La mala semilla
Asistir a cualquier obra teatral presentada los domingos a
las 4:00 p. m. le haría suponer al espectador promedio que su contenido estaría
dirigido a un público estrictamente infantil y que además, este debería ser no
solo entretenido, sino también aleccionador y didáctico. Es por eso que el
estreno de El plan de Paula, escrito
por Abel Enriquez y dirigido por Gerardo Cárdenas en el Club de Teatro de Lima,
resulta a todas luces una verdadera sorpresa, para bien o para mal, en función
de las expectativas de los asistentes. Se trata de una historia familiar sencilla
en apariencia, pero que no elude la dura realidad que viven los adultos y
también explora ciertas conductas adolescentes, verdaderamente perturbadoras.
Y es que el plan de Paula (Sofía Blanco), una avispada
adolescente, es realmente inquietante y hasta retorcido: para conseguir una supuesta conveniencia
decide poner en jaque la estabilidad emocional de sus propios padres (Katherina
Sánchez y José Gómez Ferguson), sin importarle chantajear en el camino a su
tutora (Gina Quezada), quien le dicta clases particulares, y a su prima (Camila
Arce), quien se recupera del divorcio de sus padres. Conforme avanza la
historia, la insólita estrategia de la muchacha destapa muchas incómodas
realidades, como las dudas sobre la maternidad en la madre, la violencia
descontrolada en el padre, las necesidades económicas de la maestra y el sentimiento
de culpa en la prima. Enriquez propone una plausible historia en un mundo
contemporáneo en el que los adolescentes no solo tienen más derechos, sino que
muchas veces saben sacar perfectamente partido para sus propios intereses; las risas
nerviosas de los adultos y las miradas atentas y curiosas de los niños y
adolescentes presentes en sala parecieran comprobarlo.
La propuesta escenográfica de Cárdenas, con las paredes y
mobiliario de color blanco, funciona para contrastarla con la falsa inocencia
de la protagonista. Coherente además, la mención en la puesta de Paullu Inca,
un controvertido personaje de nuestra historia, de carácter acomodaticio. El
elenco, todos ellos egresados del mismo Club, resulta muy convincente,
destacando Sánchez en un atípico papel que revela su enorme potencial dramático.
El final, con El plan de Paula ya
consumado, abruma por su contundencia y por aquella mirada de la muchacha,
antes del apagón final, que acaso anticipe varios “planes” futuros. Sin duda,
Enriquez y Cárdenas han urdido una singular y sólida propuesta teatral, con la
producción de La Magnolia, sorprendiendo al público promedio en ese horario,
pero brindando una provocadora historia que bien merece una reflexión.
Sergio Velarde
29 de octubre de 2022
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