Arthur Miller, ganador del Premio Tony 1953 precisamente con
la obra aquí representada, Las brujas de
Salem, fue acreedor de dicho galardón debido a la reflexión sobre las
implicancias personales de la persecución de formas de pensar, el honor del ser
humano y el machismo de las sociedades presbiterianas. Tengo que confesar, de
manera constructiva, que ninguna de estas ideas se mostró durante la función y
lo detallaré a continuación.
En primer lugar, no entendí el inicio, el que consistió en
muchas mujeres corriendo en un bosque muy realista, pero con diálogos
incoherentes y con cantos extraños. Luego de la función, estuve leyendo la obra
original y viendo algunas representaciones virtuales, y esta escena es
absolutamente innecesaria: solo ayudó a generar más confusión que claridad
sobre el conflicto. En general, el montaje introducía una serie de personajes
tal como empieza la obra, pero de manera demasiado desordenada y sin contexto,
desde el punto de vista dramático. El espectador se perdía y confieso que solo
logré entender el montaje una vez que leí la obra original después. El
conflicto principal gira en torno al pecado de Abigail Williams, siendo esta la
amante del granjero John Proctor, quien bebe una pócima encantada para
inducirla a matar a la mujer de este. Esto último recién lo entendí
leyendo y viendo otras versiones, pero durante la función solo me percaté que
Abigail era la amante de Proctor. Las actuaciones de las mujeres acusadas de
brujería eran totalmente confusas, pues uno no sabía de qué se les acusaba o si
eran villanas o víctimas.
Me parece un poco preocupante que durante la lectura
dramatizada no se hayan cuestionada una pregunta básica: ¿Se está entendiendo
lo que estamos haciendo? ¿Tienen coherencia las acciones y las múltiples
escenas? Miré en internet algunas versiones de Las brujas de Salem en otros
países, en donde el argumento es muy claro e incluso el escenario es mucho más
minimalista, pero los actores llegan a introducirnos en el conflicto poco a
poco. Hay que recordar que la magia del teatro está en narrar una historia con
acciones y no solo representar el libreto casi al pie de la letra. El teatro es
totalmente diferente al cine o a la literatura. Menciono esto como crítica
constructiva. Recomiendo que revisen detalladamente la versión en Televisión
Española en el programa Gran Teatro de 1965.
(1)
Por otro lado, lo que sí debo rescatar son las actuaciones.
Por ejemplo, el timbre y tesitura de la voz de los actores que representaban a
los jueces fue excelente, principalmente al actor que representó al juez
Hathorne. También, Ernesto Ayala como mister Hale, el alguacil, fue claro y sin
monotonía; me pareció muy interesante cómo pasó de ser un personaje inquisidor
a ser uno totalmente justiciero. Adicionalmente, Alejandro Tagle, como el
protagonista Proctor, fue muy realista y con voz clara; su actuación final,
luego de la condena a muerte, fue muy conmovedora y todo el público quedó
anonadado.
Finalmente, un aspecto que sí destacó, sobre todo, fue la
escenografía y las imágenes sobre el ecran; se logró ambientar un bosque
nórdico propio de la obra (Massachusetts) y con un árbol y hojas muy realistas.
Por otro lado, el público tendía a reírse en muchas escenas, lo cual tratándose
de un drama no tenía sentido. Personalmente creo que hizo falta música y
efectos de sonido de suspenso y agonía en ciertos momentos claves del montaje.
De todas maneras, felicitaciones al elenco y a la producción.
Enrique Pacheco
23 de diciembre de 2022
(1) Televisión
Española. Programa Gran Teatro. Las Brujas de Salem de Arthur Miller. https://www.youtube.com/watch?v=Ffnzkfbum00
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