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miércoles, 6 de abril de 2022

Crítica: SIDAHARTA


Revelaciones pesadas

Cualquier persona puede experimentar una dura tragedia en el momento menos esperado de su vida, por lo que solo tiene dos opciones: o enfrenta la realidad o se deja vencer por las circunstancias. Esta premisa casi universal podría sintetizar la propuesta de La Escena Producciones con la obra Sidaharta de Alejandro Licona (no mencionado en la publicidad), bajo la dirección de Silvana Ventura e interpretado por Johan Robles (como Gabo) y Kiara Cruz (como Estela).

La historia es bastante simple, con un giro inesperado, pero que funciona para toda la situación que van creando las decisiones de los protagonistas. Básicamente trata de Gabo, alistándose para su próxima cita, pero luego recibe la visita de su ex amante, Estela, quien hará todo lo posible para convencer al liberal hombre de tener una relación más seria con ella. Lo que no contará Gabo es que detrás de ese reencuentro hay un secreto que hará cuestionarse su estilo de vida. Aunque su trama es buena, el desenlace elegido por el montaje carece de sentido, ya que no tiene un buen desarrollo en el arco dramático y la actuación no tiene el dinamismo necesario llegado el momento. Tampoco contribuye en nada al tema que la obra crítica; por el contrario, lo hace confuso e irrelevante. 

Queda demostrado entonces la flaqueza de la dirección para comprender lo que ofrece el texto, olvidando por completo su visión cuestionadora sobre temas delicados que son actuales. Más aún, cuando observamos su estilo de orquestar su planteamiento escénico: el cuarto de soltero resulta monótono en general, sin ningún tipo de aprecio visual en lo técnico ni escenográfico; podría decirse que se usa lo necesario y adentrarnos al plano privado, pero sería pensar demasiado en un producto final vacío. 

A pesar de todo, resalta la interpretación Kiara Cruz en comparación con lo antes mencionado. Tiene mucha soltura y hace que la escena tome ritmo a su entrada. Por momentos, saca del confort a Robles, quien todavía le cuesta mantener al personaje. Es ahí donde ambos tienen diversos matices, cada uno gana cierto peso. El lado no tan bueno pasa cuando los cuerpos no son acertados en los movimientos. Así hace que cueste verlos entrando al juego de la convención. 

Sidaharta todavía sigue en proceso. La principal tarea está en entender por completo la obra, desde su tema, sus acciones y su nivel de complejidad. Obviamente logrará el objetivo si omite finales disonantes.  

Christopher Cruzado

6 de abril de 2022

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