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martes, 20 de septiembre de 2022

Crítica: AZUL


Color de alegría

El teatro infantil está dando la talla actualmente en Lima. Es realmente increíble cómo ha evolucionado este género dentro del teatro limeño. Creeser Teatro va a dar que hablar, debido al compromiso que ha demostrado en este montaje. Azul me dejó totalmente anonadado con el resultado presentado. Por otro lado, ya conocía el trabajo de Gian Paul Miranda y Jazmín Labrín, pues ellos provienen de la agrupación Palosanto, en donde trabajaron en obras muy memorables hechas por el entrañable Ismael Contreras.

En primer lugar, yo creo que se tiene que felicitar que el colectivo logró generar una experiencia de teatro infantil desde la puerta del Teatro de Lucía. Desde el inicio del montaje, uno ya se sentía parte de la historia, pues los personajes de la obra (Miranda y Rodrigo Reyes Pavia), auto nombrándose Par e Impar para ordenar a los asistentes a sus asientos, hacían que el ambiente sea muy empático. Así mismo, se les dio a los niños lámparas de luz infantiles para poder activarlas en algunas escenas de la función. Esto último fue muy interesante, debido a que ninguno abusó de la luz durante la función, lo cual demuestra que los actores lograron desarrollar un nivel de conexión muy fuerte con el público. Cuando se realiza teatro para la infancia, los actores deben tener mucha inteligencia emocional en una serie de situaciones. Yo siempre he mencionado en mis reseñas que el tema del teatro para los niños es muy difícil y un punto clave para poder desarrollar un buen montaje es no subestimarlos. Por otro lado, creo que Azul generó un mensaje bastante claro, sin apelar a un lenguaje infantil convencional básico. Estoy convencido que por esa razón, los niños en ningún momento perdieron la atención o trataron de romper unilateralmente la cuarta pared teatral.

Como crítica constructiva, puedo mencionar algunos aspectos. En primer lugar, tengo que indicar el tiempo, pues me pareció que para ser un montaje infantil la duración fue un poco extensa, lo cual puede ser no solo una crítica sino un halago, pues los niños en ningún momento se aburrieron. En segundo lugar, creo que los personajes deberían tener una misma personalidad durante toda la función, pues había momentos en que los personajes de Miranda y Reyes Pavia las cambiaban. Por ejemplo, Par e Impar, quienes ordenaban a los niños, eran otros personajes durante la función. Esto puede no generar una sensación de extrañeza.

Finalmente, se puede mencionar que la utilería y los vestuarios fueron realmente impresionantes y con unos acabados con colores vivos. De igual manera, el uso del material audiovisual durante los monólogos del personaje de Labrín fue muy interesante y simpático. Creo que el director, el mismo Miranda, podría pedir asesoría de un psicólogo o profesor enfocado en problemas de la infancia, porque Azul se presta para tocar temas importantes, como por ejemplo el autismo, una temática muy poco abordada en el teatro. De hecho, el color del autismo es el azul y su día internacional es el 2 de abril. Estoy seguro de que esto podría ser un reto adicional dentro de la carrera de Creeser Teatro. En general, el montaje fue impresionante.

Enrique Pacheco

20 de setiembre de 2022

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