por encontrar su lugar en medio de una sociedad hostil y prejuiciosa. El sólido elenco lo conforma Cecilia Monserrate, Herbert Corimanya, Martha Muñoz, Mera de la Rosa, Omar Cruz Navarro, Elena Benites, Sergio Paris, Eder Campos, Neymar Zambrano y Taíno Iriarte, quienes componen personajes realistas con características específicas que nos hablan de su mundo interno. De otro lado, la escenografía es funcional, pues funge como la pequeña casa en la cual prevalece la sala donde la acción ocurre. A destacar el vestuario acorde al estilo de la época, aunado a la música y la iluminación, que recrearon una atmósfera natural y cotidiana, bien complementada con el código teatral.   

Con el apoyo de la Embajada de los Estados Unidos en el Perú, la ONG Yanapakuy Perú y el auspicio nominal del Ministerio de Cultura, Como una uva seca al sol, con la dosis justa de humor y el drama familiar que nos presenta, remueve fibras sensibles, como recordatorio de los numerosos obstáculos de la comunidad afroamericana (y nuestra propia comunidad afrodescendiente) en la lucha por la erradicación de la discriminación y el reconocimiento de los derechos civiles. Una pieza teatral necesaria, que nos lleva a preguntarnos si los sueños acaso no son para todos. Sin duda, el arte continúa siendo un medio inagotable para visibilizar la todavía castrante desigualdad y el racismo; sin embargo, no podemos negar los progresos conquistados, como la potente narrativa de Hansberry, que impactó y resignificó la justicia social de su época.

Maria Cristina Mory Cárdenas

4 de agosto de 2024

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