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domingo, 30 de abril de 2023

Crítica: LA CLAVE DE LA ETERNA JUVENTUD


¿Se siente cansado, agotada, le duele todo?

No busque lo fácil, rétese.

La clave de la eterna juventud es una obra para el entretenimiento de aquellos a los que les divierte ver figuras reconocidas en el escenario o amigos/conocidos dando lo mejor de sí, actuando. Prueba de ello son los aplausos gratuitos que se escuchan en la sala cada que ingresa una personalidad del medio teatral y las risas fáciles a partir de un cliché o algún comentario que se ve de lejos venir. Así como una que otra grosería y obscenidad. Aun así, me atrevería a destacar la labor del actor Luis Antonio Pighi, pues es quien desde el inicio hasta el final se encuentra en constante acción; esto se aprecia en las pequeñas estrategias que realiza para darnos un poco más de detalles sobre su personaje y el para qué está en la historia, incluso desde la quietud, está entregado al juego.

Por otro lado, la dramaturgia se percibe forzada e inverosímil: desde los parlamentos hasta el uso de elementos escénicos como la radio en escena, la cual no está correctamente codificada, su audio desaparece de manera extradiegética rompiendo la convención de ser usada en escena. Asimismo, la trama inicia con la recientemente partida de un ser querido y continúa con una reunión familiar, para seguir con la aparición de unos extraños que luego resultan ser amistades vendiendo productos para el rejuvenecimiento y vitalidad, con los cuales se tiene una especie de alianza laboral y más adelante, descubrir que existía una rivalidad, prácticamente omitiendo que se conocía la comercialización de tales productos. Y en medio de todo ello, la mención de muertes, enfermedad y demás que, repito, se mencionan, pero nunca transitan, escalan ni ocurren en los cuerpos actuantes sino únicamente se queda en la palabra. Es decir, aparecen de manera didáctica para encaminar a los espectadores a la reflexión de manera aleccionadora, como si de una fábula con personas se tratase. Concluyendo con un mensaje directo sobre cómo deberíamos vivir la vida y cuál sería, según el elenco, la clave para obtener y apreciar la belleza, pues el discurso reflexivo que termina compartiendo Ena Luna se distorsiona, ya que sutilmente asocia el enfoque de la juventud con la belleza, dejando a entrever que ser perdida la juventud, también la belleza.

De esta manera, la puesta en escena se aprecia como una comedia de sketches de los que se suele topar una en los medios digitales, como Facebook, donde hay venganzas, muertes, como también conciliaciones y anagnórisis forzadas para cerrar con la conclusión de que vivir la vida alegremente, realizando diversas actividades de entretenimiento y con buena cara hacia la adversidad, serían la clave para la eterna juventud sin realmente tener en cuenta un conflicto real, como el peligro al que se expone la salud por no aceptar el transito adecuado de la vida; tornándose todo en constantes conversaciones informativas, sin transito alguno, perdiendo un potencial monólogo que cae en la emoción y el ensimismamiento del actor Héctor Parra, volviéndose caricaturesco, dado que pierde la técnica en medio de gritos y susurros descontrolados.

No obstante, vale mencionar el riesgo de haber jugado con los recursos escénicos espaciales y comunicativos, a través de entradas y salidas no convencionales. Siendo entonces un primer paso para que este tipo de propuestas escénicas convencionales y comerciales consideren salir un poco de su zona de confort y se arriesguen  a probar nuevas formas, revitalizarse a través del juego espacial y retar la atención del espectador. Así como a su imaginación, al dirigir su mirada y escucha activamente para completar los códigos que proponen los actores, como la presentación de noticias o el programa televisivo y la venta de productos rejuvenecedores, situaciones con las cuales vivimos todos los días y es justamente por ello que, al llevarlas al teatro, necesitan de un tratado poético para lograr repercutir en nuestro imaginario y dejar en nuestras manos la decisión de qué mensaje llevarnos.   

Conny Betzabé

30 de abril de 2023

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