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sábado, 31 de agosto de 2024

Crítica: COCO & EMMA


Lo imaginario como realidad

Mientras uno va creciendo y con el asomo de las preocupaciones adultas, a menudo uno va perdiendo la risa. En un momento uno siente vergüenza por jugar, luego esa vergüenza pasa a olvido para perseguir otras prioridades. Así uno se olvida de su niñez y, con ello, de aquellos sueños que buscaba alcanzar.

Coco & Emma, dirigida por Jesús Álvarez Betancourt, nos coloca en un mundo de fantasía en el que Coco, el amigo imaginario de Emma, comparte junto a ella canciones, risas y alegrías; sin embargo, el mundo de la magia se comprende con el mundo real y los amigos imaginarios se suelen olvidar. Años después, Coco regresa para buscar a una Emma feliz como la dejó, solo para encontrarla que su vida ha cambiado totalmente. Coco & Emma funciona en esta línea en la que sí se ha perdido la magia, pero nunca es muy tarde para recuperarla. A pesar de ser una obra de teatro infantil con canciones, vestuarios coloridos, efectos de luz y chistes para los más pequeños, el gran acierto de Coco & Emma radica en ser una obra con la que mucha gente mayor de edad puede empatizar. La culpa, el dolor de crecer, el miedo a ser alguien que uno nunca quiso ser, son tratados de gran manera en la obra. Incluso existen grandes momentos cuando parodian la vida con una Emma ya adulta, al tratarnos a los adultos como capaces de vender nuestros ideales por un crecimiento personal solo para afuera.

El punto más alto y el más emotivo es cuando Emma, una niña que se ha olvidado de quién es, pasa un último momento de magia junto a su mamá, paciente de Alzheimer para recordar quién era. Para no caer en más spoilers, solo podría decir que las actuaciones tanto de Coco (Bernardo Scerpella) y Emma (Vanessa Escudero) conmueven hasta recordarle a un adulto, que si bien las risas ya no son tan frecuentes, nunca hay que olvidarse de que aunque no las podamos ver, no quiere decir que lo imaginario no sea real para nosotros.

Gabriel Calderón

31 de agosto de 2024

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