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viernes, 14 de octubre de 2022

Crítica: UN MALDITO SECRETO


Trágicas revelaciones

Nadie que acuda al Nuevo Teatro Julieta de Miraflores a ver la última obra escrita y dirigida por Aldo Miyashiro puede permanecer indiferente al espectáculo. Imposible no hacerlo con esta tragicomedia, parcialmente en rima, que no solo esconde un secreto, sino “demasiados” malditos secretos. Estos van apareciendo progresivamente, conforme avanza la trama, en medio de conflictos llenos de discriminación, prejuicios, infidelidades y violencia. Y acaso varios de estos “secretos” los hemos visto ya mil veces, pero toda la puesta en escena está ejecutada con brillo e interpretada, en general, de manera sobresaliente. Además, Miyashiro se reserva algunas sorpresas que funcionan muy bien, pues mantienen en vilo al espectador y suman al producto final.

Sin entrar en detalles para no arruinar la primera y efectiva sorpresa, el público entra en el juego desde el frontis del teatro, en el que cuelga el afiche de la obra. La organización de una cena para anunciar la prematura boda de un jovencito de clase acomodada (Mikael Miyashiro, grata revelación) pone en jaque a sus estirados padres (enormes Ximena Arroyo y David Carrillo), pues acuden al evento, invitados por el muchacho, la cocinera (impecable Sylvia Majo) y el chofer (Reynaldo Arenas), ambos en su día libre. Pero nada es lo que parece, pues el “maldito” secreto que inicia el drama involucra a los hijos de estos últimos (Cindy Díaz y Erick Martínez). La historia avanza de manera fluida, de revelación en revelación, con sentidos monólogos en prosa de los personajes, incluidos los sirvientes (convincentes Gilberto Nué y Marcos Vicuña), quienes guardan también sus “malditos” secretos como todos.

Miyashiro utiliza el apoyo multimedia en los momentos justos y aprovecha también todo el espacio del teatro por donde transitan los actores cuando se requiere. Pero ¿por qué escribir una obra ambientada en nuestros tiempos con una generosa cantidad de diálogos en verso, como se hacía antaño? Acaso no solo para que el propio Miyashiro se luzca como el interesante dramaturgo que efectivamente es, sino para demostrar que, así pasen muchas décadas, nuestra sociedad aún vive atrapada en el oscurantismo más recalcitrante de siglos pasados, imposible de aceptar la necesaria evolución que toda la humanidad debería experimentar. Un maldito secreto muestra lo más bajo de nuestra conservadora idiosincrasia, pero cede espacio para la esperanza, representada en aquella pareja de jóvenes con una gran responsabilidad sobre los hombros.

Sergio Velarde

14 de octubre de 2022

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