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sábado, 9 de diciembre de 2023

Crítica: WATANABE, TODO EL VASTO FONDO MARINO


La vigencia de la historia que Watanabe nos dejó

La casa cultural Yuyachkani dio lugar a la temporada de la obra Watanabe, todo el vasto fondo marino, escrita y dirigida por Galiano. Este montaje recorre los momentos más importantes de la vida del poeta José Watanabe. El espectador será testigo de un viaje interior, quien le permite al escritor reencontrarse con vivencias y personas muy significativas en su vida. Figuras importantes para la vida de Watanabe van y vienen a la mente del protagonista, en medio de su lucha por vencer a la muerte y terminar su última creación poética. El elenco está conformado por Carlos Mesta, Teresa Ralli, Renato Rueda y Diana Chávez.

La representación inicia desde la entrada del público a la sala, pues se puede ver al elenco completo posicionado en el espacio en calma total, en estado neutro. Esta decisión desde la dirección prepara al espectador, y le da información sobre el ambiente y la historia de la que está a punto de ser testigo. Los elementos escenográficos utilizados en este montaje fueron, desde el inicio, un indicador de que el espacio se convertiría en la mente de Watanabe, representando distintas texturas, saltos temporales, episodios y vínculos propios de la vida del poeta. Destaco, además, la decisión de utilizar una gran tela con luces cálidas en el fondo del scenario; esta permitió acentuar el viaje interior del personaje a través de la creación de planos en el espacio y transiciones en la representación. La estética de este montaje estuvo cuidada en todo sentido, resultando en un elemento que potencializó la historia narrada. Los vestuarios aportaron texturas en el espacio, acompañados de elementos esenciales para el recorrido por los recuerdos del personaje principal.

La precisión fue milimétrica en cuanto a construcción de los personajes y uso del espacio por parte del elenco en su totalidad. Destaco, en ese sentido, la especificidad holística de Mesta en la construcción de su personaje. Además, la versatilidad y precisión de Chávez y Rueda en representar distintos personajes durante la obra fue notoria. La obra contó evidentemente con la esencia del yo poético de Watanabe impregnado no solo con referencias de su vida misma, sino con poemas que ayudaron a hilar ciertos aspectos de su historia. Hago hincapié que el elenco pudo apropiarse de un texto complejo como este, un reto logrado notoriamente. Todos los elementos mencionados se engranaron bajo una dirección que tomó decisiones apropiadas y, sobre todo, de manera clara. El producto final fue un montaje sólido, vigente, estéticamente impactante, y con una alta calidad actoral.

Si bien la obra se basa en la vida y obra de Watanabe, considero que el público puede conectar rápidamente con la representación. Esto se logra debido al viaje interno del personaje, sus recuerdos y vínculos humanos, vistos desde una sensibilidad que genera empatía inmediatamente. La lucha de “lo gris contra lo gris”, es decir, la constante lucha con uno mismo es uno de los elementos que más impactan en esta obra. Es así, finalmente, como el este montaje resultó un producto artístico sólido, vigente, estéticamente impactante, y con una alta calidad actoral.

Stefany Olivos

9 de diciembre de 2023

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