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domingo, 16 de octubre de 2022

Crítica: LA VIDA ES SUEÑO


Y los sueños, sueños son

Luego de la brillante adaptación de El misántropo de Moliere en la Alianza Francesa, las expectativas por apreciar lo nuevo de la compañía Éxodo Teatro, del director Jean Pierre Gamarra y del actor Fernando Luque se encontraban bastante altas. El respeto hacia la fuente original y el riesgo asumido para ensayar nuevas miradas a los clásicos universales fueron las principales fortalezas del citado montaje. Pues bien, los resultados obtenidos en producción, dirección e interpretación en la reciente temporada de La vida es sueño, clásico imperecedero de Pedro Calderón De la Barca en el Teatro Municipal de Lima, lucen impecables; en ellos se percibe un trabajo creativo exigente, novedoso y muy cuidado estéticamente.  

Escrita en 1635, la notable pieza barroca aborda ideas filosóficas acerca de la libertad, el miedo al destino, la civilización versus la barbarie y la vida misma. El príncipe Segismundo (Luque) es encerrado en una torre por su padre, el rey Basilio (Leonardo Torres Vilar), pues teme que este lo derrote y humille, de acuerdo a una predicción realizada por un oráculo consultado; el prisionero solo es visitado y atendido por Clotaldo (Roberto Ruiz). Por otro lado, Rosaura (Maria Grazia Gamarra) y su escudero Clarín (Alonso Cano) son los que descubren a Segismundo y los que dan inicio a su liberación, en la que también están involucrados los sobrinos del rey, Astolfo y Estrella (Oscar Yepez y Andrea Alvarado). Las actuaciones son excelentes, en general, con una mención especial para Luque, quien viene madurando su talento histriónico en proyectos exigentes como este.

A destacar los valores de producción, como la escenografía y el vestuario a cargo de Lorenzo Albani, muy funcionales, contemporáneos y llamativos. Curiosa la elección de salvavidas rojos para Clarín, el contrapunto cómico. Se incluye además, en escena, un jeep en el aire con la primera aparición de Rosaura. La imagen de Segismundo, con la corona en la cabeza, el arnés aún puesto tras elevarse con sus propias alas en el segundo monólogo y una radio portátil en la mano, es poderosa y sugerente. Acaso el único reparo que se le puede hacer al espectáculo sea el de permitir ingresar al público ya iniciada la obra, pues realmente genera una molesta distracción. La vida es sueño, excepcional trabajo de Éxodo Teatro en colaboración con la Municipalidad Metropolitana de Lima, es una sobresaliente adaptación de un clásico más que vigente, ejecutado desde el conocimiento y la sana reverencia hacia el material original.

Sergio Velarde

16 de octubre de 2022

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