Lo inevitable de la historia (o una historia inevitable)
El Club de Teatro de Lima dio lugar a la obra 2007, una producción de “La Magnolia
Teatro”, bajo la dramaturgia y dirección de Abel Enríquez. El montaje nos remonta al año enmarcado en su nombre, en el cual se
dio un terremoto que afectó la vida de muchos. Esta vez, nos encontramos con la
historia de Brayan Bermeo, un adolescente de trece años, quien se encontraba
jugando en un campeonato de su escuela. El terremoto se da mientras el
estudiante estaba en el baño, cuyo techo se desplomó encima de él. Esta muerte
súbita provoca en Carla, su mejor amiga, el impulso de reencontrarse con él,
por lo que decide recurrir a un vidente mediático, Rishi Santos. La
representación juega con momentos de fantasía que envuelven al espectador en un
relato con toques de humor, historia y referentes cercanos a nuestra época.
La obra comienza con una escena peculiar:
un programa de televisión aparente, que llama a una participante del público
para interactuar. Fue bastante dinámica esta decisión, pues le dio un inicio
enérgico a la representación. Este suceso es materia de conversación más
adelante, por lo que narrativamente fue una escena importante y adecuadamente
desarrollada. Aquí es donde vemos a la mamá de Brayan y al vidente, quienes
serán personajes pilares de la historia. Una vez que sucede el fallecimiento
del estudiante, todos los personajes empiezan a conectarse de manera natural,
por lo que para este momento el espectador tiene la información suficiente y
ordenada para seguir el desenlace de Claudia y su viaje en el tiempo gracias al
Vidente. Lejos de querer contar la historia de la obra, menciono estos detalles
porque argumentativamente logró colocar todos los referentes en orden de
acuerdo a importancia, de manera que permitía al espectador entender una gran
cantidad de información de manera sencilla. Esto definitivamente es logro del
elenco, especialmente desde la dramaturgia y dirección de Enríquez.
La construcción de personajes estuvo llena
de detalles, y caracterizados de manera adecuada para representar sus edades y
circunstancias. Sin embargo, en algunos momentos los personajes imponían el
humor en las escenas, de modo que actuaban la emoción, en lugar de que sea una
consecuencia de la interpretación. Esto puede ser resultado de la
desconcentración del actor/actriz, por lo que son detalles que cuidar en próximas
funciones. No obstante, el producto final logró una representación con un
objetivo claro: el cuestionar si realmente estamos listos para enfrentar
ciertos sucesos y cambios inevitables que forman parte de nuestra historia.
Stefany Olivos
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