Las novedades de Escena Sur en su novena edición
Este año, en el mes de
octubre, se llevó a cabo la novena edición del festival Escena Sur, organizado
por la Universidad Científica del Sur, en el Teatro del Museo de Arte de Lima.
Se trata de un evento en el que egresados de la carrera de Artes Escénicas
muestras sus proyectos finales, además de haber contado con la participación de
dos invitados: desde Brasil, el Proyecto de la carrera de Teatro de la
Universidad Federal de Uberlândia; y de la escena local, la Escuela Nacional
Superior de Arte Dramático Guillermo Ugarte Chamorro (ENSAD). Oficio Crítico tuvo la oportunidad de estar presente en tres de las obras
presentadas: País del mañana, Medea
Juguete y Moela, Corpo em queda.
País del mañana es un proyecto de creación e investigación colectiva dirigida por Ricardo
Delgado, donde se cuestionan temas relacionados a cómo funcionan las
estructuras sociopolíticas en nuestro país. La
interpretación estuvo a cargo del elenco de actores profesionales de la ENSAD:
Josué Cohello, Jazmín Labrín, Rafael Mena y Mehida Monzón. Los artistas tomaron
como referencia algunos cuadros de artistas plásticos, con el fin de ahondar en
la historia de la política en nuestro país. Los actores encarnan los cuadros en
escena, dándoles no solo movimiento sino también sentido dentro de esa búsqueda
por resolver dudas sobre lo que sucede en nuestro país. Este recurso fue
bastante estimulante visualmente hablando, pues daba al espectador un punto de
partida (el cuadro) para invitar al espectador a resolver la cuestión propuesta
por el elenco. El uso del recurso pictórico como referente para la creación
escénica dio como resultado una obra de alto valor: los cuerpos estuvieron
presentes, con mucha plástica y precisión durante toda la representación. Debo
mencionar que la inclusión de danzas folklóricas como la de “Los Huayra” fue un
elemento variopinto dentro de la representación, pues se tuvo la decisión de
usar la historia y el formato de esta danza para cuestionar la honestidad de
los funcionarios políticos de estos últimos años. Referentes como estos denotan
el nivel de investigación y reflexión profundos, cuyo resultado dio una obra
vigente, cuestionadora y técnicamente impecable.
Por su parte, Moela, corpo em queda fue el montaje
invitado internacional de este festival. El proyecto es
una creación colectiva, correspondiente a la carrera de Teatro de la
Universidad Federal de Uberlândia (Brasil). La representación fue dirigida por
Narciso Telles, y cuenta con las actuaciones de Julia Mouza y Gabriela Zorneta.
La obra nos trae a una niña y su aparente doble, quienes buscan distintas
formas de entender la pérdida de su padre, en medio de recuerdos indistintos.
Las actrices estéticamente se caracterizan con colores complementarios (usaron
tonalidades cerca al rosado y al azul), de modo que se entiende visualmente la
dualidad que las une. La obra fue representada en español, aunque evidenció que
su idioma original de creación es el portugués. Esta decisión no fue muy
atinada, porque se evidenciaba la inseguridad que las actrices tuvieron con
relación al manejo del idioma. Lamentablemente, esto le quitó peso a la obra en
general. Considero que, si la obra se
hubiese representado en su idioma original, con la seguridad de interpretación
que eso hubiese representado, se habría apreciado mejor. A pesar de este percance,
se logró entender esta búsqueda de parte de los personajes por comprender el
suicidio del padre, dándole respuesta a su cuestionamiento sobre cómo seguir
después de tal suceso.
Por último, el proyecto Medea Juguete contó con la dramaturgia
de Lisa Carrasco y Emily Ramirez, egresada de la carrera de Artes Escénicas que
tuvo a cargo la dirección de este monólogo. La actriz Zohar Uribe encarna a
Medea en un monólogo, el cual representa a una mujer y madre luego del abandono
por parte de su esposo. Durante la representación se
muestran escenas donde el personaje atraviesa por episodios donde se le
violentaba en el pasado. Estos
momentos dan a entender que su niñez ha sido difícil, contrastada con la tranquila
que les intenta dar a sus hijos. El monólogo da poco a
poco pistas de cómo el personaje pasa a ser una victimaria de episodios
violentos para con sus hijos, evidenciando un estado de salud mental cada vez
más delicado. Esta búsqueda por jugar con el rol de víctima – victimario quedó
bastante clara en la historia, gracias a cómo desde la dirección se decidió
mostrar al público pinceladas del pasado del personaje. Esto permitió entender
cómo Medea finalmente toma las decisiones que desencadenan el fin de la obra.
La actuación de Uribe estuvo a la altura de las necesidades del montaje, aunque
por momentos su voz parecía cansada o forzada. Considero que el ritmo de la
obra caía un poco cuando había ciertos cambios de vestuarios, lo cual podía
provocar desconexión con la historia. No obstante, el montaje estuvo bastante
claro, teniendo como fortaleza ese cuestionamiento tan vigente sobre la salud
mental: ¿vivir en un ambiente violento podría convertirte de víctima a
victimario?
Stefany Olivos
12 de noviembre de 2023
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