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viernes, 29 de septiembre de 2023

Crítica: MUCHO


¿Cuánto es mucho en nuestros vínculos con el otro?

Zygmunt Bauman (sociólogo, filósofo y ensayista polaco-británico) hablaba de los amores y la sociedad líquida, que se caracteriza por la fragilidad de los lazos humanos desarrollados en la postmodernidad. Podría entenderse que, para Bauman, vincularse con otro ser humano es una tragedia y aún más, si bajo un contexto determinado como el que significó la pandemia que de pronto nos empuja al encierro y a la confrontación de nuestras emociones, llevándonos al límite de nuestras relaciones con el otro.

En ese contexto parte Guillermo Amoroso, sociólogo, dramaturgo y magíster en Ciencias Políticas uruguayo, creador de su primera pieza para teatro, Mucho, presentada en nuestra cartelera limeña en la asociación cultural Campo Abierto, producida por Idea Original. Esta obra episódica cuenta con nueve escenas que giran en torno a la ira y su descontrol, bajo la muy acertada dirección de Federico Abrill y Sergio Anchiraico.

La ira es una función adaptativa del ser humano que nos prepara para la acción; la ira nos muestra algo que no nos parece justo y nos empuja a poner límites inmediatos con una intensidad creciente, que sin bien es cierto no necesariamente conduce a la agresión, puede derivar en un acto deliberado de violencia. Este viaje a través del impulso y la reacción está muy bien trabajado por los directores en cada escena, logrando que la tensión sea creciente y bien sostenida, que te identifiques en tus propias reacciones profundamente primitivas y manejando de manera muy precisa los tiempos entre las secuencias y los momentos en que van escalando hacia esa violencia.

Desfilan en cada escena personajes venidos de diferentes clases sociales, oficios y niveles culturales, que están muy bien desarrollados por los actores María del Carmen Sirvas, Daniela Rodríguez León, Renato Medina-Vassallo y Patricio Villavicencio, quienes muestran una sinergia de principio a fin, manejando con precisión los tiempos, y un estudio profundo que se ve en la acción de cada personaje y cómo van evolucionando hacia la fatalidad, hacia aquella condición que Daniel Goleman acuñó como “secuestro amigdalar”. Todos a destacar, no obstante, cada vez que está en escena la pareja conformada por Rodríguez León y Medina-Vassallo, que maneja el texto con mucha naturalidad, seguridad y prolijidad, y te hacen conectar de manera especial con lo que está pasando.

Finalmente, mencionar también el buen desempeño por parte de los directores y actores al aterrizar las escenas con el mínimo de elementos escenográficos apoyados por cambios de luces muy puntuales para ubicar al público en momentos determinados y por sobre todo, el buen trabajo actoral. Muy recomendada para estos tiempos violentos donde podemos observar y autorregular mejor nuestras reacciones a nuestros procesos emocionales para no ser prisioneros de nuestros impulsos y así poder decir basta cuando consideramos que ya es mucho.

Manuel Trujillo

29 de septiembre de 2023

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