Cosas de adolescentes
Época de grandes cambios, la adolescencia siempre será una
etapa muy interesante para la exploración escénica. Esta transición entre la
niñez y la adultez produce enormes cambios físicos y psicológicos, que serán
cruciales para el desenvolvimiento de la persona en el futuro dentro de la
sociedad. Quizás en muchos casos se opta por convocar a actores adultos de
apariencia joven para interpretarlos en las obras teatrales; es por ello que
resulta muy satisfactorio poder apreciar a un elenco realmente adolescente
inmerso en un montaje entrenido y plausible, como lo fue la temporada de El club de los olvidados, en el patio de
la Asociación de Artistas Aficionados.
Con dramaturgia y dirección de Herbert Corimanya, la
historia nos presenta a cuatro escolares a punto de graduarse, quienes se
adentran en una casona abandonada luego de haberse escapado de clases. Cada uno
representa ya conocidos arquetipos (la superficial “creída”, el rebelde “achorado”,
el inocente “chancón”, la futbolista “ahombrada”), pero que van evolucionando progresivamente
en sus personalidades y además, descubriendo cada uno su verdadero mundo
interior, al entrar en contacto con una aparición que habita el lugar,
representada por otra adolescente que viste de negro y que además arrastra un
turbio pasado. La trama se sigue con interés y el joven elenco, integrado por Braulio
Pérez, Cielo Lobatón, Bernabé Terrones, Marale Rodríguez y Antonella Condezo, define
bien sus respectivos personajes, derrochando seguridad y carisma en escena,
aprovechando bien el espacio del frontis del teatro del Centro del Lima.
Producida por la agrupación BUTACA Arte & Comunicación,
se apreció el cuidadoso trabajo de Corimanya para guiar a los jóvenes
intérpretes en el laboratorio de creación escénica, que dio como resultado la
puesta en cuestión. Acaso el mayor logro de la temporada haya sido el de
visualizar los conflictos, algunos muy complejos, que atraviesan muchos adolescentes
y que motivaron una oportuna reflexión por parte de los adultos (especialmente,
los padres con hijos en esa edad) acerca de sus comportamientos y necesidades. Asimismo,
la inclusión de conversatorios al final de las funciones de El club de los olvidados fue otro
acierto del colectivo, para así llegar a entender y procesar, aunque sea
parcialmente, estas dichosas “cosas de adolescentes”.
Sergio Velarde
3 de marzo de 2022
Muchas gracias Oficio Crítico y Sergio Velarde por la buena crítica al Club de los Olvidados.
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