La sociedad del espectáculo
La société du
spectacle fue una teoría social proclamada por el filósofo Guy Debord y afirmaba
que la vida social se puede entender como la declinación de ser en tener, y de
tener en simplemente parecer. Según él, esto pasa en el momento histórico en el
cual la mercancía completa su colonización de la vida social. Mario Vargas
Llosa retomó esta idea es su reciente libro La
civilización del espectáculo. Personalmente, siempre me ha interesado cómo
las redes sociales generan realidades y narrativas paralelas. Existe abundante
literatura científica de cómo estas generan casos de ansiedad y depresión en
los jóvenes y todo esto, bajo una lógica muchas veces controversial del algoritmo
que nos dice a qué influencer seguir.
La dramaturgia de la puesta fue ligera y con pocos conflictos,
lo cual hacía que sea pedagógico para públicos más jóvenes. Me pareció muy
inteligente la dirección de Alejandra Núñez, pues la manera cómo distribuía los
elementos en el espacio era óptima y se economizaba en utilería. Yo creo que menos
es más, cuando hablamos de escenografía. Me dejó una buena impresión el trabajo
de las actrices. La historia fue fácil de entender, y valoro que hayan peruanizado
los diálogos. La música fue muy contemporánea y me gustó que representaran
géneros tan antagónicos estéticamente, así como fueron las personalidades de los
personajes.
Las actuaciones fueron claras y con voces equilibradas. Resalto
el trabajo de Rosilú Osorio como Camila, pero creo que le faltó ponerle más
intenciones de cinismo y maldad a su personaje; en las primeras escenas era
claro que buscaba manipular a su amiga. Por otro lado, Rocío Montesinos hizo
creíble su papel de Laura, una académica frustrada con un trabajo superfluo
para poder comer. A pesar de que el autor le daba un contexto adverso, su
personaje nunca se quebró en sus convicciones y la actriz hizo que esto sea
claro para el público. El final de la historia (que no contaré para no hacer spoiler) fue inesperado y en eso radica precisamente
la magia del teatro. El epílogo generó muchas reflexiones sobre hasta qué punto
las redes sociales tienen un límite y este depende enteramente de nosotros. ¿Por
qué tenemos que ser siempre las víctimas del sistema? Al fin al cabo, nadie nos
obligó a estar en una red social.
Felicitaciones al naciente grupo Impulso Colectivo por este interesante
montaje de Las malas influencias. Muchos
éxitos en sus trabajos.
Enrique Pacheco
9 de noviembre de 2023
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