Redención en el adiós
Las despedidas siempre serán tristes, pero no necesariamente
deben ser consideradas como tropiezos o fracasos. Muchas veces debe optarse por
decir adiós para así alcanzar un fin superior. Esta aseveración es explorada en
uno de los textos más sensibles e intensos del director y dramaturgo Diego la
Hoz, Trilogía de una despedida.
Estrenada de manera intermitente a lo largo de los años por distintos
colectivos, la pieza sorprende por su capacidad de conmover incluso a quienes
hemos visto varias de sus versiones. Mérito además del colectivo Actores sin
chamba y sus directores Carlos Cabrera y Belén Suárez, quienes consiguen un
íntimo espectáculo, conmovedor y estilizado.
Este tríptico teatral abarca historias independientes, solo
conectadas por la dramática pero imperiosa necesidad de despedirse: dos mujeres
que son obligadas a separarse por la terrible enfermedad que afecta a una de
ellas; una imaginativa niña que dialoga con su padre ausente; y una joven que
tiene a su hermano como un recuerdo demasiado presente luego de la tragedia.
Muy interesante el diseño de producción, en el que se optó por el minimalismo
con funcionales estructuras de cartón como elementos para cada secuencia.
A destacar además, el sólido trabajo del elenco, conformado
por Franco Ocaña, Pepi Pai y Lezu Merino, convincentes y conmovedores en el par
de personajes que cada uno debió interpretar. Todavía en cartelera en el Club
de Teatro de Lima, Trilogía de una
despedida es un íntimo y entrañable montaje que reflexiona sobre la
necesidad de decirle adiós a ciertos recuerdos que podrían ocasionarnos algún
daño posterior, pero también de aceptar que sí existen relaciones que funcionan
mejor a la distancia. Cabrera y Suárez han sabido aprovechar las virtudes de
este clásico temprano de La Hoz para concebir un conmovedor espectáculo con
personalidad propia.
Sergio Velarde
27 de octubre de 2022
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